Psicología laboral: mi tarea me pone de un mal humor terrible...¿Renuncio?

Cómo afrontar el hartazgo de la rutina, la falta de desafíos laborales, la alienación que a veces se siente respecto de las tareas que realizamos. Te brindamos algunas pautas para resolver esa situación si es que se presenta como un conflicto permanente.

Llegó el momento: uno está en la oficina pero la mente está en cualquier otra parte. Ya no te identificás con tus tareas y no le ves sentido a lo que hacés. Te levantás de mal humor el lunes y cumplís con lo estrictamente necesario.

¿Qué ha pasado? ¿Se ha producido una "renuncia interna" al puesto? Si es así, más vale no demorar la decisión, porque si seguís trabajando a desgano y sobrellevando durante mucho tiempo la situación, el problema puede pasar a generarte inconvenientes físicos y psíquicos.

No hay que tener miedo. Es un problema que afecta a muchas personas. Una encuesta llevada adelante por la consultora Gallup en Alemania llegó a la conclusión de que un 16 por ciento de los empleados no tiene ningún tipo de vínculo emocional hacia su puesto de trabajo.

Ese terrible desgano, que parece arrasar con todo, no es algo que suceda de la noche a la mañana. Más bien se va dando como un proceso. "Muchos primero sienten cierta intranquilidad y tienen la sensación de que ya no están presentes", explica la asesora Ute Bölke.

Uno comienza a sentir cada vez menos ganas, a enfermarse con mayor frecuencia, a descuidar sus hobbies. El mal humor se va colando en la vida privada...

Cuando eso sucede, hay que saber reconocer el problema y no mirar a un costado. "Por supuesto que si uno siente por primera vez alguna incomodidad no hay que dramatizar, pero si los indicios van en aumento, es necesario actuar", dice el psicólogo Lothar Drat.

El primer paso es analizar las causas. Conversar con los amigos o con la familia para tratar de llegar a dilucidar qué es lo que está molestando. Las causas pueden ser múltiples: desde competencias con otros compañeros hasta envidias, antipatías, sobrecarga de trabajo o incluso falta de tareas.

También puede suceder que el tipo de labor o el área en la que uno se está desempeñando no encaje bien con las capacidades que uno ha desarrollado a lo largo de los años.

Una forma de compensar esa insatisfacción es generar actividades placenteras en la vida privada, ya sea practicar algún deporte, comenzar un hobby o reunirse más con el círculo de amistades. "Es fundamental que la vida no sólo pase por el trabajo", advierte Bölke.

Pero además, si uno logra identificar la causa del malestar laboral, puede intentar un cambio. Es decir, si siente que sus tareas son monótonas, puede sumar algún curso de capacitación o perfeccionamiento que le ayude a descubrir nuevos modos de encararla. O si le parece que le está faltando feedback, es bueno hablarlo con sus jefes.

La gran trampa en la que no hay que caer es lo que sucede a muchas personas que, en lugar de atacar lo que las está afectando, reducen lo que les hace bien, incluso sin darse cuenta. Eso empeora mucho la situación y es justamente lo que hay que evitar. No es bueno aguantárselas y seguir para adelante aunque la carga psíquica sea cada vez mayor.

Por supuesto, si nada cambia a pesar de que identificás lo que no está fluyendo, también hay que evaluar seriamente la posibilidad de renunciar y buscar otro empleo.

Pero atención: al presentarte a entrevistas o nuevos puestos, pensá muy bien qué es lo que querés y no lo dejés de lado en la conversación con tu potencial empleador.

Si donde estás sentís que hace años que no aprendés nada y eso te quita la motivación, preguntá precisamente eso cuando tengás una entrevista laboral: cuáles son las perspectivas, si dan cursos de perfeccionamiento, etc. De ese modo evitarás caer en la misma situación.

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