Un partido amistoso que anticipa la final de octubre

Las PASO de hoy servirán para develar incógnitas. En el Gobierno difieren sobre la ventaja que obtendrán. Y en la interna peronista, los K se entusiasman con una victoria que todos de antemano adjudicaban a Félix y los intendentes.

Marcelo Zentil  mzentil@losandes.com.ar

Llegó el día de las vapuleadas, cuestionadas y minimizadas Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias, las PASO, y la sensación es extraña: una gran herramienta para democratizar la vida interna de las agrupaciones se ha convertido en apenas un partido amistoso que anticipa el resultado de la final.

Es cierto, la interna peronista le aporta en Mendoza una cuota de misterio, y de utilidad, que no tiene en otros partidos ni distritos.

Pero fuera del nombre del ganador de esa contienda, que terminará encabezando en la general la lista de candidatos a diputados nacionales de Somos Mendoza (tal la denominación actual del frente encabezado por el PJ), su gran servicio será convertirse en la única encuesta absolutamente creíble para octubre.

El resultado que consiga cada frente hoy poco podrá variar en los algo más de dos meses que siguen, que se convertirán en un camino más amable para los triunfadores (o al menos los que logren su meta) y en una angustia interminable para aquellos que comprueben que están lejos de lo que imaginaron.

De no dar un golpe de timón creativo inédito y que, sobre todo, a la vez buena parte de la sociedad cambie su enfoque sobre la realidad, nada variará. Por más que prometan lo imposible, como ya lo hicieron algunos.

Las campañas que terminaron el viernes a la mañana demostraron que la creatividad está más ausente que los debates profundos y las propuestas realistas.

Jingles que a nadie se le pegan, candidatos hablando de sí mismos como si estuviéramos en los ´90, promesas que todos saben imposibles de cumplir y hasta mensajes engañosos a primera vista se sucedieron durante un mes. Vacío puro.

Tal vez, en octubre, sabiendo que es “por los puntos”, la apuesta sea algo mejor. Pero, por ahora, sólo tienen el beneficio de la duda

El apoyo indispensable

Alfredo Cornejo podrá confirmar hoy cuánto apoyo real tiene su gestión y, de paso, empezar a calcular con cuántos senadores y diputados provinciales contará desde mayo de 2018, en el último año y medio de gestión.

Ese dato es mucho más importante para el oficialismo que la distribución de las cinco bancas de diputados nacionales en juego. Un voto más o menos en el Congreso, en definitiva, es un problema del presidente Macri.

Es cierto que hoy no se define ese reparto, pero los votos que obtengan los candidatos de Cambia Mendoza y sus rivales serán un indicador.

Hace cuatro años, la UCR sola, sin aliados, le había sacado más de 20 puntos de ventaja al entonces Frente para la Victoria.

Pero entonces, el candidato (Julio Cobos) tenía peso propio. Hoy, el verdadero candidato (Cornejo) no está en la lista y sus delegados no han logrado generar empatía en los mendocinos, más cerca de la apatía que del interés por la votación de hoy.

En el Gobierno coexisten dos versiones sobre lo que esperan para hoy: la pesimista habla de 7 puntos de ventaja sobre la suma de las tres listas de Somos Mendoza. La optimista estira a 15 puntos esa diferencia.

Ambas visiones sí coinciden en que la pelea interna que da Fernando Armagnague con su lista de candidatos a diputados nacionales no representa un riesgo para Claudia Najul y compañía.

La primera versión es la “oficial”,  la que repiten los que dicen lo que Cornejo quiere que se diga, y es un calco de los números que arrojó una encuesta de hace un par de semanas que difundió el peronismo.

Ganar así no suena a victoria. Es cierto, siete puntos es la ventaja que obtuvo el hoy gobernador sobre el peronista Adolfo Bermejo cuando fue electo hace dos años.

Pero, a la vez, suena a poco para una instancia que fue presentada como el plebiscito de una gestión que el oficialismo no se cansa de catalogar como exitosa, más allá de la bronca contenida de los estatales.

Una diferencia de un solo dígito suena exigua luego de 20 meses en los que el Gobernador dominó por completo la agenda pública y la escena política, ante un peronismo que primero se mostró atribulado por las derrotas sucesivas y luego atolondrado en su intento de recomponerse.

Esa versión oficial achaca a Macri, sus errores y una mejora de la economía que no llega a los bolsillos aún la “culpa” de la baja performance. Como para dejarlo más en evidencia,  en ningún spot ni afiche de la campaña aparece el Presidente.

Sólo siete puntos le darán al PJ mucho más que nuevas bancas en la Legislatura. También le darán la esperanza que hasta ahora no tiene: volver a ser gobierno en 2019. Y si eso pasa, el tramo final será más que trabado para Cornejo.

La versión que ubica en 15 puntos la ventaja también surge de la mesa chica gubernamental y el que la cuenta lo hace casi como quien confiesa una picardía, porque arruina el plan cornejista de bajar expectativas para sorprender esta noche.

Aquel número le auguraría al oficialismo la pérdida de sólo un par de bancas, pero no alcanzaría para resucitar el proyecto de la reforma constitucional antes de octubre.

La pelea real

El peronismo define hoy en las urnas lo que no pudo resolver esta vez en una sala a puertas cerradas. Y lo que se pone en juego no es sólo quiénes integran las listas de diputados nacionales, legisladores provinciales y concejales en octubre, sino, sobre todo, el liderazgo real del partido de aquí en más.

Omar Félix corre con el caballo del comisario: el apoyo de los cinco intendentes que quedaron en pie en 2015 y el asesoramiento en las sombras del ex ministro menemista y empresario José Luis Manzano.

Todos lo daban a priori como ganador, pero el kirchnerismo, que se presentó inicialmente para ganar poder en la discusión interna, creció más de lo que esperaban sus propios dirigentes y ahora se esperanza con una victoria.

El tercer jugador es Jorge Tanús, que después de varios amagues en elecciones anteriores se decidió a ser candidato respaldado por aquellos que el armado de Félix dejó afuera.

Una derrota tendrá un peso distinto para cada uno. Félix está obligado a ganar. Si pierde, después de ser fija, será la debacle política para él y un golpe para los intendentes.

Si el kirchnerismo pierde, pero termina cerca, logrará su objetivo: poder opinar sobre el rumbo partidario y aspirar a conducir la reconstrucción. Si termina lejos, para ellos no habrá paraíso.

En el caso de Tanús, una derrota lo dañará a él, pero sobre todo al constructor en las sombras de esa línea interna, el ex vicegobernador Carlos Ciurca, a quien no pocos en el peronismo quieren ver desfilar rendido.

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