Hay seres humanos que pasan desapercibidos en la vida y están los que marcan huellas profundas, con su mirada apacible, transmitiendo calma al paciente, coraje al abatido y amistad al desconocido.
Es el caso del doctor Gerardo Salafia, cuyas manos y mente interactúan para estar al lado de los necesitados y, pese a los sinsabores de la profesión que ejerce, nada puede eclipsar su pasión por preservar la vida.
La batalla no es solamente para los fuertes. La vida nos dio un ser maravilloso, iluminado por Dios para disipar en los otros las incertidumbres y angustias.
Mi reconocimiento entonces al doctor Gerardo Salafia.
María Elena Ramos
DNI 6.399.473