Por la desaparición de Soledad Olivera ya no hay acusados

Mariano Luque, el único imputado que tuvo el juicio, terminó siendo absuelto por el beneficio de la duda y, tras la lectura de la sentencia, el Tribunal ordenó su inmediata libertad.

La absolución de Mariano Luque (30) por la desaparición de su amante, la joven madre lavallina Soledad Olivera (31), no sólo deja impune al caso sino que lo vuelve  "a foja cero", quedando en un pie de igualdad con otra desaparición "gemela": la de Johana Chacón (13), la adolescente que se esfumó un año después de Soledad, en el mismo lugar: la finca donde vive Luque, con su pareja, Beatriz Chacón, hermana de Johana.

El cono de sombra que cubre  ambos casos es tal que -a tres años de la desaparición de Johana y a cuatro de la de Soledad- la Justicia ni siquiera sabe cómo definirlos: ¿Son desapariciones? ¿Son homicidios? ¿Pueden compararse a las desapariciones forzosas de personas registradas durante la dictadura militar? ¿Se trata de un oscuro caso de trata de personas?

Las preguntas no son descabelladas: todas tienen su fundamento jurídico, sus indicios, sus comentarios de pueblo chico infierno grande; todas con cierta lógica que, en algún punto, llevan a la pregunta del millón: ¿Cómo pueden esfumarse dos personas -mujeres y pobres- en el mismo lugar?

"Él tenía que decir todo"

"Estoy segura de que él tiene algo que ver, mi hermana iba para su finca. Él tenía que hablar y decir todo, seguro que hay más gente metida en esto. Esos niños necesitan a su mamá. No sabemos quién la tiene", dijo entre lágrimas, Marcela Olivera, una de las tres hermanas de la víctimas, cuando salían de la sala de debates, llorosas y desoladas, acosadas por las cámaras.

Ayer por la mañana, la Segunda Cámara del Crimen -los jueces Mateo Bermejo, Roberto Uliarte y José Valerio- absolvieron por el beneficio de la duda a Luque y le dieron inmediata libertad. Luque fue juzgado por la privación ilegítima de la libertad agravada.

Los jueces, frente al impacto mediático del debate, sacaron un as de la manga: previo a la sentencia, leyeron los fundamentos de la misma, algo que normalmente se hace 5 días después.

En el escrito que, fue escuchado por un impávido Luque, los magistrados dijeron, en resumidas cuentas: a) que la causa no debía ser juzgada como un asesinato pero que sí se debe abrir otra investigación por homicidio; b) que Soledad fue forzada y privada de su libertad; c) que ese delito no lo cometió Luque; y d) por lo tanto, hay que absolverlo.

Atrás habían quedado los 6 años que pidieron, durante los alegatos, los fiscales Darío Tagua y Santiago Garay y los 20 años pedidos por Fernando Peñaloza, (Secretaría de Derechos Humanos); triunfó la posición de los defensores María del Carmen Aguilar y Adolfo Aguilar.

Fundamentos

A falta de pruebas directas, los jueces valoraron los indicios  en contra de Luque, como los que lo favorecieron. Y la balanza se inclinó a favor del imputado.

Pero dejaron una puerta abierta:  "Nada impide proseguir la investigación por el delito de homicidio contra cualquier persona, no habiendo al respecto violación del principio que prohíbe la persecución penal múltiple (non bis in ídem). Y no sólo ello, se impone el deber de que el Estado continúe con la investigación de la desaparición de Soledad en cumplimiento de jurisprudencia internacional en materia de derechos humanos".

Y tras citar jurisprudencia internacional  que tiene como víctimas a mujeres, dijeron: "En Soledad concurrían al momento del hecho al menos dos factores que la hacían particularmente vulnerable a hechos de violencia: era mujer y pertenecía a un sector socioeconómico desaventajado".

Lavalle, el epicentro de los dos casos emblemáticos

En la siesta del 18 de noviembre de 2011 Elvira Soledad Olivera Giménez salió de su casa en el barrio Paraísos de Ana Curi, de Tres de Mayo, Lavalle, con destino a la finca de Mariano Luque, distante a unas diez cuadras de su casa. A mitad de camino encontró a una amiga.

Le dijo que iba a la finca de Don Mario por un trabajo y luego a ver a Luque. Desde ese momento nadie más la vio, nunca más regresó ni volvió a ser vista por nadie, a pesar de haberse llevado a cabo una exhaustiva y prolongada búsqueda de su persona, tanto a nivel local cuanto nacional.

Johana Chacón desapareció el 4 de setiembre de 2012. Salió de la escuela y fue en un transporte escolar hasta la finca donde vivía Luque con Beatriz, su hermana. Las compañeritas la vieron abrir la tranquera pero Luque y Beatriz dicen que nunca entró.

Hechos que se encaminan a la impunidad

"Los casos de Soledad y Johana han quedado igualados, sin nada. Y se encaminan a la impunidad", dijo ayer el querellante Fernando Peñaloza, representante de la Secretaría de Derechos Humanos, durante la protesta que algunas colectivos feministas -unas 50 personas- realizaron en la puerta de Tribunales tras el fallo absolutorio.

El abogado indicó que la sentencia, desde lo técnico, fue ajustada a derecho, aunque para él "hay elementos para una acusación". "No tiene sentido abrir una investigación por homicidio cuando ya se lo excluyó a Luque. Vamos a apelar", afirmó Peñaloza.

Marcadamente afectada por el final del debate, Silvia Minolli, directora de la escuela de Tres de Mayo a la que asistió Johana y una de las impulsoras de la investigación y la movilización de cientos de lavallinos, dijo: "Estamos desoladas, desesperanzadas. Seguimos cubriendo responsabilidades que no tenemos y que asumimos, como es ir a acompañar a los niños (los hijos de Soledad). Sé que ha habido mentiras en el juicio y vamos a ver si podemos profundizar y poner en escena este falso testimonio. Estoy maravillada con esta organización de jóvenes militantes que han venido a reclamar. He visto chicas y chicos llorando por este fallo y me parece una cosa inédita. Es una causa construida social y públicamente. La Justicia debería haber actuado en consecuencia de esto".

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