Ricardo Darín: “Me gustó reírme de mí mismo”

Hoy se estrena 'Delirium', la película en la que el actor hace de sí mismo y en la que le prometió al director que participaría cuando éste era un niño.

Ricardo Darín: “Me gustó reírme de mí mismo”
Ricardo Darín: “Me gustó reírme de mí mismo”

Es un delirio lo que ocurre con Ricardo Darín. El hombre se convirtió, y lo convirtieron, en una estrella. Todo naturalmente. El lo va a explicar en esta charla, que mantuvimos antes de su partida a España, donde ya debe andar filmando una nueva película con Cesc Gay.

Él, que hace unos días contó las agresiones que sufría de niño en la escuela, dio vuelta esa página amarga y ahora sufre otra clase de “bulliyng”, una especie de canonización de la que quiere librarse. Continúa omnipresente con “Relatos salvajes” y, para “exorcizarse”, es el imán de “Delirium”, la película en la que hace de él mismo y que se estrena hoy en Mendoza y el resto del país. Una opera prima que lo desacraliza, pero que tal vez le sume fama.

-Te sacaste el mote de comediante, de galán, y ahora sos una marca, sinónimo de negocio, aunque te joda. ¿Reaccionás contra eso?

-Sí, y por eso esta película. Vos lo decías, un intento por desacralizar ese mote. Porque esto empieza con unos tipos que no tienen la más puta idea de cómo se hace una película y lo primero que piensan es que si la hacen con Darín se llenan de guita. Vivo contestándole a la gente que dice que va a ver una de Darín porque Darín no se equivoca. Es una gran injusticia cagarse en todos los que trabajan, pero además no es cierto.

-A qué responde esa "sobrevaloración" de Darín actor?

-Los argentinos tenemos la necesidad de encontrar o condensar en una cara, un nombre, una serie de cosas. Repito esto que me trajo no pocos líos: siempre, en términos políticos, los argentinos creímos que alguien podría llegar a salvarnos o a enterrarnos. Pocas veces hablamos de equipos de trabajo, de ideas, de planificación, de proyección a futuro. Al contrario. Es demasiado simplista, infantil. Conmigo, salvando las distancias, ocurre más o menos lo mismo. Permanentemente estoy tratando de sacarme cosas de encima. Lo peor que te puede pasar es llevarte ese mote hasta la tumba.

-En "Delirium", tu desaparición provoca un caos social, mucho más absurdo que aquél cruce con la Presidenta. ¿Cómo lo ves hoy?

-Fui usado como disparador. Eso que hoy es una anécdota les vino bien de un lado y del otro para poner sobre la mesa algunas cosas, para armar una discusión encarnizada, que impide un debate inteligente. Si vos lo analizás, la nota de la que fue extractada aquélla declaración hablaba de esa división, de la imposibilidad de que amigos, gente que se conoce o se respeta, pueda sentarse a una mesa sin la necesidad de convertirse en enemigos. Paradójicamente, esa frase, sacada de contexto, fue utilizada exactamente para lo que yo criticaba en esa nota.

-¿Bajamos un cambio en el nivel de confrontación?

-Lamentablemente no. Siento que no hemos caminado en la dirección correcta, cada posición, cada bando, no ha contribuido lo suficiente como para suavizar la línea que los divide. Algunos la fomentan. Y supongo que se va a potenciar a medida que pase el tiempo y nos acerquemos a las elecciones.

-Esa posible desaparición tuya me hizo pensar en tus palabras de orgullo frente al legado de tu viejo. ¿Qué te gustaría dejar a vos?

-Me enorgulleció de mi viejo entender que siempre fue fiel a sí mismo. Lo que pregonaba lo aplicaba. Siempre buscó que mis hermanas y yo no tuviéramos un desarrollo aferrado a lo material. A medida que fui creciendo interpreté eso de distintas maneras. Pero cuando murió, con mis hermanas fuimos al departamento que le alquilábamos nosotros, un lugar muy austero, y comprobamos todo lo que él había dicho. Tenía lo esencial.

-¿Es un mandato para vos?

-Sería un hipócrita si en este momento pretendiera ser como mi viejo. El era casi un asceta en ese sentido. Yo ya estoy muy lejos. Yo busco ser fiel a mí mismo en otros aspectos. Los intelectuales, los emocionales, trato de que mis hijos vean en mí lo que yo digo que hay que ser. No sé si lo consigo, porque soy mucho más contradictorio que mi viejo, quisiera tener su integridad, pero no creo ser tan coherente como lo fue él.

-Una vieja pregunta: ¿se puede ser antisistema dentro del sistema? ¿Criticar desde ese lugar?

-Se puede criticar, analizar, en tanto y en cuanto no lo hagamos con un dedo levantado acusando a otro de algo que cree que a él no le ocurre. Yo sé en qué formas contribuyo a cosas que critico y trato de achicar esa brecha, para sentirme mejor conmigo mismo. Pero la crítica es necesaria. Estamos sumergidos en un sistema que se nutre de muchas perversiones e injusticias en términos de igualdad social. Mi hijo hace unos días me confrontó. Me dijo que a mí me resultaba incómodo ser burgués, pero que tendría que asumir que lo soy: “No tiene nada de malo. Lo malo es que no lo asumas y vivas incómodo”. Me sirvió mucho que él me lo dijera. Después vino el descargo, para que no me sintiera tan mal, que nadie me regaló nada, etc., etc.

