Perú: playas del norte

Aldeas de pescadores, surfers en busca de la ola perfecta, fauna marina, el recuerdo de Ernest Hemingway. Desde Cabo Blanco a Punta Sal, arenas en auge.

Perú: playas del norte
Perú: playas del norte

La ruta panamericana gira hacia un lado, gira hacia el otro, se endereza y se pierde en el desértico paisaje cuya tonalidad entre el ocre y el camel sólo lo rompe el turquesa del océano y el azul de un cielo despejado.

Cada tanto un vehículo se cruza en dirección contraria pero el tránsito no es un problema en el trayecto que une el aeropuerto de Talara con las playas de la región de Tumbes. La serenidad del horizonte parece apoderarse de todo e invita al rélax.

El viejo y el mar
Con una rigurosidad religiosa, Rufino Tume se despierta cada día a las 3 de la mañana y observa, desde el porche de su casa, cómo los pescadores se adentran en el mar. Antaño también pescador -oficio que aprendió con 12 años de su padre- con 90, hoy Rufino sólo penetra en el océano con su mirada. Desde su silla los ve partir cada madrugada y luego regresar con la captura de una nueva jornada.

Sin embargo, este señor de rostro apacible vivió en primera persona la visita de Ernest Hemingway a Cabo Blanco. Durante 1956, el consagrado escritor permaneció poco más de un mes mientras filmaban algunas escenas de la película El viejo y el mar, basada en su libro homónimo.

A lo largo de su estadía fue Rufino quien acompañó al Nobel en sus jornadas en el mar tras el rastro de un marlín negro, pez propio de esas aguas. “Hablábamos de pesca” recuerda Tume.

“Ernesto hablaba bien español porque había vivido en Cuba” continúa. “Quería llevarme allí pero yo estaba muy bien aquí” sentencia. Aquellos encuentros devinieron en intercambios epistolares una vez que Hemingway partió y se mantuvieron hasta la muerte del escritor. Orgulloso, Rufino conserva no sólo las cartas sino fotografías que hoy acompañan a su relato pausado.

En nuestros días, Cabo Blanco es un pequeño pueblo que, como Rufino, mira al mar y donde todo conmemora aquella célebre visita y el apogeo que vivió la región con la pesca deportiva durante la década del 50, cuando se convirtió en el epicentro de la élite internacional. Tan vivo es el recuerdo que hasta quienes llegaron más tarde se han apropiado de las anécdotas que comparten con los viajeros más curiosos.

Es el caso de Francisco Chávez Rondoy, dueño del restaurante Black Marlin, que rinde homenaje a la belle époque que esta aldea de 120 habitantes vivió décadas atrás.

Así, Francisco relata no sólo historias del autor de Adiós a las armas como su preferencia por los mojitos y daiquiris, sino que enumera también algunas de las personalidades de aquel momento que visitaron el lugar como Gregory Peck, James Stewart, Bob Hope, Paul Newman y hasta una Marilyn Monroe de incógnito “aunque nunca se pudo confirmar” nos dice por lo bajo.

También describe cómo en 1953 fue el magnate petrolero de Texas, Alfred Glassell Jr, quien batió el récord en la captura del marlín negro con un espécimen de dimensiones sorprendentes: 707 kilos y más de 4 metros de largo, marca que se ha mantenido insuperable hasta entonces, comenta mientras enciende un video donde se explica la proeza.

Fauna marina 
Con la fría corriente marina de Humboldt que proviene del sur y las cálidas aguas del Niño que bajan desde el norte, esta región de Perú se caracteriza por una vasta y variada vida marina: ballenas -entre los meses de julio a octubre- tortugas, lobos marinos e infinidad de peces de los más disímiles tamaños y por supuesto, colores.

Con la promesa de nadar con tortugas nos subimos a Frenesí, una pequeña  embarcación con capacidad para 13 personas, junto al carismático Alex, nuestro guía de Pacífico Adventures, que no más llegar al puerto de Los Órganos nos recibe mostrando los dientes, que no se malinterprete, es una amplia sonrisa que mantendrá constante a lo largo del recorrido.

Desde el agua, se aprecia mejor el cerro El Encanto al cual el pueblo debe su nombre. Con una particular forma, producto de la erosión del aire, los habitantes dicen que cuando corre viento, un sonido como el de un órgano sube al pueblo; tal será ese eco que terminó por bautizar al lugar.

