Hace unos días, y con la presencia de Miguel Botafogo y Jorge Senno, se presentó en Buenos Aires “Bien al sur” (Gourmet Musical Ediciones), el libro ideal para melómanos empedernidos, escrito por Gabriel Grätzer, músico versado en blues country y gospel, y el periodista Martín Sassone.
Lejos de ser un compilado de anécdotas o una mera enciclopedia de bluseros y bandas, es un trabajo que analiza en profundidad -y basándose en diversas y fiables fuentes- el derrotero de un género musical que tiene más peso del que muchos creen dentro del panorama musical argentino.
Armado con un orden cronológico que ayuda a no perderse entre tantos nombres y datos, es un trabajo que encuentra pocos pares a nivel local por el escrúpulo evidente de sus autores que, además, se mueven en otras vías de divulgación del tema que tanto los apasiona (Grätzer, es también creador y director de una escuela de blues y Sassone lleva adelante el blog Malbec & blues, y el programa de radio Bluscavidas que va los sábados a las 22 por la Rock & Pop).
El libro detalla cómo, desde el Sur de Estados Unidos, las primeras expresiones de música folclórica norteamericana que más tarde derivaron en lo que conocemos como “Blues”, llegaron a la nuestro país a fines del siglo XIX, para ir mutando y afianzándose al mismo tiempo con el correr de los años.
Su comunión con el primer rock nacional de la década del 60, las visitas de los legendarios del género durante los años 90 y los estilos, propuestas e historias de los músicos que lo acogieron como propio, son algunas de las joyitas con las que Grätzer y Sassone deleitarán al lector.
Aquí un fragmento para entender el rigor y el tono de la obra:
“Pocas músicas folclóricas trascendieron sus propias fronteras geográficas y culturales de la forma en que lo hizo el blues. No es una mera formulación o un punto de vista personal: es un hecho consumado que se sostiene por diversos y elocuentes factores, entre ellos la derivación y continuación que tuvo, y aún tiene, en casi todas las músicas contemporáneas.
Desde el rock & roll hasta el heavy metal, desde el punk hasta el pop, del jazz al soul, todos estos estilos nacieron, directa o indirectamente, del blues: su semilla. Primeramente, desde los campos del sur de los Estados Unidos, a orillas del río Mississippi, el blues se trasladó a los grandes centros urbanos de ese país para luego conquistar Europa y, finalmente, el resto del mundo.
Fue un largo proceso y ya se analizarán las razones de este fenómeno sociocultural y los motivos de las muchas transformaciones que sufrió hasta llegar a nuestro país y adquirir, aquí, una forma e identidad. Ambos tuvimos la oportunidad, por nuestras profesiones, de viajar por todo el mundo, conocer y charlar con músicos deblues de los más diversos países aun antes que Internet acortara esas distancias.
En las diferentes latitudes, este género se siente de la misma manera y con idéntica pasión. No importa la lengua: el blues es, en sí mismo, un idioma universal. Sin embargo, notamos que, así como a partir de los años sesenta, Inglaterra creó un blues con una personalidad propia –al punto que la historia lo denomina “blues británico”–, en la Argentina se dio un fenómeno similar.
Es entonces cuando nos surgió la inquietud de intentar develar las razones de esta idiosincrasia, qué hace al bluesargentino diferente y qué es aquello que le da un sentido tan especial. Por eso, repasar parte de su historia, recopilar testimonios, ahondar en la discografía y hurgar, exhaustivamente, en todos los aspectos que hacen al género fue una tarea que se hizo necesaria para poder plasmar una idea propia que defina al blues local.”