Rescate del patrimonio cultural

Asistimos en estos días a la recuperación de ornamentaciones y pinturas cenitales en las bóvedas del templo de Nuestra Señora de Loreto. Un esfuerzo privado que debe ser imitado por el Estado.

Los testimonios de pintura mural en Mendoza se sitúan en el ámbito de residencias familiares, en algunas iglesias de la ciudad y alrededores, en edificios y entidades públicas y privadas. Conforman un valioso acervo artístico, cultural y patrimonial que debe cuidarse para formación y regocijo de actuales y futuras generaciones.

Recientemente, tres artistas locales plasmaron un mural en la vía pública, más precisamente sobre Pedro Molina, en homenaje a la larga y fecunda trayectoria de la Academia Provincial de Bellas Artes.

Dentro del conjunto de obras que no pertenecen a colecciones privadas y están expuestas al público se encuentran las pinturas religiosas y ornamentaciones que se destacan en la bóveda central y en los casetones de las naves laterales de la iglesia-catedral Nuestra Señora de Loreto.

Los Andes destacó recientemente la recuperación y puesta en valor de ese trabajo pictórico, que hicieron los italianos Luis Marsonet y Giovanni Giorgio Brusadín, especializados en la decoración de templos, en la década del ’20.

De no haber mediado la responsabilidad y el interés de las autoridades eclesiásticas por recobrar esas expresiones artísticas, malogradas por el paso del tiempo y la humedad, probablemente se hubieran deteriorado hasta perderse.

Este templo es muy importante para la comunidad y la historia de la ciudad, porque desde 1864 reviste en forma interina como catedral, hasta tanto se concrete la construcción de una propiamente dicha. Consideramos entonces que es trascendente la tarea que llevan a cabo el restaurador de arte Miguel Soria y colaboradores en ese templo.

Muchos murales dispersos en el área metropolitana y jurisdicciones vecinas mantienen un buen estado de conservación, pero desafortunadamente un número importante ha desaparecido o se ha dañado.


Se recordará el ocultamiento que para siempre se hizo de un hermoso mural del maestro Mario Vicente (1921-1985), estampado en una de las paredes de la galería ubicada junto a Los Andes.

Es apenas una cita de otras desaprensiones. Haber conservado esa expresión artística en el muro norte del centro comercial no hubiera alterado en nada las actividades de negocio y sociales que se realizan allí. Tampoco se debió haber “borrado” una pintura del recordado plástico Ricardo Embrioni, realizada en un café y confitería de calle Rivadavia.

Podemos deducir que los descuidos comentados -no del presente sino de décadas- están presentes en la administración gubernamental cultural y educativa en los temas referentes al patrimonio cultural de una comunidad, la valoración del mismo en todos sus aspectos y su reconocimiento como parte de la identidad colectiva.

Tal vez falten acciones de sensibilización, difusión de significados y valores, rescate de las memorias e imaginarios sociales.   Sin duda, se necesitan presupuestos e inversiones acordes con el propósito de preservación patrimonial, que incluyen un importante aspecto material en su existencia como bien, mueble o inmueble, y que requiere conocimientos científicos y tecnológicos por parte de los técnicos/profesionales responsables.

De esta capacitación y acciones debería ocuparse el Gobierno dentro de su “administración cultural”, con planificaciones de objetivos a largo plazo, atravesando las diferentes gestiones políticas.

Entonces proponemos que la noble respuesta para proteger el arte religioso que se ejecuta en la iglesia-catedral Nuestra Señora de Loreto, se extienda a otros ámbitos de la realidad mendocina, donde hay obras de arte en riesgo.

Como muestra, un ejemplo detectable fácilmente: el espectacular mural de la pared sur del edificio del Correo Central, conjunto pictórico realizado por Amadeo Dell'Acqua (1905-1987), en la década del ’50.

La Dirección de Patrimonio Cultural está atenta y ha hecho gestiones para revertir la situación de la expresiva obra, pero no ha alcanzado. No debería pasar este año sin que se restablezca el esplendor y mensaje de esa obra.

Representa la historia de Mendoza, desde sus orígenes hasta la mitad del siglo XX. Dell'Acqua la hizo con varios ayudantes. Hoy, una colaboración colectiva podría sacar de la indiferencia y del olvido ese magnífico trabajo, regresándolo a su plenitud comunicativa.

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