Tu secreto (no) te condena

Por Claudio Barros - cbarros@losandes.com.ar

Nos pasamos el día conectados y aún me sorprende como muchos desconocen opciones simples que les facilitarían el uso cotidiano de ese mal necesario llamado internet.

Creo que el ejemplo más gráfico es cuando alguien escucha un mensaje de voz de WhatsApp a todo volumen y nos mira como si fuéramos la aparición de la Virgen cuando le indicamos que si se pone el teléfono en el oído como si estuviera haciendo una llamada podrá escucharlo en forma privada, íntima y personal, que es el ámbito en el que deben quedar algunas conversaciones.

Son herramientas útiles que los desarrolladores incorporan pero que para muchos parecen estar más cerca del truco de magia que de la función cotidiana. Algo similar ocurre con otra opción muy conocida y muy poco usada: el modo incógnito de los navegadores. ¿Qué es eso? Es la opción para navegar por internet y que, al finalizar la sesión, borra los datos e historial de los sitios que visitamos.

Lo sé, muchos la conocen como la mejor alternativa para ver porno y no dejar rastro. La promesa de que haya huellas aporta seguridad colectiva y confort mental. Sin embargo tengo malas noticias. La función incógnito de tu navegador -ya sea Chrome, Firefox, Safari o Edge- no garantiza que nadie sabrá jamás de los jamases donde te estuviste metiendo. ¿Decepcionado? No nos deprimamos. El modo incógnito borrará el historial y otros datos de navegación además de utilizar una conexión cifrada utilizando la forma https, pero no te deja exento de algunos rastros de identificación como tu dirección IP o de que el técnico de tu empresa pueda mirar qué estás haciendo en la compu.

Esto es así: todo lo que hacemos en la red deja una marca indeleble aunque hay formas diferentes de cuidar y esconder nuestra información. Porque no es lo mismo, por ejemplo, poner nuestro número de teléfono en un formulario que estar repartiéndolo en volantes callejeros. Pero no hay amargarse por esta verdad revelada. El modo incógnito aún puede ser muy útil… más allá de mirar porno.

Repasemos algunas de las funciones más útiles:

Conectarse a otras cuentas sin tener que salir de la propia. ¿Ejemplo? Si tenés dos correos de Gmail y no los tenés unificados, podés abrir el segundo sin necesidad de cerrar el primero. También es útil para cuando un amigo pesado quiere ahorrar datos en su celu y te pide la compu para revisar sus redes sociales.

Navegar en una computadora pública. Vas a un ciber (sí, aún existen), oficina o casa de alguien que no conoces y querés verificar tu correo o tu Facebook, esta opción es la ideal porque borrará tus datos al finalizar.

Utilizar el home banking. Esos $20 que quedan en tu cuenta estarán más seguros si no quedan rastros de tu contraseña bancaria.

Consultar temas íntimos. ¿Te da vergüenza que Google sepa que tenés pie de atleta o mal aliento? Buscá información online en modo incógnito y que nadie sepa tu sufrir.

Comprar pasajes. Algunas empresas utilizan tus datos de geolocalización para ver cuánto te cobran. No todas son así pero no perdemos nada con usar esta función para comprar.

Navegar en el trabajo. Te han dicho mil veces que internet es para trabajar y no para ver videos de gatitos o chatear por Facebook. Sin embargo podés seguir con tu vicio sin problema a menos que el técnico de la empresa decida reportarte.

Probar una página web. Es la mejor opción cuando uno tiene un sitio propio y quiere saber cómo lo verán otros.

¿Sabías que podías hacer todo eso? Son solo algunos ejemplos de las tareas que podemos realizar aunque en el fondo sigas pensando que era ideal para mirar porno.

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