Pasamos por una plataforma petrolera que se erige en el medio del mar. Acostumbrados a la presencia de esta torre de hierro, dos lobos marinos se tienden perezosos y se sacuden con movimientos pesados. Arriba las fragatas forman fila prolijamente y se valen de la panorámica vista que ofrece la torre para escudriñar el océano en la búsqueda de alguna presa.

Unos 30 minutos transcurren hasta llegar al Ñuro. Allí nos preparamos para el punto culminante de la excursión: antiparras, chaleco salvavidas, snorkel y patas de ranas para sumergirnos con las tortugas marinas. De contextura grande -algunas llegan a pesar 120 kilos- nadan tranquilas como si flotaran en el agua.

Durante unos minutos con la sorpresa propia de un niño, cada uno grita y señala en cuanto divisa una desde el barco. El primer valiente desciende al agua y poco a poco el resto del grupo toma valor. “Las tortugas son buenas y no hacen daño” nos tranquiliza Alex. Al cabo de un rato, todos nos movemos como peces en el agua cristalina, con la misma tranquilidad de los quelonios.

Refugio surfer
Los mototaxis -vehículos a motor con capacidad para dos o tres personas- que se pasean de un lado al otro de la calle principal, son un movimiento constante que atenta por momentos con el clima relajado que vive el lugar.

Una feria de artesanías -infaltable en un pueblo de playa- y chiringuitos que promueven los placeres culinarios del lugar como ceviches y 2x1 de piscos sours, hacen de Máncora el epicentro de un turismo joven que auspicia una movida vida nocturna.

Con días soleados durante -prácticamente- todo el año, una temperatura promedio de 26°C y de 20°C en el agua, las playas del norte de Perú son éxito garantizado para quienes disfrutan de unas vacaciones frente al mar. En este paradisíaco escenario, Máncora se ha convertido en un imán de amantes del surf, donde cada año se celebra una de las fechas del Campeonato Mundial.

No es extraño encontrar historias de quienes se acercaron en unas vacaciones y decidieron dejarlo todo para afincarse aquí, como nos cuenta una pareja de argentinos que tiene un puesto de joyería en la feria.

Punta Sal
Ubicada en el departamento de Tumbes y a 23 kilómetros hacia el norte de Máncora, Punta Sal y su exclusivo resort Royal Decameron emergen como un oasis en medio del desierto. Ideal para viajeros que se deleitan con los detalles, este hotel cuida hasta lo más mínimo en pos de garantizar una estadía inolvidable.

Con una playa privada de 1,5 kilómetro de largo en la que el confort está asegurado (y una inmensa piscina), sólo falta decidir dónde descansar tumbado al sol. Con bufet, restaurantes a la carta, sector de snacks y bares, lo único que lo preocupará son las calorías. El recinto ofrece actividades in situ, así como también excursiones para conocer los principales atractivos de la zona; resuelve todo desde su comodidad.

El lugar es ideal para quienes rehúyen de organizar actividades durante las vacaciones. Relájese y deje que el amable personal del hotel lo haga silenciosamente todo por usted. Quizá sea ese lugar para disfrutar de las playas norteñas maridando lujo, los pasos de Ernest Hemingway, la posibilidad de nadar con las tortugas, de vibrar con la noche que en Máncora se confunde con las luces del nuevo día.

Datos de Interés

Dónde dormir: Royal Decameron Punta Sal, ofrece paquetes de 5 noches en base doble: 616 dólares. Incluye 35% AFIP, comidas y bebidas. www.decameron.pe
Cómo llegar: LAN dispone de vuelos desde Buenos Aires –con una escala en Lima- a los aeropuertos de Talara o Piura. Opciones desde 1.100 dólares aproximadamente -35% AFIP incluido-. www.lan.com
Dónde comer: Black Marlin (Cabo Blanco) tiene propuestas a base del pescado más fresco. Filetes de pez espada desde 22 soles ($ 64), ceviche de mariscos desde 25 soles ($ 73) y pisco sour para acompañar, 6 soles ($ 18).

Qué hacer 
Snorkeling con tortugas: duración aproximada de 2 horas. Precio: 120 soles ($ 348). Incluye equipo, traslados desde el hotel y guía. www.pacificoadventures.com
Observación de ballenas: se realiza entre julio y octubre. Posee una duración  de 3 horas y media. Precio: 120 soles ($ 348). Incluye equipo, traslados desde el hotel y guía. www.pacificoadventures.com
Ruta Hemingway: tiene una duración aproximada de 3 horas. 149 soles ($ 432). www.decameron.pe

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