Rodolfo Vargas Arizu: “Creo que llegó el momento de refundar la olivicultura”

Asegura que tal como está planteado el negocio no puede seguir. Afirma que un productor sin riego por goteo y mecanización no tiene posibilidades.

Dirige la empresa familiar que, junto a decenas de otros tradicionales establecimientos de la región, fue referente de la olivicultura argentina. Sus treinta años en la actividad, una reconocida trayectoria como dirigente empresarial y una manera particularmente directa de exponer su pensamiento, hacen de Rodolfo Vargas Arizu una fuente de consulta obligada al momento de analizar la situación y perspectivas del sector.

-¿Qué escenario se presenta este año para el negocio del aceite de oliva?

-Hay muy poca aceituna, en todas las provincias productoras. Este año vamos a tener aceite de oliva sólo para mercado interno, no creo que vaya a haber volumen para exportar. Se ha perdido mucho. La mayoría de los emprendimientos que había en las provincias con diferimientos impositivos, han sido abandonados. En algunos casos directamente han arrancado los olivares porque no dan los valores.

-El sector venía con inconvenientes desde hace unos años...

-A partir de 2008 empezaron los mayores problemas. En el 2007 teníamos un tipo de cambio más o menos equilibrado, razonable para el mercado interno y para el exterior. A partir de 2008 empezó un deterioro sistemático del tipo de cambio, que tuvo su máxima expresión desde el año 2012, con el cepo, cuando llegamos a tener un dólar oficial de 9 y uno libre de 15.

Eso complicó muchísimo las operaciones con el exterior, porque se exportaba con el 40% o el 50% menos del valor real del dólar, a lo que había que restar las retenciones y las demoras en las devoluciones del IVA, que de ser un problema financiero pasaron a ser un problema económico para las empresas.

-¿La mejora en el tipo de cambio y la eliminación de retenciones no han incidido positivamente?

-Que mejore el tipo de cambio y las perspectivas a futuro no quiere decir que la planta vaya a tener aceitunas. Ahora hay que trabajar el olivar durante dos o tres años, y ¿quién nos garantiza que estas políticas van a seguir? Hoy no se le puede pedir a las empresas que tengan fuerza exportadora porque hay que conseguir producto, y eso requiere una inversión de mucho tiempo.

-¿Las empresas con ventas en el mercado interno sufrieron menos el impacto?

-La olivicultura es una actividad muy sensible a la evolución que puedan tener las exportaciones. Hay que tener en cuenta que acá se consumían 5.000 o 6.000 toneladas de aceite de oliva, y se producían 25.000. O sea que todo lo demás tenía que salir al exterior. En aceitunas es más o menos igual, y la complicación que se suma es el deterioro de la economía de Brasil.

-¿Será una temporada de poco movimiento?

-Creo que la actividad pasa por una zona de sombra este año porque, además de todos los problemas que vienen de arrastre, no habrá producto, y lo poco que haya será carísimo cosecharlo. Si cuesta conseguir gente para la cosecha de uva, es de imaginarse lo que va a pasar con la aceituna, que se cosecha en mayo, junio, julio con 5 o 6 grados de temperatura. Va a haber poco aceite, poco movimiento, pocas exportaciones.

El año pasado se exportó algo porque a España le faltó aceite de buena calidad, pero este año España está recuperada. Pero aunque no fuera así, tampoco tendríamos volumen. Creo que llegó el momento de refundar la olivicultura.

-¿Qué hay que hacer para refundar la olivicultura?

-Hay que adecuar el régimen tributario y, particularmente, el de los impuestos al trabajo y cargas sociales, y ver cómo se baja la inflación, que también está complicando. En Mendoza hay que hacer algo para resolver el problema de la inseguridad en las zonas rurales. La gente ya no quiere trabajar en las fincas. Si el producto vale, entran a robar, y si no vale, nadie entra a cosechar, y tampoco hay gente preparada.

Además, hoy, si un agricultor no tiene riego por goteo, cosecha mecánica, todo mecanizado, no tiene posibilidades. Hay que ver cómo se encamina la situación de las pymes, porque es el sector que va a permitir el crecimiento de la Argentina. Hoy, con financiamiento a una tasa del 38%, es imposible seguir avanzando.

Los oportunistas del negocio

El empresario Rodolfo Vargas Arizu hizo foco en la responsabilidad que les cabe a quienes llegaron a la olivicultura desde otras actividades, aprovechando los diferimientos impositivos en Catamarca, La Rioja y San Juan.

“Eso es todo un tema”, respondió ante nuestra inquietud sobre quiénes van a quedar con ganas, plata y conocimiento para refundar la actividad, y apuntó: “La mayoría de los que hicieron grande a la olivicultura regional ya no están. Se ha transferido la olivicultura de los apasionados y conocedores de la actividad a los oportunistas, que son los que hicieron diferimientos impositivos, entre ellos el Grupo Indalo, de Cristóbal López, que se quedó con 3.000 o 4.000 hectáreas de olivos y 2 o 3 fábricas en las provincias con diferimiento”.

Perfil

Rodolfo Vargas Arizu (55). Desde los 25 años trabaja en la empresa familiar, de la que participa junto a sus dos hermanos. Con la incorporación de sus sobrinos, la actividad de la firma ha sumado la tercera generación de la familia. Durante unos años presidió la Cámara de Comercio Exterior de Cuyo.

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