Trump y la presidencia mancillada

Cuanto más nos enteramos del ciberpirateo de Rusia y la divulgación que hizo de su botín electrónico durante nuestras elecciones presidenciales, más claro queda que la victoria de Donald Trump y su inminente presidencia ya están mancilladas más allá de cualquier redención.

Si bien los ciberpiratas rusos “no estuvieron involucrados en el conteo de los votos”, la publicación de los correos electrónicos y la divulgación de noticias falsas alteraron el espíritu del tiempo, envenenaron el entorno político y cambiaron a la opinión pública, todo lo cual redundó en beneficio de Trump.

Trump es tanto el nombrado por Rusia como nuestro ejecutivo elegido. El legado de su ascendencia política quedará escrito en el alfabeto cirílico y con un asterisco añadido.

Que no se permita que esto quede sepultado en el parloteo de los eruditos: una potencia extranjera hostil robó correspondencia confidencial de ciudadanos estadounidenses -no es nada diferente a irrumpir físicamente en una oficina estadounidense y cargar con cajas de cartas escritas a mano- y canalizó ese material robado a un conspirador dispuesto, Julian Assange. La potencia extranjera, entonces, consiguió el resultado deseado el día de nuestras elecciones.

Se trató de un acto de guerra y nuestra presidencia fue el botín.

Esto no quiere decir que parte de lo que se reveló sobre los demócratas en los correos electrónicos ciberpirateados no sea inquietante. Lo es, aunque la mayoría de ellos simplemente muestran el proceso, poco apetecible, por el cual se hacen las salchichas. Lo que hizo que las filtraciones parecieran sospechosas fue la absoluta asimetría del blanco, solo era demócrata.

Putin ayudó a derrotar a una mujer, Hillary Clinton, quien prometió ser una adversaria acérrima y, en su lugar, ayudó a elevar a un patán troglodita que cree que la serpiente que se enrosca en alguien lo hace solo porque está abrazando a esa persona, y que sonó tan pro Vladimir Putin que hizo de todo, menos lanzarle besos al Kremlin.

El viernes 6, funcionarios de inteligencia dieron a conocer un informe incriminatorio sobre el ciberpirateo ruso que dice: “Nosotros evaluamos que el presidente ruso Vladimir Putin ordenó una campaña para influir en 2015, orientada contra las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Los objetivos de Rusia eran debilitar la fe popular en el proceso democrático estadounidense, denigrar a la secretaria Clinton y dañar su elegibilidad y potencial presidencia. Evaluamos todavía más, que Putin y el gobierno ruso desarrollaron una clara preferencia por el presidente electo Trump”.

El mismo día, funcionarios de inteligencia le informaron a Trump sobre el ciberpirateo, después de lo cual difundió una declaración de incredulidad y dijo: “Absolutamente, no hubo ningún efecto sobre los resultados de las elecciones”. (Irónicamente, eso también resultó ser el mismo día en el que una sesión conjunta del Congreso desempeñó su deber superficial de contar los votos del Colegio Electoral y verificar la victoria de Trump).

No señor Trump, como es su costumbre, sus aseveraciones van muchísimo más allá de sus pruebas. Un impacto que no se puede medir no es lo mismo que un impacto que no existe. La cuestión no es “si”, sino “qué tanto”; no la existencia del impacto sino el grado del impacto.

La comunidad de la inteligencia no dijo que el ciberpirateo ruso “no tuvo efecto en el resultado de las elecciones” sino, más bien, estableció, con bastante claridad, que: “No hicimos una evaluación del impacto que tuvieron las actividades rusas en el resultado de las elecciones de 2016. La comunidad de inteligencia de Estados Unidos está encargada de monitorear y evaluar las intenciones, capacidades y acciones de actores extranjeros; no analiza procesos políticos estadounidenses ni a la opinión pública estadounidense”.

Usted puede torcer la verdad como si fuera un hilo de estambre atrapado en un ventilador. Sin embargo, al final, usted y cada ciudadano de este país deben encarar el hecho de que usted no solo fue elegido sino también instalado; que su victoria estará enredada por siempre en la cinta amarilla de una escena del crimen internacional.

No es de extrañar, entonces, que usted haya buscado, en forma sistemática, denigrar toda indagatoria sobre este acto de ciberguerra, al que se califica de “inaudito” en el informe de inteligencia. Usted ha desdeñado a sus organismos de inteligencia -usted entrecomilla la palabra inteligencia en sus tuits, en la misma forma en la que, al final, nosotros deberíamos usar las comillas para la palabra presidente cuando anteceda a su nombre-, y usted ha continuado con su asalto en contra de la prensa.

El viernes, Trump le dijo a mi colega Michael Shear que el centro del ciberpirateo equivale a “una cacería de brujas política”. Equivocado otra vez. Es una verdadera cacería. Es más, la única persona que fue objeto de una cacería de brujas en estas elecciones fue Hillary Clinton.

Sí, como usted exclamó repetidamente antes de que se emitieran los votos, la elección estuvo amañada, no mediante un fraude electoral generalizado, como usted indicó falsamente, sino más bien por la divulgación generalizada de información obtenida fraudulentamente. No es ninguna coincidencia que WikiLeaks empezara a dar a conocer los correos electrónicos de John Podesta justo una hora después de que surgiera la repugnante cinta de Trump “agárralas por (obscenidad)” del programa Access Hollywood.

Señor Trump, su victoria está mancillada; su legitimidad está correctamente en tela de juicio. El pueblo estadounidense emitió su voto en la neblina de noticias falsas y bajo la influencia de propiedad robada que se convirtió en arma para usarla como herramienta de propaganda.

Es posible que algunos titubeen para decir que se robaron la presidencia de Estados Unidos, pero es irrefutable que se lesionó la integridad de nuestro proceso democrático cuando se asaltó a la inviolabilidad de lo que nosotros consideramos una autodeterminación incorruptible.

Donald Trump es el “presidente” estadounidense de Vladimir Putin; claramente su preferencia, y es posible que su producto.

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