La tevé y los presentadores tuvieron su propio estilo en esta Vendimia 2018

Los nuevos locutores y la televisación del Acto Central encontraron un pulso propio para narrar el espectáculo.

La tevé y los presentadores tuvieron su propio estilo en esta Vendimia 2018
La tevé y los presentadores tuvieron su propio estilo en esta Vendimia 2018

La transmisión televisiva y la locución del Acto Central de la Fiesta Nacional de la Vendimia son un opus aparte.

Una cosa es el escenario en vivo, desde el Teatro Griego, donde el aliento de miles de almas con ganas de festejar resignifican todos los momentos e instancias del acontecimiento. La percepción exaltada por las luces, los sonidos, la noche estrellada y los gritos de júbilo anulan el juicio. Lo mismo sucede en un estadio de rock o en una misa: la fuerza del vivo, la pulsión vibrante del acontecimiento, son las que se imponen.

Pero, desde la fría mediación de las pantallas, otra es la mirada: más distante y racional, por ello, con mayor posibilidad de análisis crítico. Desde esta perspectiva, desde la del espectador de televisión que está mirando lo que otros viven con la piel erizada es que apuntamos estas reflexiones.

Leer no es locutar

Este año, como novedad, los presentadores y animadores de la Fiesta Central de la Vendimia sumaron entre sus filas a varias voces y presencias nuevas: Catalina Aragona, Rodolfo Gravina, Mario Urzúa y Noelia Nieto. En tanto que la expertísima Celia Astargo y Fernando Zárraga (que ya tiene en su haber una Vendimia anterior). Y, hay que decirlo: se hizo notable la disparidad de experiencias.

Hacia el principio de las presentaciones los problemas de sonido no colaboraron con los nervios iniciales que se notaron especialmente en Noelia Nieto y Catalina Aragona.

Ni qué hablar de una mala idea que se repite año a año: el saludo en diferentes idiomas. Ninguno de los presentadores, excepto Astargo, pudo con la faena y esto convierte a la buena intención en un tropiezo innecesario.

El gran oficio y la calidez que tan bien conocemos en Celia Astargo se impuso y supo acompañar a todos los presentadores. Pudo con la corrección estricta, y no más, de Zárraga, Urzúa y Gravina, el tono apocado y tímido de Aragona, la inexpresividad de Noelia Nieto. Y no es que los locutores hayan hecho su trabajo con impericia sino que leer textos frente a un público de 30 mil personas no solo requiere de una gran capacidad locutiva sino de soltura, personalidad y pregnancia en la oralidad, atributos que fueron dominio casi exclusivo de Celia y algo por parte de Urzúa.

Planos que suman

La decisión de ceñirse a la fórmula rígida e inamovible de la trama (la secuencia del huarpe, la llegada de la inmigración, etc.) generó un espectáculo en vivo con atmósferas planas y monótonas, solo quebradas a modo de "injerto" por el eficaz cuadro de la Fundación de Mendoza propuesto como una situación farsesca, con elementos del teatro popular y buenas actuaciones -en especial la intervención de Adrián Sorrentino.

Sin embargo desde la televisión el clima encontró otro curso gracias a los primeros planos en sectores del escenario que no pueden percibirse a primera vista: los músicos de la orquesta, los rostros y gestualidades de los actores, los apuntes de la utilería menor.

Destacamos aquí la aparición de Sandra Amaya, entre los bailarines, cantando en Millcayac con su caja a cuestas y primerísimos primeros planos a guitarristas, violistas, violinistas y bandoneón.

También las tomas aéreas y los ángulos picados y contrapicados permitieron el lucimiento de los dibujos coreográficos y los títulos de anclaje para marcar los cambios de escena fueron guiando al espectador en la construcción del sentido del espectáculo.

El juego de montaje televisivo supo aprovechar además el impacto que la puesta depositó en los vestuarios y la iluminación para destacar las "tonalidades" del espectáculo. Así como la fuerza que le impone la música en vivo, algo que en el escenario se pierde debido a la ubicación de la orquesta instalada en un escenario central pero despegada el espacio escénico de la puesta.

De este modo en esta edición 2018, la televisación y presentación de la Vendimia también tuvo su propia y exclusiva personalidad; algo que no todos los años se logra.

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