Marcelo Alfaro y su familia son de los residentes en Miami que decidieron afrontar la llegada del huracán en su casa. Como buenos mendocinos, prepararon sopaipillas para pasar la angustiante espera y, a fin de consumir la mínima electricidad posible, comunicaron lo que iban viviendo por Facebook.
Gracias a estos reportes, familiares y amigos de Tupungato pudieron seguir minuto a minuto el paso del temible Irma. “Hace dos horas ocurrieron los vientos más fuertes. Dicen que hubo ráfagas de 160 kilómetros por hora. Gracias a Dios y todas su oraciones, se puede decir que ya pasamos lo peor”, escribían a las 17 de ayer.
Los Alfaro se fueron del país en 1999, buscando una alternativa a la crisis argentina. Se instalaron en Miami, donde se sienten como en casa. Marcelo y su mujer, Susana García, trabajan en una importante firma de esa ciudad, él en en el área de computación y ella como administrativa. “Muchísima gente decidió quedarse en su cada. De nuestro trabajo, nadie se autoevacuó”, contaron.
Aunque se han acostumbrado al clima tropical, nunca habían sufrido un fenómeno igual.
“Se empezó a saber de este monstruo hace diez días. Cuando el martes pasado confirmaron su llegada, la gente se volvió loca. Los supermercados quedaron vacíos, igual que las gasolineras. Nuestras ventanas son a prueba de huracán, pero lo mismo el jueves y viernes fue una locura preparando la casa, guardando cosas y ayudando a amigos. Mi hijo desde el jueves no tiene clases”, contó Marcelo.
El tupungatino no pudo evitar compararlo con el Zonda. “Es mucho peor por su fuerza, el agua que trae y porque corre en círculo y está en el lugar por varias horas. Hemos pasado la noche casi en vela, controlando que no se rompiera nada o desprendieran elementos”. agregó.