Stiusso: el nuevo enemigo número uno del kirchnerismo

La estrategia oficial se orienta a “fabricar un nuevo enemigo” y sostener la teoría del asesinato para perjudicar a la Presidenta.

En una segunda comparecencia ante la fiscal Fein, Diego Lagomarsino añadió que el ex jefe de Operaciones de la Secretaría de Inteligencia Antonio “Jaime” Stiusso había alertado a Nisman que se cuidara de los uniformados que lo custodiaban y que velara por la seguridad de sus dos hijas. Conociendo este dato, Cristina Fernández pidió por Facebook que se diera protección a Lagomarsino.

Inmediatamente, otros miembros del Ejecutivo se ocuparon de cargar las tintas sobre el blanco político que encontró por ahora el Gobierno para enfrentar la crisis. “Algo sabe Stiusso”, dicen en el oficialismo, y buscan el modo de meterlo en la causa que ahora está en manos de la jueza Fabiana Palmaghini, quien reúne pocas simpatías en la Casa Rosada.

La figura de Stiusso está en la mira del oficialismo desde que se supo que Nisman había radicado una denuncia en contra el Gobierno por el supuesto encubrimiento de los iraníes. Dos datos revelan la enorme influencia que tuvo el espía más poderoso en el kirchnerismo. El primero: Néstor Kirchner se desprendió de su primer ministro de Justicia, Gustavo Béliz, luego de que éste se enfrentara públicamente con Stiusso y revelara su identidad en televisión.

Segundo: casi al mismo tiempo, Kirchner premió a Stiusso y lo puso a trabajar codo a codo con Nisman en la Unidad AMIA. El oficialismo cuestiona ahora -tardíamente- la intervención fundamental que tuvo Stiusso en la causa AMIA, aunque el fiscal antes de morir haya declarado que era él quien decidía qué elementos incorporaba tanto a ese expediente como a la denuncia que radicó contra Cristina Fernández el miércoles 14.

La relación del Gobierno con Stiusso ya estaba quebrada desde antes. Los que conocen el submundo de la inteligencia, dicen que todo comenzó a deteriorarse cuando Cristina se acercó a Irán y el canciller Héctor Timerman firmó el malhadado tratado en torno a la causa AMIA. Stiusso y Nisman creyeron desde un principio que esto implicaba echar por tierra toda la investigación que llevaron adelante.

Así todo, el Gobierno mantuvo al poderoso espía en las cumbres de la SI hasta diciembre cuando, finalmente, la Presidenta debió cambiar toda la cúpula de la central de inteligencia por la guerra despiadada entre sectores y la ineficaz tarea de los mismos para frenar las causas judiciales que se acumulan en los tribunales federales contra miembros del Gobierno.

Cuando se cumple una semana de la muerte del fiscal más importante de la República -como lo llaman algunos-, la investigación suma novedades minuto a minuto. Políticamente, el Gobierno necesita que Fein llame a Stiusso a declarar, dado que se supone que fue quien avisó a Nisman, 48 horas antes de su muerte, que debía protegerse y desconfiar de sus custodios.

De ahí que le haya pasado imágenes de video a un canal de cable oficialista -C5N- en el que se muestra el arribo de Nisman a Ezeiza, procedente de Madrid, y su encuentro con un ignoto hombre al que señalaron como un posible colaborador de Stiusso.

Pero la Justicia todavía no ha podido analizar las llamadas que entraron y salieron de los teléfonos de Nisman y por ahora no tiene motivos para convocar al ex jefe de Operaciones de la SI. Aunque nadie sabe qué podría decir quien fuera el espía más poderoso del Gobierno que ahora lo culpa de todos los males, en el oficialismo la mayoría apuesta fichas a que sea citado.

Otras voces más cautas señalan con preocupación que la presencia de Stiusso en Tribunales podría significar el inicio de un farragoso viaje en el que terminarían quedando expuestos no sólo temas sensibles al Estado -como las relaciones con otras naciones- sino “también asuntos políticos” que forzosamente siempre se mantienen en silencio.

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