Acuerdos, bases y erres dobles

¡Cuántas veces hemos tenido dudas al tener que utilizar, en nuestra comunicación cotidiana, frases con el sustantivo “base”! No sabemos cuáles están permitidas, cuáles son de uso habitual, pero no son correctas, y cuáles formas deben sustituir a aquellas que se consideran incorrectas. Veamos una lista de frases formadas con “base”:

A base de. Locución preposicional que, seguida de un sustantivo, expresa que lo denotado por él es el fundamento o componente principal: “Todo lo que ha logrado en su vida ha sido a base de un gran esfuerzo y sacrificio”.

Esta locución también significa “por medio de o valiéndose de”: “Para ahorrar un poco, usa un calefón a base de energía solar”.

Es válida también esta construcción si va seguida de un infinitivo; en ese caso,  significa “a fuerza de”, esto es, como consecuencia de la acción reiterada denotada por el verbo’: “A base de repetir y repetir, ha logrado aprender los verbos irregulares”.

Es incorrecto, en cualquiera de estos casos, el uso de “en base a”.

Bajo la base de. Es error por ‘sobre la base de’. Entonces no a “Obró de ese modo bajo la base de los consejos de sus predecesores”. Debió decirse: “Obró de ese modo sobre la base de los consejos de sus predecesores”.

Con base en. Es correcta. Precede a la expresión del lugar en el que se concentran instalaciones o equipos, generalmente militares, y que sirve de punto de partida para las distintas operaciones: “La aviación nacional, con base en el aeródromo de Tablada, se adueñó del aire”.

En el primer tercio del siglo XX, comenzó a usarse en el lenguaje jurídico con el sentido de “con apoyo o fundamento en”: “Este tratado solamente podría ser realizado con base en el Derecho internacional”. De ahí ha pasado a otros ámbitos y está hoy bastante extendido, más en América que en España: “Aquí vemos aparecer, con base en los estudios del astrónomo copernicano Felipe Lansbergio, los desarrollos ulteriores de la teoría heliocentrista”.

No hay razones lingüísticas para censurar su empleo en estos casos, pues la noción de ‘apoyo o fundamento’ está presente en la palabra “base”, y las preposiciones “con” y “en” están bien utilizadas; no obstante, en el uso culto se prefieren otras fórmulas más tradicionales, como “sobre la base de, en función de, basándose en, a partir de, de acuerdo con, según”, etc. Sí es censurable la locución de sentido equivalente “en base a”, en la que las preposiciones en y a no están justificadas. Podría tratarse de un calco del italiano “in base a”, única lengua de nuestro entorno en la que se documenta —desde finales del siglo XIX— esta locución, ya que en inglés se dice “on the basis of” y en francés “sur la base de”

¡Cuántas veces, cuando estábamos rindiendo un examen o hablando de modo formal, usábamos la locución “de acuerdo a…” y nuestro interlocutor nos corregía y cambiaba esa expresión por “de acuerdo con…”! Los años han pasado y la normativa se ha flexibilizado en muchos aspectos; así, al leer qué se nos indica respecto de estas formas, encontramos esta respuesta: DE ACUERDO CON es una locución preposicional, que significa “según o conforme a”: “De acuerdo con el juicio de ese escritor, no todo tiempo pasado fue mejor”. Esa forma, “de acuerdo con”, es la preferida en el habla culta, tanto de España como de América, aunque existe la variante “de acuerdo a”, más frecuente en América que en España, surgida probablemente del inglés “according to” y solamente válida si lo que introduce se refiere a cosas: “Viajaremos en unos días de acuerdo a tus planes”. Cuando la locución introduce un sustantivo de persona y significa “con arreglo o conforme a lo que dice u opina esa persona”, el uso culto solamente admite “de acuerdo con”: “De acuerdo con el poeta latino Horacio, debemos disfrutar el día y pensar lo menos posible en lo que vendrá”.

Hace unos días, recibía una recomendación de la FUNDÉU (Fundación del Español Urgente) acerca de la escritura correcta del gentilicio que indica “natural de Costa Rica”; el mismo es “costarricense” ya que la R inicial de la palabra “Rica”, ahora integra una palabra y, al quedar en el interior de la misma y para mantener el sonido de vibrante múltiple, debe transformarse en el dígrafo RR. Análogamente, el natural de Puerto Rico será un “puertorriqueño”, forma más actual que “portorriqueño” que perdió vigencia al final del siglo XX.

Esta duplicación de la vibrante ocurre habitualmente cuando formamos palabras, por derivación o por composición, a partir de un vocablo que comienza con R: así, la autoridad que viene inmediatamente debajo de un rector será un “vicerrector”. No solamente debemos duplicar la vibrante sino que, además, no es correcta la escritura “vice-rector” pues los prefijos deben ir soldados a la palabra base.

Si vamos a un negocio que vende artículos de muchos rubros, diremos que dicho negocio es “polirrubro”; colocamos en autos y viviendas alarmas “antirrobo” y pagamos multas por caer en lo “antirreglamentario”; un rayo en una tormenta eléctrica es captado por un “pararrayos”; el medicamento que alivia los dolores de reuma será un “antirreumático”; el ritmo de vida es el “biorritmo”, el regulador de calor es un “termorregulador”, los retratos se colocarán en un “portarretratos” y los vidrios que impiden el daño que produce el reflejo serán “antirreflejo”; cuando admiramos en relieve la labor o figura que resalta sobre el plano, hablamos de “bajorrelieve”. ¿Por qué hemos duplicado la R? Porque en cada uno de estos vocablos, respectivamente, “rubro”, “robo”, “reglamentario”, “rayos”, “reumático”, “ritmo”, “regulador”, “retratos”, “reflejo” y “relieve”, si bien comenzaban con el grafema “r”, en todos ellos escuchábamos el sonido de vibrante múltiple. Para conservar, entre vocales, ese sonido de vibrante múltiple  se debe utilizar ortográficamente el dígrafo RR.

Sobre la autora

María del Rosario Ramallo es profesora y licenciada en Letras y Especialista en Docencia Universitaria. Ex directora de la Carrera de Letras, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCuyo. Es titular de las cátedras “Semántica. Fonética y Fonología” y “Filología Hispánica II”. Es autora de varios libros de ortografía y normativa y coordinadora de un equipo de investigación sobre el habla mendocina.

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