Súper Liga: similitudes y diferencias en un nuevo round de vieja disputa

El escenario actual de la AFA no es novedad. El siglo pasado registra dos situaciones similares. Los “grandes”, los conspiradores.

La actual arremetida de los clubes más poderosos de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) para la creación de una Súper Liga reitera un escenario ya visto en otros momentos del fútbol argentino, en el que existe una serie de coincidencias, y también algunas diferencias, con los grandes interpretando el rol de dueños del negocio del fútbol para imponer su voluntad sobre el resto.

1931: "Blanqueo" del profesionalismo y depuración
Hacia abril de ese año, mientras terminaba tardíamente la temporada de 1930 de una Primera División con nada menos que 36 equipos, los clubes más poderosos forzaban las cosas para depurar en el tiempo más breve posible el número de participantes y sacarse de encima la "mochila" que para ellos constituían los clubes de poca convocatoria cuya presencia les generaba pérdidas.

Un laudo del presidente Alvear en 1926 había determinado que 34 de los 44 clubes que ese año habían empezado los torneos mayores de las dos entidades que se disputaban el control del fútbol criollo permanecieran en Primera. Un número excesivo que no se redujo y en 1931 sin paciencia para una depuración progresiva, los grandes recurrieron a la escisión, con el apoyo gubernamental y el de los futbolistas que, tentados por un profesionalismo regularizado (que en los hechos ya existía hacía rato) y por el derecho a la libertad de acción, apoyaron la movida.

Los clubes que quedaron en la asociación amateur no lo hicieron por líricos sino por pobres: a los grandes no les resultaba rentable tenerlos en sus filas y los descartaron aún a riesgo de dejarles la afiliación a la FIFA.

En tiempos de escasos intercambios intercontinentales, el riesgo de que algún jugador de Boca o Racing terminara en Italia era compensado por la posibilidad de saquear los planteles de los clubes humildes. River Plate sacó patente de millonario entonces por contratar a Carlos Peucelle en una cifra exorbitante para la época pero Sportivo Buenos Aires, el club del crack, no vio una moneda.

Igual que ahora, fue Independiente el grande que acompañó a los humildes hasta último momento (también lo hizo River). Finalmente los dos decidieron que era riesgoso perder el tren de la historia y se sumaron al negocio.

1964: Amenaza frustrada
Poco mas de 30 años después, y pese a haber controlado desde entonces la AFA. por un sistema de voto calificado, con la idea de reducir aún más el número de clubes, convencidos que solos se bastaban para monopolizar el negocio, los clubes grandes liderados por los presidentes de Boca Juniors y River Plate, Alberto José Armando y Antonio V. Liberti, intentaron la creación de una liga reducida y un cambio en el reparto de la torta que les diera la parte del negocio que entendieron les correspondía.

Amenazaron no empezar la temporada de 1964 si AFA no accedía a sus exigencias y para presionar organizaron un torneo entre los grandes, la Copa Jorge Newbery, que contó con 6 participantes: Boca, River, Racing, San Lorenzo, Huracán y Vélez y que no fue el éxito esperado.

Independiente no quiso sumarse y se mostró cercano a los clubes chicos cuya voz cantante llevó el titular de Atlanta León Kolbowsky. Ayer como hoy los grandes amenazaron con desafiliarse y crear su propio torneo. Claro que para entonces tal medida ya aparecía como suicida, ante la segura migración a Europa de sus mejores figuras si se animaban a dar el paso. No lo dieron, finalmente. Con presiones políticas de por medio, la cuestión se zanjó con un “empate”: no solo no se redujo el número de clubes en Primera sino que aumentó y se anularon por 3 años los descensos. A cambio de ello, los grandes consiguieron mejoras en el reparto de las recaudaciones.

2016. Similitudes y diferencias.
La pretensión de quedarse con la parte del león por parte de los clubes mas convocantes, la amenaza de desafiliarse y de crear una liga paralela, la expectativa de los chicos de resistir y de que los grandes no se animen a un paso osado que los pueda dejar fuera de la FIFA, la posición de Independiente una vez más cercana a las posiciones de las entidades modestas, son las principales similitudes con el pasado.

El apoyo oficial a la movida, emparentan la situación con la de 1931 y la diferencian con 1964, en la que los despachos oficiales no solo no acompañaron a los grandes sino que terminaron imponiendo como nuevo presidente de AFA a un hermano del vicepresidente de la Nación Carlos Perette.

La no muy velada amenaza de intervenir la AFA, que el tiempo dirá si se puede sostener ante la FIFA, el millonario negocio de la televisión y la pretensión de impulsar las sociedades comerciales en el fútbol, con su secuela de negocios lícitos y de los otros, son los detalles inéditos que muestra la actual coyuntura.

*Por Raúl Ramírez -Socio del Centro para la Investigación de la Historia del Fútbol (CIHF)-.

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