Una reflexión

Por Santiago Kovadloff - Escritor y Filósofo. Especial para  Los Andes

Me disponía a enviar mis anotaciones, corregidas una y otra vez, sobre lo ocurrido en París cuando sucedió lo de Nisman. Abandoné estas anotaciones y comencé a esbozar una reflexión sobre lo que significaba, para nosotros, los argentinos, la desaparición del fiscal. En eso estuve antes de ayer y ayer, cuando de pronto me detuve. Me pregunté qué estaba haciendo. Me pregunté qué quería decir esto de saltar de atrocidad en atrocidad tratando de conciliar el horror y la vigencia de un comentario periodístico.

Comprendí que la sucesión vertiginosa de estas dos atrocidades, la de París y la de Buenos Aires, encerraba una propuesta más honda y desafiante que la de elaborar una nota más sobre estos sucesos que tan intensamente nos convocaban a informarnos y pensar. Ese desafío, creo, no consiste en otra cosa que en proponernos comprender, si ello fuera posible, que el Estado y la comunidad, cuando no son capaces de enfrentarlo, quedan a merced del terrorismo que las ataca. Francia respondió contundentemente a la bestialidad fundamentalista. Argentina, como un perro patético, sigue tratando de morderse la cola sin lograr -por supuesto- su propósito.

¿Su propósito? Nunca fue tan evidente como ahora que las instituciones de la República vienen siendo abofeteadas, una y otra vez, por la prepotencia omnipotente del delito. Su reacción fue, hasta hoy, largamente retórica. Hasta hoy quiere decir hasta Nisman. Nisman encarna al hombre argentino que quiso y quiere conocer la verdad. Nisman está muerto. Y nosotros, sin duda y en parte, muertos con él. Pero en parte también, vivos.

El dolor dice que estamos vivos. La desorientación dice que estamos vivos. Nuestra perplejidad dice que estamos vivos. Pero, para ser algo más que seres que duran, cargando su pesar en el tiempo y en el espacio, para volver a ser ciudadanos necesitamos que haya justicia. La función de la Justicia será, de aquí en más, la de devolvernos identidad como nación. Consistencia moral como nación. O la Justicia nos da a luz o no seremos otra cosa que una interminable oscuridad.

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