Una suboficial de la Marina en misión humanitaria en Haití

Alejandra Aguilar Orozco lleva 22 años en esa Fuerza, su “elección de vida”. Nacida en Guaymallén, desde octubre del año pasado está destinada en el golpeado país centroamericano como parte de una misión de paz.

Una suboficial de la Marina en misión humanitaria en Haití
Una suboficial de la Marina en misión humanitaria en Haití

Alejandra Aguilar Orozco lleva 22 años en la Armada Argentina, es suboficial primero y desde octubre del año pasado se encuentra desplegada en la República de Haití. Nacida en San José, departamento de Guaymallén, la marina mendocina cuenta en esta nota su trabajo relacionado con la ayuda humanitaria en el golpeado país centroamericano y su vida dedicada al mar.

La suboficial Aguilar es parte del Batallón Conjunto Argentino XX que integra la Misión de Estabilización de Paz en Haití (Minustah) bajo el mandato de Naciones Unidas. El batallón está conformado por hombres y mujeres del Ejército, de la Fuerza Aérea y de la Armada Argentina; y la misión, a su vez, por militares de diferentes nacionalidades.

La mendocina de 39 años trabaja en el área de Coordinación Cívico-Militar del Batallón Conjunto, que coordina la ayuda humanitaria y brinda apoyo a la comunidad civil siendo el nexo entre los militares y organismos civiles. “Colaboramos con el personal regional de la Minustah, de Derechos Humanos, con las Organizaciones No Gubernamentales locales y de derechos civiles, entre otras”, contó Alejandra.

“Es así que nos encargamos de visitar orfanatos, escuelas, centros de asistencia médica, barrios, para brindarles apoyo, ya sea distribuyendo agua, comida o materiales”, amplió respecto de sus tareas en el país extranjero.

“Es una experiencia única que sólo la conoce quien la vive y también ha sido muy emotiva en lo personal, porque cuando estamos lejos o vivimos una realidad distinta a la que estamos acostumbrados, uno descubre el valor de lo que tiene”, aseguró.

En Argentina volverá a desempeñar su especialidad como Furriel (administrativo naval) en la secretaría privada del Comando de Adiestramiento y Alistamiento de la Armada en la Base Naval Puerto Belgrano.

Alejandra resumió en una palabra la razón de ser marina: felicidad. “Me gusta lo que hago y soy feliz haciéndolo. La Armada Argentina es para mí una elección de vida y deseo seguir cultivando experiencias; siempre me gustaron la disciplina, el respeto, la camaradería y el trabajo en equipo”. Para ella, servir a la Patria es “brindarle a mi país todo lo que soy y lo que tengo”.

Lejos de su terruño
Tenía 17 años cuando decidió ingresar a la Armada en febrero de 1993, porque "siempre me gustó la idea de ser parte de una Fuerza aunque en mi familia nadie es militar; pero mi sueño era ingresar".

Lo cumplió y, a la vez, cumplió el de su mamá: “Ella decía que si hubiera tenido un hijo varón le hubiera gustado que fuese militar... y como tuvo dos mujeres, se le cumplió el sueño conmigo”.

Alejandra contó que sus padres le dieron libertad para elegir lo que ella quisiera estudiar y cuando ingresó a la Armada, terminado el colegio secundario, la apoyaron, la acompañaron en la carrera naval y hoy se sienten orgullosos de ella.

“Extraño los domingos cuando se juntaba toda la familia en la casa de mi nona y ella amasaba tallarines o los asados de papá”, relató viajando con la memoria a Guaymallén, donde nació. Entre sus recuerdos están el paisaje mendocino y las escuelas donde asistió: el Instituto Profesor Arlinton Lucero (IPAL) y el colegio San José de las Hermanas Domínicas.

Sus padres, Ángela e Hipólito, y su hermana Marcela aún viven en el barrio San Javier de Guaymallén, donde ella pasó toda su vida hasta que dejó Mendoza.

Alejandra actualmente tiene su domicilio en Punta Alta, ciudad cercana a Puerto Belgrano (sureste de la provincia de Buenos Aires), y está casada con Fabián Brítez, quien también es suboficial primero Furriel de la Armada. Tienen dos hijos: Federico y Sofía, y un nietito llamado Bautista.

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