-Jalonados, empujados, varios actores están en el centro de más polémicas. ¿Todo el mundo está capacitado para opinar de todo?

-Algunos sienten la necesidad de no esconder la cabeza, opinar libremente. La lógica nos tendría que asistir en ese sentido: decir lo que pensás. Los adultos sabemos que, en la medida que vos decís lo que pensás en forma intempestiva, sin medir consecuencias, te podés ganar grandes enemistades. Pero el día que dejemos de hacer eso estaremos en el horno.

-¿Sentís la necesidad de salir a hablar por ciertos temas?

-Para nada, me buscan. Como bien dijiste, si hay algo que nos caracteriza a los argentinos es que por alguna extraña razón creemos estar habilitados para hablar de todo. Eso acentúa las diferencias.

-Esta película recupera al Darín cantor, un disco tuyo...

-Fue hace mucho tiempo eso, y me dieron para que tenga (risas).

-¿Alguna vez aceptaste un papel por una mina, como ocurre acá?

-No, lo hicimos para mostrar un costado verde de Darín.

-¿Te desacralizará "Delirium"?

-Espero que sí, porque lo que más me gustó era la posibilidad de reírme de mí mismo, de la seriedad del fulano Darín. No soy ni tan serio ni tan infalible como me quieren hacer creer. Soy bastante más volátil, más supeditado a cuestiones emocionales que racionales.

-¿Vas a seguir haciendo óperas prima?

-Para desacralizarme y también para enfrentar el inexorable paso del tiempo, el momento en el que me deje de sonar el teléfono. Hace muchos años que vivo una situación exageradamente privilegiada, en algún momento se va a cortar. Así que es mejor que contribuya yo a que eso ocurra.

Promesa cumplida

Ricardo Darín contó que había conocido de chico al director de “Delirium”, Carlos Kaimakamian Carrau. “Cuando él tenía 10 años, yo le pregunté qué iba a hacer cuando fuera grande y me contestó que iba a ser director de cine. Y parece que le dije que cuando se convirtiera en director de cine, me buscara y me diera trabajo. Evidentemente el tipo se acordó, porque a los 27 me trajo un guión escrito por él, por eso decidí acompañarlo en esta primera aventura”, rememoró Darín.

Humor absurdo

"Delirium" es el primer largometraje de Carlos Kaimakamian Carrau, que sucede a los cortos "Apariencias", "El último testigo", "La otra muerte", "Error de cálculo", "26.194.301" y "Jaque mate", el mismo nombre que la película de fantasía rodada por Darín en "Delirium".
El film, de apenas 85 minutos, ofrece en registro de comedia absurda la historia de tres amigos que, sin saber nada de cine, proyectan filmar una película sólo para ganar dinero y, con ese propósito, logran -equívocos mediante- la participación de Darín, en una cita al imaginario real que lo ubica como el actor taquillero por excelencia.

Según la mirada del protagonista de “Relatos salvajes”, “Carancho”, “El hijo de la novia” y “El secreto de sus ojos”, la propuesta de “Delirium” le permitió una cita autorreferencial, en torno de burla y, al mismo tiempo la posibilidad de erosionar el lugar común que sostiene que su inclusión en la cartelera asegura el éxito de una película.

El peso de la película recae en tres actores, Miguel Di Lemme, Ramiro Archain y Mariano Carrazzone, que encarnan personajes que, en el afán por quebrar sus rutinas, se animan al desafío de filmar una película. Producto de una confusión de amistades, Darín se suma al proyecto y su participación es el desencadenante de una historia donde el absurdo sostiene el relato.

Susana presidenta

En ese registro de convenciones con el espectador, también resultan naturales las participaciones especiales de varios famosos. Así, la mismísima Susana Giménez interpreta a la Presidenta de la Nación, aunque sin aludir directamente a Cristina Fernández de Kirchner. La última vez que la diva estuvo en cine fue en su cameo en “Tetro”, de Francis Ford Coppola, en 2009. La experiencia anterior había sido en 1999 cuando protagonizó “Esa maldita costilla”, de Juan José Jusid.

Más famosos

Otros famosos que participan en la película son Diego Torres, los periodistas Catalina Dlugi, Débora Pérez Volpin, Sergio Lapegüe, Germán Paoloski, Guillermo Andino, Mónica Gutiérrez, Juan Miceli, Facundo Pastor, Matías Martin y Elizabeth “La Negra” Vernaci. Salvo Susana, todos ellos se interpretan a sí mismos.

Emiliano Carrazzone, Ramiro Archain, Miguel Dileme y Florencia Miller completan el reparto de un película que parodia algunos aspectos de lo que supone el rodaje de una película.

Las escenas con Darín

La participación de Darín es breve pero determinante. Se luce en la escena inicial en la que “negocia” su participación con los aficionados productores y directores y luego acude, irascible, a un rodaje inverosímil.

Con vaivenes, la cinta va modelando un registro, un lenguaje y unos códigos con el espectador que encuentran su mejor rédito en el desenlace cuando ya está quebrado el sentido de verdad propio de cualquier relato cinematográfico.

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