Tierra de sueños, tierra de arquitectos

Ante cualquier idea para la configuración de un espacio público o privado existe un profesional capacitado para concretarlo: el arquitecto.

En su día, es un buen momento para describir las virtudes, incumbencias y labores a veces desconocidas de estos heroicos seres urbanos, que nacieron para materializar los sueños propios y ajenos, los anhelos de una familia, de una empresa o de una ciudad. Y que, siendo intérpretes sociales, tratan de mejorar la calidad de vida de las personas, dando vida a un espacio, uniendo lo imaginado con lo real.

Las humanidades y las ciencias exactas rigen pendularmente los pensamientos de lo/as arquitecto/as. Y es que pocas profesiones reúnen tal cantidad de conocimientos y disciplinas como la Arquitectura. Tantos campos de acción en una misma profesión hace que los profesionales se encuentren edificando en distintos ámbitos, en la docencia, en la gestión pública, en la investigación, en la planificación urbana, como paisajistas y la actividad privada, que desarrollan en su estudio, entre otros.

Se los puede identificar por su capacidad de observación y afinadísima visión; llevan generalmente, sus históricas armas de combate: el lápiz, el papel y la cinta métrica, que complementan hoy con la tecnología. Motivados siempre por la creatividad y apasionados por la historia y el arte, descubren en la cultura y la naturaleza su fuente de inspiración y su horizonte conceptual de diseño.

Por eso, cuando se le encarga la misión a un arquitecto/a de concretar un sueño, un proyecto, ya sea una  ampliación, una vivienda, un barrio, un comercio, un emprendimiento turístico, un club deportivo, una clínica médica, un aeropuerto, una intervención urbana, etc. el profesional congregará a un cónclave a todas sus sapiencias y habilidades, y pondrá su tiempo y su alma en la etapa proyectual. Esta tarea requiere inicialmente ver el sitio (un diseño para la Quiaca no será igual que para la costa, ni para esta tierra Cuyana dónde cualquier edificio está condicionado por el desierto y el sismo). Este necesario estudio preliminar del lugar, contextualiza,  da valor y un significado único a un hecho arquitectónico. El paso siguiente será entrevistarse con los futuros usuarios para realizar un programa de necesidades; esto implica involucrarse voluntariamente como psicólogo o mediador de conflictos matrimoniales, limando asperezas y escuchando inquietudes se llevará a su estudio un cúmulo de información para dibujar las utopías, trazando un vínculo casi familiar con sus clientes.  Pero antes de enfrentar este desafío, se detiene a considerar tan noble faena… llega la hora de presentarle al cliente un presupuesto de su trabajo, difícil situación por estos tiempos. El profesional de la arquitectura siempre sabrá cuál es el mejor emplazamiento y orientación, para el óptimo aprovechamiento y uso de ese espacio solicitado:

-Piensa en las mejores visuales.

-Analiza el aprovechamiento energético.

-Proyecta y diseña conjugando la función, la forma y la estructura.

-Visualiza la futura ampliación, cambios de funciones y futuros escenarios posibles.

-Define el lugar y el acceso de las instalaciones y los servicios.

-Diseña el entorno paisajístico.

-Se ajusta a la ley de códigos de edificación, normativas y reglamentos urbanos.

-Evalúa los costos económicos, haciendo cómputos y presupuestos.

Este maravilloso proceso de diseño será su tierra imaginaria por un tiempo… Y en esta tierra fantástica estará muchas veces abrazando la tranquilidad de las noches, para entregarse a esa apasionante arena creativa, germinando su fruto: nacerá ahí algún plano, una maqueta, o las virtuales imágenes en 3D. Cuando el proyecto está listo, con modelo a escala inclusive, es el momento mágico de soplar y que el bien sea creado; hacer visible lo invisible que muestran los planos. Entonces, quién gestó ese proyecto será el más capacitado para la desafiante labor de la Dirección Técnica. Es el máximo responsable de un sueño en ejecución, ¿quién conoce mejor esa quimera, que el arquitecto?.

Y aquí definitivamente ese espacio real y concreto será su pequeña tierra apropiada por la responsabilidad durante varios días a la semana, en un plazo determinado de obra, desde su fundación en medio de los áridos, emprenderá su reto: terminar una  obra en tiempo y forma. En esta etapa las labores serán varias:

-Organiza y planifica dentro de los plazos

-Administra recursos técnicos (la higiene y la seguridad, el orden y la limpieza,  el acopio de materiales y las herramientas)

-Administra los recursos humanos siendo intermediario entre albañiles y comitente

-Gestiona, siendo intermediario entre comitente y organismos de control, pidiendo inspecciones y habilitando servicios.

-Planifica los riesgos y resuelve situaciones de conflicto, propios de la vorágine que conlleva atender tantas demandas técnicas y sociales, para eso tiene el temperamento necesario para liderar, delegar y fundamentalmente lograr trabajar en equipo.

-Diagnostica patologías edilicias, actuando con inmediatez como doctor en edificación.

Cuando la obra gruesa termina, es el instante en el que se destaca como artista estricto y loco,  combinando materiales texturas y colores, en el diseño de interiores y exteriores, sabe que la belleza está en los detalles que constituyen un todo. Entonces cada plano real horizontal, vertical o inclinado cuenta como marco, fondo o figura; esto le costará varias batallas fundadas en la incomprensión de otros gremios de la construcción, en este momento de terminaciones el tiempo le juega en contra. Pero al final de esta epopeya de la estética hará su sello.

Concretado un sueño, habiendo terminado su misión en esa tierra, el arquitecto ya puede viajar a conquistar nuevos dominios, tierras imaginarias y desconocidas. Siendo consciente de que toda creación es un acto de amor, antes de irse dejará su fruto, su producto arquitectónico terminado a cargo, cuidado y tutela del cliente, esperando el buen uso y manejo de ese bien, de ese hábitat, con la satisfacción de haber cumplido no sólo con el deber sino con la convicción de haber sido el responsable del escenario en el que sucede la vida, y colaborado en construir el sueño de alguien.

Si ustedes conocen a un profesional de la arquitectura, generador de espacios para universos colectivos o personales, compartido o íntimo, que haya atravesado por estas épicas hazañas, y más  no olviden felicitarlo y agradecerle, porque muchas veces soñó despierto, y sin dudas dejó una huella transformadora en quienes confiaron en su alquimia para concretar las máximas ilusiones para las mejores historias y vivencias que se perpetuarán dentro de un edificio, bajo su intervención. No olviden que es un magnífico ser sin capa, que hace posible la magia de que alguien pueda pasar, de una tierra soñada, a una tierra conquistada y edificada por arquitectos. ¡Muy feliz día del  arquitecto para todos ellos!.

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