Un ejemplo de superación

La vida de Brian Alanís dio un giro impresionante. Reconoció que estudiando tiene un futuro y, con la ayuda de la Casita Puente Afectivo, estudió y alcanzó el mérito de ser abanderado de un colegio de Maipú.

El cambio producido en la vida de Brian Alanís, el abanderado de una escuela de Maipú, permite ser tomado desde distintas variables: desde la posibilidad absolutamente superadora, que le permite al joven mirar de otra manera el futuro, pasando por el objetivo alcanzado en la escuela, que conformó el mix ideal que comprende inclusión con calidad educativa y finalizando con la excepcional tarea que desarrolla la Casita Puente Afectivo, una iniciativa que, según sus organizadoras, constituye en Mendoza una alternativa de inclusión para chicos que, por diferentes motivos, son empujados a la calle.

Un verdadero combo que parte de la gestión que desarrolla un ex convicto, Marcelino Altamirano, que logró concretar el sueño de ayudar a los chicos de la calle y evitar que sean atrapados por la droga, el alcohol, la delincuencia y el desamparo.

Altamirano comenzó su labor hace poco más de 10 años, alquilando una vivienda en Guaymallén, hasta que en 2005 logró adquirir su casa propia, gracias a la ayuda de voluntades solidarias mancomunadas.

Hasta allí llegan chicos necesitados de amor, de cariño y que, al quedar fuera de sus familias, debían instalarse en la calle, desarrollando diferentes estrategias para sobrevivir. Hay un hecho cierto, al decir de quienes lo conocen: cuando Marcelino Altamirano habla no impone, gana por convencimiento.

Fue así que logró convencer a Brian Alanís de que asistiera al colegio, aun a pesar de que en varias oportunidades se escapó de la escuela y dejó de estudiar.

También resulta valiosa la actitud asumida por el colegio, que no sólo lo albergó sino que le produjo un cambio positivo en la manera de actuar, a punto tal que alcanzó, por su contracción al estudio y por otra serie de factores, la distinción de ser el abanderado del establecimiento educativo.

Es en aspectos como el que estamos analizando en los que toma valor la necesidad de inclusión de los jóvenes al sistema educativo, aunque debe advertirse también que debe realizarse dentro del debido respeto a las normas de conducta y disciplina que exige la actividad educativa.

Esa situación ha llevado entonces a que el tan ansiado mix que comprende inclusión con calidad educativa se haya cumplido con creces.

La apertura mental para saber escuchar los buenos consejos y la fuerza de voluntad para modificar una vida sin futuro por otra que se abre en un abanico de posibilidades, son los principales valores que se conjugaron para que Brian Alanís haya conseguido el “click de la cabeza”, como él mismo graficó, para lograr el cambio.

Dejó de lado una vida que lo llevaba indefectiblemente a la droga y a la delincuencia, planos en los que había vivido desde que era niño. Su hogar era la calle, porque lamentablemente su familia prácticamente no existe y sólo tiene contacto con una hermana.

Brian no logra aún romper los esquemas -el lenguaje, por ejemplo- con los que vivió durante muchos años, pero con la sabiduría que recogió en “la Casita” mira la vida con otra óptica. Se anima a planificar su futuro, quiere estudiar en la universidad y reconoce que el verdadero “encierro” es la calle, no el hogar ni el colegio.

Brian es un ejemplo de superación, de lucha y perseverancia, de humildad para reconocer los errores cometidos y de fuerza de voluntad para encarar los cambios.

La distinción de llevar la Bandera es un verdadero orgullo que alcanzó con valores propios, pero Brian necesita que lo sigan ayudando porque aún le queda mucho camino por recorrer. Es un ejemplo de lo que se puede y sería muy valioso que este ejemplo llegue a los miles de chicos que deambulan por las calles, expuestos al alcohol, la droga y la delincuencia.

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