Lo que vendrá: la revolución en los alimentos

Lo que vendrá: la revolución en los alimentos
Lo que vendrá: la revolución en los alimentos

Una coincidencia climática en las antípodas puede dejarnos una enseñanza muy positiva, si sabemos ver. El verano pasado fue el más caluroso registrado en Japón, alcanzando temperaturas en Tokio de 35 grados durante toda una semana a principios de agosto. Algo similar sucedió en diciembre pasado en Argentina. Las diferencias se registran en las respuestas para enfrentar el problema.

Frente a esta situación el director del Proyecto Invernaderos de Panasonic Takayoshi Tanizawa señalaba: “Durante los últimos 4 ó 5 años, el precio de las verduras ha subido cada año por el calor…    los agricultores dicen que nunca han experimentado este calor antes y que ya no pueden cultivar verduras en verano. También hay muchos episodios de fuertes lluvias.

El tiempo inusual se está convirtiendo cada vez más en algo ‘normal’” . En el caso argentino la preocupación fueron los cortes de electricidad y aún está pendiente su solución.

En Japón la respuesta proviene del sector privado. Para ayudar a los agricultores a afrontar los cambios climáticos, competir con las importaciones más baratas y ante la disminución de la mano de obra agrícola, las firmas de alta tecnología aplican su experiencia en el ahorro de energía y con programas en la nube.

Firmas como Panasonic, Fujitsu y otras, están trabajando en invernaderos automáticos y campos controlados por sensores que aseguren condiciones constantes para producir verduras de alta calidad durante todo el año. Esto les abre una oportunidad en un nuevo nicho de mercado para compensar la caída en la demanda de consumo de electrónica.

Fujitsu lanzó Akisai, “Greenhouse Horticulture SaaS”, un sistema agrícola en la nube, para revitalizar la producción regional de alimentos. Consiste en un modelo de implementación de software, disponible bajo licencia, para horticultura de invernadero, que permite la supervisión y operación de equipos de unidades de ventilación, calefacción y riego mediante control remoto.

Dispone de una “Caja de Control del Medio Ambiente en Invernadero”, que permite la creación de un entorno de suministro estable que mantiene altos niveles de calidad. Realiza operaciones por lotes de acumulación de datos de los sensores y ejecuta funciones de control del equipo en los invernaderos.

El sistema permite que los productores puedan desde un escritorio en Tokio, o incluso en Nueva York, cultivar verduras en Shizuoka, utilizando una tablet que controla aspersores, ventiladores y calefactores en respuesta a los cambios de temperatura y humedad que registran los sensores en campos o invernaderos.

Estas empresas también están reconvirtiendo fábricas creando en las instalaciones campos de cultivo. Toshiba comenzará a cultivar en una antigua planta de disquetes cerca de Tokio, mientras que Panasonic producirá rábanos y lechugas dentro de una fábrica de Singapur, y Sharp Corp. cultivará fresas en interiores en la calurosa Dubai.

Las iniciativas privadas para transferir la capacidad tecnológica de un sector económico a otro son apoyadas por el gobierno. El primer ministro Shinzo Abe, promueve el uso de sensores y robots para mejorar la producción y exportación agrícola, especialmente si Japón aceptara tarifas agrícolas más bajas en función del acuerdo de libre comercio de la Asociación Transpacífica.

Asimismo las pruebas de campo de los sistemas de control que utilizan “Greenhouse Horticulture SaaS” y la “ Caja de control de Medio Ambiente en Invernadero”, se realizan en cooperación con el Instituto de Investigación Agrícola de Miyazaki. Dicha cooperación forma parte de dos programas de investigación: “Construcción de Sistemas Autónomos descentralizados aplicando información avanzada a áreas de cultivos de Japón” y “Revitalización Regional de Producción de Alimentos”.

Las expectativas, según la firma de investigación de mercado Seed Planning, son que la demanda interna de sistemas agrícolas que apliquen tecnologías de la información en la nube se multipliquen por nueve para alcanzar 60.000 millones de yenes -unos 63.000 millones de dólares- en 2020.

Dentro del mundo de los alimentos deberíamos sumar a nuestro análisis la experiencia realizada en Londres, en agosto del año pasado, donde se pudo consumir la primera hamburguesa de cultivo, elaborada a partir de células madre en seis semanas en un laboratorio, financiada por Sergey Brin, cofundador de Google.

Este hecho, entre nosotros, pareciera sólo haber sido considerado como una curiosidad informativa, sin impacto alguno visible entre ganaderos, empresarios frigoríficos, investigadores científicos, desarrolladores, empresas de base tecnológica o funcionarios gubernamentales. ¿No resultaría necesario evaluar cómo esta tecnología afectará nuestra competitividad en el sector en las próximas décadas?

Por último, si se toma en cuenta también el creciente efecto sobre la opinión pública de activistas ecológicos, que van a promover iniciativas de este tipo porque no tienen impacto sobre el medio ambiente, como sí lo tienen los sistemas actuales de producción, tendríamos que repensar muy rápida y profundamente nuestras políticas agrícolas.

No hacer nada no es una opción sin costos, por el contrario, estos pueden ser muy altos, porque, como afirmaba Perón, “quien no tiene buena cabeza para prever, debe tener buenas espaldas para aguantar”.

* Doctor en Historia e investigador de futuros. Preside el Centro Latinoamericano de Globalización y Prospectiva, nodo del Millennium Project.

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