El agua en Mendoza y sus interrogantes

Vivimos en un desierto al que poblamos día a día. La problemática alrededor del vital recurso es uno de los ejes para vertebrar el desarrollo de nuestra provincia.

El agua es garante de la humanidad. Los seres humanos dependemos del agua para vivir. Representa cerca del 70% de nuestra masa corporal. En plantas, el agua puede representar hasta 90% de su composición. La falta de agua durante el crecimiento de vegetales puede destruir hasta ecosistemas.

Además, tiene gran capacidad para disolver otras sustancias, permitiendo el intercambio de materia entre los organismos y el ambiente. Eso también torna que el recurso sea determinante en la producción de alimentos.

En la vida moderna, y en los centros urbanos, el agua es indispensable para la limpieza de ciudades y en el sector de la construcción civil. En nuestras casas tampoco podríamos vivir sin ella: la utilizamos en la limpieza doméstica, la higiene personal y para cocinar. Es esencial para la producción de energía eléctrica, sin contar que es utilizada en industrias, contribuyendo a la generación de productos y empleos.

En síntesis, el agua es el único recurso natural que es usado para todas las actividades humanas. Y sin ella no sería posible el desarrollo agrícola e industrial. Y, al contrario de lo que se pueda imaginar, la actividad que más agua requiere es la agricultura. Cerca de 70% del líquido que se consume en el planeta es utilizado para regadíos de cultivos.

Vaticinio preocupante

En un reciente informe elaborado por la ONU, si los actuales niveles de consumo se mantienen, vaticinan que para 2025, dos tercios de la población del mundo padecerán la escasez de agua. Es un aviso acerca de un cambio cultural significativo: debemos asumir una realidad que nos afecta, y utilizar el agua con prudencia, y evitar su desperdicio y, especialmente, su contaminación. De este cambio cultural, aunque suene apocalíptico, depende ni más ni menos el futuro de la vida en el planeta.

Analizando lo que sucede en Mendoza, un principio de solución es destinar el dinero cobrado por regalías petroleras y mineras que recibe nuestra provincia a acciones estratégicas.

Es impostergable el estudio, ejecución y ampliación de la actual red hídrica. Es que la problemática alrededor del agua es uno de los ejes para vertebrar el desarrollo de nuestra provincia. Como es sabido por todos, vivimos en un desierto, al que día a día lo poblamos en los distintos oasis, gracias a una cultura encomiable: la del trabajo y la superación.

El riego

Por esta razón, es interesante detenerse en algunas de las conclusiones que ha publicado el Departamento General de Irrigación respecto al futuro del recurso en Mendoza:

"El uso del agua en la provincia estuvo concentrado en la derivación y almacenaje del agua para ser aplicada al suelo con métodos tradicionales de riego. El gran avance se dio teniendo en consideración la gran cantidad antes que la calidad del uso (...)

Por otra parte, las demandas y requerimientos de la sociedad moderna determinan que cada día se use mayor cantidad del recurso para abastecer sus necesidades. Por ello se supone que los desafíos del futuro estarán concentrados en el mantenimiento de la calidad, tanto del recurso superficial como del subterráneo. El futuro estará condicionado por la calidad de agua, los productos agrícolas que se cultiven tendrán que guardar niveles mínimos de contaminación como consecuencia de las exigencias de los mercados externos a los que se dirigirá la producción".

Ante este panorama surgen varios interrogantes para los especialistas, acerca de uno de los aspectos claves del desarrollo de Mendoza en el siglo XXI.

Es por eso que comparto esta preocupación, rescatando la obra progresista de un visionario, el ingeniero César Cipolletti, héroe de nuestros desiertos.

Dudas

Mis interrogantes acaso puedan ayudar a generar una discusión que los mendocinos nos merecemos y necesitamos:

1) ¿Contamos en Mendoza con un Plan Estratégico para encarar las próximas dos décadas respecto a la agricultura, la protección del medio ambiente y el aprovechamiento del recurso agua? ¿Existe un plan maestro para evitar la contaminación?

2) ¿Cuál es el papel del Estado en la redirección de nuestra matriz productiva agrícola?

3) ¿Nuestros productores acceden a créditos para la reconversión tecnológica de sus cultivos y la no contaminación del agua?

4) ¿Cuál es el papel de los especialistas y técnicos mendocinos en la administración de nuestra agua? ¿Cuáles sus planes y las opciones para enfrentar escenarios complejos? ¿Cómo permitir que sus conocimientos sean la base democrática para tomar decisiones fundamentales?

5) ¿Será una tarea imposible reunir a productores, empresarios, políticos, técnicos, ingenieros y otros especialistas, para anticiparnos a problemas comunes? ¿Será imposible no adelantarnos a los problemas y buscar soluciones, con responsabilidad e inteligencia? El agua ya es un problema de Estado en Mendoza. Nuestros hijos y nietos nos reclaman seriedad. Depende de nosotros.

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