Sobre la superficie irrigada

En relación a lo expresado en una nota anterior sobre el potencial de Mendoza para incrementar la superficie irrigada, un primer análisis que hay que realizar es cuáles serían los impactos si no se realizan acciones o inversiones orientadas a favorecer un mejor uso del recurso. Teniendo en cuenta que los modelos climáticos globales estiman escenarios futuros con eventos de reducciones en la disponibilidad de caudal (del orden de 14%), e incrementos de temperaturas que implicarían una mayor demanda de agua por parte de los cultivos (del orden de 4.7%, para la matriz productiva actual de la provincia), los impactos que se generarían en el caso de no realizarse inversiones serían relevantes, con pérdidas estimadas del orden del 15% de la producción anual, lo que representa aproximadamente U$S 270 millones.

Sobre esta base, en el estudio desarrollado por FAO y Prosap, se analizan y proponen diferentes escenarios de inversión y acciones propuestas orientadas a mitigar dichos impactos. En el caso de Mendoza, para elevar las eficiencias globales de uso del agua del 43% actual al objetivo de 60%, serían necesarias inversiones muy importantes, del orden de U$S 1.200 millones. Dichas inversiones estarían compuestas por: U$S 700 millones en los sistemas colectivos (obras de captación, canales, obras de regulación y control) y aproximadamente unos U$S 500 millones en inversiones de mejora y tecnificación del riego en parcela, en el cual se considera un porcentaje de adopción de riego localizado, además de mejoras en la aplicación del riego por gravedad.

A partir de dichas acciones se generaría un ahorro de agua del orden de 1.100 hm3 por año (aprox. 3 veces la capacidad del dique Potrerillos). A partir de dicho ahorro se posibilitaría generar tres tipos de beneficios: (I) por un lado, garantizar la mayor demanda futura de las superficies y cultivos actuales debido a los incrementos de temperatura previstos, actuando el riego como una efectiva herramienta de adaptación a los impactos negativos del cambio climático; (II) adicionalmente se posibilitaría un incremento potencial del área irrigada con fuentes superficiales en 65.000 ha, (o sea un 32% del área actual) , de las cuales unas 30.000 ha (14% del área) tendrían garantía hídrica permanente, inclusive ante eventos de escasez generados por el cambio climático, mientras que las 35.000 ha restantes podrían disponer de agua con derechos precarios o eventuales; (III) finalmente a partir de los dos impactos anteriores, se podría generar un incremento de producción del orden del 30%, a partir de la mejora de paquetes tecnológicos (incluyendo riego más asistencia técnica, productiva y fortalecimiento institucional para la mejora de la gestión del recurso).

Para avanzar en estas propuestas, debido a la complejidad y multidimensionalidad de la problemática, es necesario plantear un conjunto de acciones que contemplen los factores económico, político-sociales, de asistencia técnica y de marcos normativos e institucionales enfocados en generar propuestas, apoyos y generación de incentivos para el mejor uso.

Por ello no sólo se trata de acciones de inversión en infraestructura, sino que es necesario desarrollar un programa progresivo de acciones que pueda implementarse en un marco adecuado de participación de diferentes actores involucrados, lo cual es clave para lograr el consenso, transparencia y validación de las propuestas para su posterior implementación.

Debido a la magnitud de las inversiones involucradas es necesario proponer mecanismos de apoyo o apalancamiento, especialmente para las inversiones en finca que dependen de los productores, cuyos modelos productivos presentan, en ciertos casos, limitaciones económicas para dicha adopción.

Para colaborar con la preparación de dichas propuestas, en el estudio realizado se concluyen y aportan cifras concretas y herramientas orientadas a posibilitar y sustentar la toma de decisiones a partir de escenarios de inversiones para cada uno de los oasis. Dichos escenarios incluyen inversiones en infraestructura y propuestas de mejora de aplicación del agua en finca, para lo cual se han considerado diversos grados de adopción de tecnología de riego localizada, pero además se contemplan acciones para la mejora del riego en gravedad, teniendo en cuenta que es el tipo de riego mayoritario en la provincia, y que por ello presenta potenciales mejoras relevantes de ahorro en el uso del recurso, permitiendo además mejorar las condiciones de productividad, particularmente de pequeños y medianos productores.

Sobre esta base, en el estudio se propone que los ahorros de agua generados a partir de las mejoras de eficiencias, sean destinados en una primera instancia a satisfacer y ganar resiliencia a la superficie actualmente irrigada. A partir de ello, una vez que se satisfagan los derechos actuales, posibilitar la ampliación de superficie. Cabe destacar que se incluyen los aspectos relacionados con tierras degradadas que, según la colaboración del INTA al estudio, se estima que un 26% del área irrigada presenta diferentes grados de problemática relacionada con degradación de tierras y/o salinidad, en parte ocasionadas por la sobre aplicación y elevación consecuente de los niveles freáticos en ciertas zonas.

Queda claro que el agua es un bien escaso, y que los importantes impactos negativos que se presentarían en caso de que no se realicen acciones de mejora del uso del recurso, generarían importantes afectaciones a la agricultura irrigada de la provincia, agravada en un futuro no sólo por los escenarios de mayor escasez y de mayor requerimiento de riego sino, además, por la competencia creciente de otros usos, entre ellos el poblacional.

Por lo contrario, si se plantean acciones de mejora, es factible potenciar la producción tanto de las áreas existentes como de las potencialmente nuevas. Para ello, se trata de apoyar la generación de propuestas de acción que formen "programa" de mejora o modernización progresivo, que cuente con la participación y validación de los diferentes sectores involucrados, y que permitan definir las acciones y propuestas con una visión integrada y contemplando las estrategias relacionadas con el desarrollo territorial. Para ello Mendoza cuenta con una adecuada capacidad institucional, de técnicos y organizaciones de usuarios para avanzar en estos desafíos.

Las opiniones vertidas en este espacio no necesariamente coinciden con la línea editorial de Los Andes.

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