Que el rock te despeje

Esta edición del festival Wine Rock conjuró las nubes y la llovizna con shows íntimos y potentes. Desde Jaime Torres a Enanitos Verdes, se bebió música y confraternidad. Los artistas locales brillaron con fogata propia.

El fresco de la montaña ilumina la mirada del maestro, aunque las nubes insistan en taparnos el Cordón del Plata.

¿Qué hace falta, Jaime?

Claridad, niña, claridad.

Pequeño como un Yoda con poncho verde, el enorme charanguista no habla del estado del tiempo sino del estado del mundo.

Acaba de tocar en el Wine Rock. Y ha invitando al escenario a una tribu de músicos con los que comparte el amor por las canciones de la tierra. Pero ahora estamos en un apartado rincón de la Bodega Monteviejo y adentro lo espera el vino y uno de los talentos que ha descubierto, Gustavo Ecclesia, suelta una tonada.

Afuera ocurre la previa del recital de rock. Aquí adentro, la íntima post del folclore. Y esa tonada, “Cuando el corazón se quiere quedar”, que vuela de los labios de Ecclesia a los de Jaime Torres se convierte en uno de los mágicos momentos.

Esta edición del festival tuvo que enfrentar la lluvia. Pero entre músicos y artistas visuales la conjuraron. No sólo porque en la mañana del sábado clavaron un cuchillo en la tierra (que se transformó en una de las esculturas entre las viñas) sino porque hubo, sobre todo al inicio, una suma de esos momentos en los que el tiempo se suspende.

Uno. La presentación de Neder-Garay-Maluko así, juntos, en un proyecto nuevo que los convoca a fusionar raíces desde lo más genuino de sus tres universos. De Paula Neder y Sebastián Garay sabemos que conforman un núcleo folclórico y cancionístico delicado. De Maluko sabemos que invoca a los espíritus del reggae.

No hace mucho estos tres se encontraron construyendo un puente musical y acabaron grabando un tema y filmando un video. ¿Zamba con reggae? ¿O reggae con zamba? Tuvimos que esperar a escucharlos en esta edición del Wine Rock para entender lo que han creado: una fusión con alma.

Y el final de esa actuación, donde hubo buena música del mundo, fue perfecto. Paula tomó la caja y dedicó una copla a una niña que, inspirada, se sentó frente al micrófono y la cantó entera.

Por eso varios de los asistentes del festival -muchos provenientes de otras provincias y otros países- se acercaron fascinados a este bello ensamble de talento local.

Dos. El momento en que Gustavo Ecclesia (un cantautor cuya ciudad de origen hoy está inundada) interpretó junto a Jaime Torres "Sabana esperanzada", una canción bellísima con letra de Tute.

Ecclesia tiene apenas 30 años. Proviene de Salto, provincia de Buenos Aires, el sitio que ahora castigan las lluvias. Apasionado de la canción latinoamericana, conoció a Tute en una peña y desde entonces creó con el dibujante y poeta un vínculo entrañable.

A él le envió Tute por audio las melodías de sus “Canciones dibujadas”, el disco que el hijo de Caloi presentó en este Wine Rock. Y cuando Gustavo grabó como demo el tema que musicaliza Jaime Torres, el charanguista dijo, con su habitual sabiduría: ésta es la voz.

Por eso se descolgaron los aplausos, traspasado el público por la sensación de “soñar despierto”.

Claro que hubo inconvenientes debido al clima. Parte del recital se tuvo que trasladar al interior de Monteviejo y parte de los asistentes, afuera, tuvo que lidiar con la espera para acondicionar el escenario principal. El vino, por supuesto, ayudó. Y la hermandad enófila no permitió que la fiesta decayera hasta que Kevin Johansen subió a hacer lo suyo. Canciones agridulces para disfrutar al Malbec.

La llovizna nocturna tampoco opacó la llegada de Catupecu. “No nos vamos a amargar, en Woodstock llovió siempre”, arengó Fernando Ruiz Díaz, aunque dilató el recital con una serie de apelaciones entre tema y tema en las que metió hasta a Steve Jobs.

Tres. El momento en que Catupecu invitó al escenario a José Palazzo, el creador del Cosquín Rock, y descorcharon juntos "Cabaret" de Pappo. Poco antes de que Ruiz Díaz también convocara a Pelleritti (el creador del Wine Rock) y a Guillermo Rigattieri (el músico y escultor) a brindar con "Magia veneno".

Faltaba más -Los Pericos, Los Enanitos Verdes- para templar esta plataforma de tinta, tinto, música y amistad al pie de los Andes. Imposible que ante el disfrute no quede resonando la canción con la que celebraron la jornada Neder-Garay-Maluko: “Gracias”.

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