Cruce de los Andes: las huellas de una gesta heroica

En el mes conmemorativo de la partida del Ejército de los Andes para libertar a Chile y Perú, investigadores cuentan cómo era la Mendoza de entonces. Y hablan de una deuda no saldada con los soldados mendocinos.

En estos días se están celebrando 198 años del inicio del histórico cruce de la cordillera de los Andes del ejército libertador del general José Francisco de San Martín, una fuerza de 5.200 hombres que había sido entrenada en nuestra provincia.


Si no se hubiesen atravesado las montañas, habría sido imposible lograr la emancipación de Chile y Perú, en definitiva la emancipación americana.
Entonces, la partida de las columnas y el sobrepaso de las altas cumbres son acontecimientos históricos que deben recordarse.

De hecho habrá una simulación de la partida que recorrerá la capital mendocina, con inicio en el Campo Histórico El Plumerillo, en Las Heras.

Como lo que se evoca es un escenario de guerra, se puede sostener que hay frentes de ataque para avanzar sobre el tema.

Uno de ellos es repensar cómo era Mendoza, o Cuyo, más bien, en los años previos al plan continental, en 1814, cuando el hombre nacido en Yapeyú asumía la Gobernación-Intendencia, episodio del cual se ha cumplido el bicentenario.

Los recursos eran escasos y la población muy pobre. Marcelo Calabria, autor de "San Martín, modelo de líder americano", sostiene que "la preparación del ejército emancipador transformó a Mendoza de manera rotunda.

Pasó de ser un caserío apagado, una región olvidada dentro de las Provincias Unidas del Río de la Plata, para convertirse en un estado activo, en un centro comercial de importancia.

Se impulsó la agricultura, la participación ciudadana (el pueblo se movilizó) y apareció el primer estado benefactor que atendía todos los aspectos de los residentes de entonces; se puso en marcha lo que llamaríamos hoy una economía social, de manera que pequeños latifundistas, comerciantes y artesanos (los oficios), trabajaron en pos de lo que necesitaba el estado para sostener una guerra".

San Martín se ocupó de la salud, de la economía, de la educación (al fundar el primer colegio secundario de Mendoza, el de la Santísima Trinidad, y hasta legisló sobre tránsito, prohibiendo que los caballos trotaran en lo que podríamos denominar el radio céntrico. El gobernador hizo construir  canales, la Alameda y encaró medidas que sacaron a la aldea de su postración, con apoyo sin límites del pueblo.

La incipiente industria vitivinícola recibió medidas directas de protección, y es inevitable referir que 200 años después el sector está en riesgo.  "San Martín comprendía -dice Felipe Pigna, en su última obra, "La voz del Gran Jefe",  que sin el fortalecimiento de la economía cuyana eran escasas las posibilidades de contar en poco tiempo con recursos suficientes para defender a la gobernación de un ataque realista y pasar a la ofensiva con su proyecto libertador". Era, en suma, un gran defensor de la producción nacional, como también lo fue Belgrano.

Con respecto a la bebida derivada de la uva, Elvira Búcolo, directora del Archivo General de la Provincia, hace referencia a su importancia en la alimentación del soldado durante el cruce y la campaña bélica.

"Si leemos las memorias de Guillermo Miller, gran colaborador del general, él hace referencia a que se trasladaron 33 cargas de vino, ya que dentro de la ración diaria de comida figuraba una botella de vino o aguardiente. La dieta, muy rica en calorías y dispuesta por el médico de la expedición, Diego Paroissien, consistía en el plato valdiviano, que contenía charqui molido, harina de maíz, cebolla y grasa, ya que el aceite de oliva se usaba en poca cantidad".


El homenaje ausente
El investigador histórico, profesor universitario y ex camarista de la justicia del Crimen, Enrique Díaz Araujo (80), dio otra visión sobre la gesta.

Sostiene que está pendiente el reconocimiento del Estado mendocino a los miles de soldados que formaron la tropa en el frente bélico, merecedores de un monumento recordatorio que perpetúe su memoria, como hizo San Luis con los nativos de esa provincia que murieron en los sucesivos combates. Se los recuerda con una expresiva estatua en Las Chacras, a 13 kilómetros de la capital puntana.

Díaz Araujo machaca: "Esos cuyanos salieron de Mendoza en 1817, y luego se unieron muchos más a partir de abril de 1818, cuando hubo que remontar las acciones y llevar nuevos guerreros en reemplazo de los caídos en la campaña.

En total sumaron 7.000 hombres. Pasados los años, en 1826, los integrantes del ejército regresaron a Buenos Aires: los cuyanos sobrevivientes eran 7; los restantes habían ofrendado la vida por la independencia americana".

Díaz Araujo acaba de culminar el que podría ser el último libro sobre el prócer, cronológicamente hablando, "San Martín, cuestiones disputadas", de 1.200 páginas en 2 tomos e ilustraciones de Fidel Roig Matons, editado por la Universidad de La Plata y el colegio San Francisco Javier de Mendoza.


Cómo pudieron
En el capítulo de analizar lo arduo y difícil que resultó para el ejército criollo cruzar la cordillera con los recursos de entonces, tercia Saúl Contardi (87), de Luján de Cuyo, sanmartiniano de ley, quien ha hecho 11 cabalgatas siguiendo el derrotero de los distintos pasos de las columnas, incluida la de Paso de los Patos (San Juan), que realizó San Martín antes de vencer en Chacabuco.

"Con las comodidades y pertrechos de ahora cuesta hacer el cruce, imaginemos lo que habrá sido para esos hombres la travesía en aquellos tiempos, una verdadera hazaña, que llevó a decir al jefe de la fuerza que 'el tránsito sólo de la sierra ha sido un triunfo' ", sostiene Saúl, quien por su edad ya no puede realizar esos operativos.

A su turno, otro difusor del Libertador, el doctor Amado Oscar Juan, afirma que la militancia sanmartiniana "ha vuelto a ponerse en el tapete y debe mantenerse porque el prócer es un arquetipo donde los argentinos podemos mirarnos e imitar".

Breve cronología de la hazaña

A partir del 17 de enero de 1817, inició el Ejército de los Andes, el avance de sus columnas principales por los pasos de Los Patos y Uspallata. Por el primero iban las fuerzas de Soler, O'Higgins y San Martín, en ese orden y a prudente distancia.

El grueso del ejército al mando del propio jefe de la expedición, el general San Martín, tomó la ruta llamada Paso de Los Patos (Calingasta, San Juan).

Las rutas sanmartinianas fueron 6. Paso del Planchón, al mando de Ramón Freire. Partió de El Plumerillo. Paso del Portillo, encabezada por José León Lemos. Partió del Fuerte de San Carlos.

Las 2 últimas cruzaron por el sur. Paso de Uspallata, jefe Juan Gregorio de Las Heras, con inicio de marcha en El Plumerillo. Paso de los Patos, con el general en Jefe, general José de San Martín a la cabeza, donde también iba Bernardo O'Higgins. Paso de Guana, jefe Juan Manuel Cabot, salida del mismo campo de instrucción lasherino. Paso de Come-Caballos, expedición comandada por Francisco Zelada. Salió de Tucumán.

Todo el ejército tenía 5.200 hombres, 16.600 mulas y 1.200 caballos.

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