Una solución cuando fallan las escuelas

El mundo les ha fallado a los niños en los países pobres. Ha habido campañas mundiales para hacer que más niños vayan a la escuela, pero no es suficiente. La métrica crucial no es que los niños vayan a la escuela, sino que los niños aprendan en ella.

Imaginen una escuela primaria a la que se presentan los alumnos, pero no los maestros. Donde 100 alumnos se apretujan en un salón de clases, pero no les dan ningún libro. Donde los maestros son, a veces, analfabetas y periódicamente abusan de los alumnos. Donde las familias pagan por debajo del agua para recibir educación "gratuita", pero los alumnos no aprenden a leer.

Eso es la educación pública en muchos países pobres.

De ahí que la hostilidad de los sindicatos estadounidenses de maestros y de algunos de sus partidarios progresistas hacia las pruebas en administración privada de escuelas públicas en otros países se producto de una gran malinterpretación. Este país, Liberia, está realizando un experimento importante para ayudar a los niños a aprender en los países pobres; y lo han debilitado unos estadounidenses, mal informados, incluidos algunos de mis compañeros liberales.

"Ha fallado el 'statu quo'", me dijo George Werner, el ministro de educación de Liberia. "Los maestros no se presentan, aun cuando les paga el gobierno. No hay libros. La capacitación es débil. No es segura la infraestructura escolar".

"Tenemos que hacer algo radical", añadió.

Así es que Liberia le está entregando algunas escuelas públicas a las Academias Internacionales Bridge, una empresa privada a la que respaldan Bill Gates y Mark Zuckerberg, para ver si lo puede hacer mejor.

Hasta ahora, parece que sí puede y mucho mejor. Un estudio provisional que se acaba de terminar muestra que las escuelas Bridge superan a las que maneja el gobierno en Liberia, y se espera que una prueba aleatoria confirme esta conclusión. Sería extraño que las escuelas con maestros y libros no superaran a las que no los tienen.

Si el experimento sigue teniendo éxito, al ministro de educación de Liberia le gustaría entregar "tantos planteles como sea posible" a los proveedores privados. Algunos países en Asia y otros en Africa también están interesados en adoptar este modelo.

La idea de entregarle las escuelas públicas a una compañía con fines de lucro provoca indignación en algunos círculos. No hay alguna hostilidad particular hacia Bridge porque opera cientos de planteles, tanto públicos como privados, en países pobres (los privados en otros países les cobran a las familias cerca de siete dólares mensuales).

"El modelo educativo con fines de lucro de Bridge les está robando una buena educación a los alumnos", declaró en otoño Lily Eskelsin Garcia, la presidenta de la Asociación Nacional de Educación (ANE), el sindicato de maestros más grande de Estados Unidos. Educación Internacional, que representa a la ANE y a otros sindicatos magisteriales en todo el mundo, execra en forma similar contra Bridge y el gobierno liberiano.

Yo entiendo los temores de los críticos (y comparto algunos sobre las escuelas con fines de lucro en Estados Unidos). Ven la entrega de los planteles a Bridge como el desmantelamiento del sistema de educación pública - una de las mejores ideas en la historia humana - para obtener ganancias privadas.

Sin embargo, yo he seguido a Bridge durante años; mi esposa y yo escribimos sobre ella en nuestro libro más reciente, y las inquietudes están colocadas en el lugar equivocado. Bridge siempre ha perdido dinero, así es que nadie está monetizando a los niños. De hecho, es una empresa emergente que enfrenta un problema social en formas parecidas a las de una organización no lucrativa, pero con un estatus de lucro que la hace ser más sustentable y expansible.

Más general, el mundo les ha fallado a los niños en los países pobres. Ha habido campañas mundiales para hacer que más niños vayan a la escuela, pero no es suficiente. La métrica crucial no es que los niños vayan a la escuela, sino que los niños aprendan en ella.

Aquí, en Liberia, en la aldea de Boegeezay, en el condado Rivercess, llegué de visita a una escuela pública regular que oficialmente tenía 16 maestros asignados. Al principio, vi a cuatro; un par más llegaron horas después.

Le pregunté a una niña de tercer año en la escuela que si podía leer la palabra "manos" (que estaba en su camiseta); no pudo. Le pregunté que cuánto es ocho más cinco. Después de un rato, adivinó que 12. Finalmente, le pedí que escribiera la letra "E" en mi libreta. No pudo
Los estadounidenses se preguntan por qué 60 millones de niños en edad escolar en todo el mundo no van a la escuela. No es de sorprender cuando hay que pagar cuotas por debajo del agua y sabes que años de "instrucción" no le darán nada a tus hijos.

En comparación, las escuelas Bridge a las que fui eran funcionales. Los maestros saben leer. Las clases empiezan puntuales, a las 7:30 a.m., y continúan hasta las 3:30, en lugar de salir cerca del mediodía, como sucede en muchas escuelas de gobierno. Y los alumnos tienen libros.

"Desde que llegó Bridge, la diferencia es tan grande", explicó Prince Yien, el presidente de la Asociación de Padres de Familia en una de las escuelas que visité.

Ruth Yarkpawolo, de nueve años, en tercer año, me dijo que la mayor diferencia desde que Bridge se hizo cargo es que los maestros están presentes. Ruth es la primera niña en su familia en ir a la escuela, le encanta la clase de ciencias y tiene ambiciones que una instrucción podría facilitar. "Quiero ser enfermera", contó.

Todos podemos estar de acuerdo en que la mejor opción sería que los gobiernos brindaran mejores escuelas, con libros y maestros en el salón de clases. En efecto, Liberia está tratando de mejorar todos los planteles y está separando los pagos a los "maestros fantasma" que no existen, salvo en el papel.

Sin embargo, mis viajes han hecho que sea profundamente escéptico en cuanto a que se pueda curar fácilmente a las escuelas de gobierno de la corrupción, el clientelismo y la gobernanza precaria, y, mientras tanto, le fallamos a una generación de niños en muchos países.

En Estados Unidos, las críticas a las escuelas con fines de lucro están bien fundamentadas gracias a estudios sucesivos con los que se han encontrado que los vales para las escuelas estadounidenses con fines de lucro dañan a los niños, al menos al principio (aunque la evidencia también muestra que, en Estados Unidos, las escuelas autónomas bien operadas también pueden ayudar a los alumnos).

La situación en países como Liberia es diferente, y cuando los países pobres reconocen que su sistema educativo funciona mal y tratan de hacer lo correcto por los niños, no ayuda exportar las guerras educativas tóxica de Estados Unidos.

Así es que una súplica para mis compañeros progresistas: preocupémonos menos por la ideología y más por cómo ayudamos a que aprendan los niños.

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