Comunidades: ferrocarril, materia pendiente en la integración de Chile con Argentina

En un mes, el Tratado de Libre Comercio entre nuestros países cumplirá un año. Intercambios y obras fronterizas se incrementan.

Comunidades: ferrocarril, materia pendiente en la integración de Chile con Argentina
Comunidades: ferrocarril, materia pendiente en la integración de Chile con Argentina

El Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Chile y Argentina, suscrito en enero del presente año, amplía el Acuerdo de Complementación Económica existente entre ambos países desde el año 1996. Éste se firma en el contexto de la búsqueda de la convergencia entre la Alianza del Pacífico y el Mercosur, con un plan de acción fijado durante la Cumbre de la Alianza del Pacífico en Puerto Vallarta, México, en julio pasado. En su oportunidad, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, planteó que el objetivo de dicho plan era impulsar una "gran zona de libre comercio en América Latina".

La firma del TLC se une a la celebración el próximo año del Tratado de Maipú de Integración y Cooperación, que cumplirá un decenio desde su suscripción. El primero es de naturaleza económico-comercial, y el segundo, de naturaleza política y de integración profunda, por lo que incluye materias de todo orden, otorgando ambos una amplia plataforma a las relaciones bilaterales, más allá de los cambios periódicos de gobierno en nuestros respectivos países.

Resulta conocido que los modelos de desarrollo de cada país son diferentes, si bien existe una voluntad de sus presidentes por lograr una mayor convergencia. Chile, en materia comercial, es uno de los países más abiertos al libre comercio, habiendo firmado 26 TLC con 64 países, siendo este tipo de tratados una de las bases de nuestra búsqueda por el desarrollo en el presente milenio.

De allí que la Alianza del Pacífico esté ofreciendo un espacio de gran pragmatismo para que sus países miembros fortalezcan su participación en el comercio regional y global, con mayor musculatura frente a los grandes bloques y potenciales mundiales.

Para poder avanzar en el pleno desarrollo y cumplimiento de los dos tratados es necesario reconocer las capacidades y desafíos que tiene cada país y que debiesen tener algún nivel de sincronía y de convergencia entre ellos. En este sentido, existen dos áreas que requiere un mayor fortalecimiento: nuestras respectivas instituciones y la integración física común.

Por una parte, la integración física es fundamental para avanzar en las metas propuestas y son el centro de atención cada vez que celebramos los Comités de Integración. Ciertamente hemos avanzado mucho en el tema de los pasos fronterizos, con la ampliación de las obras en el paso Los Libertadores, la pavimentación del último trazado carretero en el paso Pehuenche, y las próximas obras del túnel de Agua Negra.

De allí que la posibilidad que se abra próximamente el paso Pehuenche al transporte de carga debe ser valorada como una nueva oportunidad para agilizar el intercambio comercial.

A este nivel, se abre la siguiente pregunta: ¿Será viable reflotar los proyectos ferroviarios como un desafío pendiente para la conexión interoceánica? Dejo esa interrogante como un capítulo pendiente en materia bilateral y en pos de la convergencia Alianza del Pacífico-Mercosur.

Por otra parte, el tema organizacional e institucional va estrechamente vinculado al cumplimiento de las metas y objetivos trazados en el TLC. Lo anterior, porque son los respectivos servicios de aduanas, policías, instituciones sanitarias, los que ejecutan acuerdos de este tipo y los que hacen que ellos se cumplan.

Asimismo, el Tratado ofrece una excelente plataforma para que los actores de la actividad productiva y comercial de cada país impulsen proyectos sinérgicos, a cuyos efectos las autoridades políticas provinciales son fundamentales para materializar los planes de los gobiernos centrales.

A la luz de lo señalado, estimo que los presidentes Sebastian Piñera y Mauricio Macri, colegas y amigos, tienen la oportunidad histórica de convertirse en pivotes de la integración, al considerar que los mercados por sí solos, aun siendo importantes, necesitan algún nivel de dirigismo u orientación, tal como, en su momento, asumieron un rol preponderante los creadores de la Unión Europea, y los fundadores de nuestras jóvenes Repúblicas, José de San Martín y Bernardo O'Higgins.

(*) El autor es Magister en Ciencias Sociales

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