La “heladera social” alimenta a unas 20 personas

Desde el lunes pasado se ofrecen viandas gratuitas para todos aquellos que lo necesiten. Buscan colaboración con los alimentos y que se expanda la idea.

Ubicada sobre calle Tiburcio Benegas al 748 de Ciudad, llama la atención de los transeúntes. Algunos se acercan a mirar tímidamente, mientras que otros lo hacen con confianza, abren su puerta y retiran un plato.

Se trata de la primera “heladera social” de Mendoza, una iniciativa que busca recuperar los alimentos que muchas veces terminan en la basura y ofrecerlos en condiciones adecuadas a las personas que los necesitan. La idea surgió en Tucumán y fue imitada en nuestra provincia por el Instituto de Alta Gastronomía Arrayanes.

La heladera “sale a la calle” de 8 a 20 desde el lunes pasado rellena con fideos con boloñesa, empanadas, carne a la masa, fruta, bandejas con ensalada y jamón crudo, entre otros platos. Se estima que son unas 20 personas las que de allí se proveen. Para los organizadores se trata de un éxito total, pero piden colaboración tanto de particulares como de organizaciones para poder satisfacer a todos. Además, quieren que se multipliquen las heladeras para poder lograr un verdadero cambio en la provincia.

Aldo Ansaldi, director de Arrayanes, se enteró del proyecto tucumano en la televisión y no dudó en replicarlo en la escuela de cocina que dirige. “Me pareció muy interesante porque me encanta ayudar a la gente. Tuve una infancia bastante complicada y sé lo que es pasar hambre”, recordó el cocinero, quien ha visto en reiteradas oportunidades personas buscando comida entre la basura.

“Me parece que le tenemos que dar la vuelta a esta situación, porque hay mucha comida que se tira cuando está perfectamente en condiciones y puede ser aprovechada por alguien que lo necesita”, expuso.

Los primeros días del proyecto se acercaron tímidamente unas 5 personas, pero con el pasar del tiempo se fue corriendo la voz y esa cantidad fue creciendo. “Hoy son unas 20 personas las que vienen: a veces son chicos, otras adultos y también familias enteras”, relató el director de Arrayanes.

Si bien tratan de tener la heladera llena durante todo el día, a veces se les hace complicado. “La vamos llenando con lo que van cocinando los alumnos, pero hay días en los que se dictan otras clases en las que no se cocina”, declaró. Por esta razón, Ansaldi recorrió varios restaurantes de la calle Arístides Villanueva, a una cuadra de la escuela, para que colaboren con la comida que les sobra. Además, solicita la participación de todo aquél que lo desee. “Todos tenemos en la casa algo que no se utiliza”, remarcó.

Para que les sirva, ellos piden que les lleven comida que no haya estado en los platos, sino en fuentes u ollas. Una vez allí ellos revisan su estado con una bromatóloga del instituto, la colocan en una bandeja plástica y la rotulan con la fecha de elaboración. “La comida tiene que ser del día y, de hecho, la heladera tiene menos temperatura de lo normal para que se conserve mejor”, deslizó.

Comensales respetuosos
Juan Pablo Cantó es recepcionista de Arrayanes y quien recibe a la mayoría de las personas que se acercan hasta la heladera. "Viene mucha gente y preguntan si se puede sacar algo. Nosotros les decimos que no se lleven más de una o dos viandas para que alcance para todos y ellos lo respetan", narró el joven desde el mostrador.

En este corto tiempo, él ha podido conocer las historias de algunas personas que se acercan hasta allí. “Vino una señora caminando desde El Challao a buscarle comida a su hija para que pudiera comer antes de irse a la escuela”, narró conmovido.

Un aspecto negativo que ha notado son los “avivados de siempre” que sacan comida y realmente no la necesitan. “No podemos decirles que no, por eso es necesario que se tome conciencia de que se trata de una idea solidaria”, remarcó Cantó.

Quieren multiplicar la iniciativa

Desde Arrayanes son conscientes de que su pequeño aporte no logrará reducir el hambre en la provincia, por lo que esperan que la idea se multiplique para generar un verdadero cambio.

“Si tuviéramos 50 heladeras repartidas en todo Mendoza entonces sí, la situación podría ser otra. Si entre todos ponemos un granito de arena y sumamos desde nuestro lugar de trabajo, se puede generar un cambio”, subrayó Ansaldi.

De hecho, están pensando en una segunda heladera. “Tenemos una sede en Junín y desde la Municipalidad nos han pedido que coloquemos otra allá”, contó.

Los alumnos del instituto ven con buenos ojos el proyecto. Dos chicas contaron: “Una señora que se enteró vino desde Chacras y compró frutas para dejar en la heladera. Además, se comprometió a hacerlo cada dos semanas”.

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