Casi 250 mil mendocinos con una corta licencia por paternidad

Son los que trabajan en el sector privado. Si bien la provincia fue pionera al dar 15 días a los empleados públicos, estos son una minoría frente a los privados, que tienen sólo 2 o 3 días de descanso luego del nacimiento de un hijo.

En mayo de 2014, los estatales mendocinos lograron un avance en materia de derechos que los ubicó como pioneros a nivel nacional: por primera vez en la historia, los varones que trabajan para cualquiera de los tres poderes del Estado provincial y sus organismos descentralizados comenzaron a contar con 15 días corridos de licencia en el momento de recibir a un nuevo bebé en el hogar, en lugar de gozar sólo de dos jornadas.

Sin embargo, si bien la norma beneficia a unos 69.500 hombres que se desempeñan en el sector público, Mendoza tiene aún una profunda deuda pendiente con casi un cuarto de millón de padres (potenciales y actuales) que trabajan en el sector privado.

Ocurre que para ellos y sus familias, el beneficio queda desdibujado y pasa casi inadvertido debido a que tienen sólo dos días (en algunos casos puntuales un poco más) de licencia por paternidad en los que ni siquiera logran adaptarse a los nuevos cambios que implica la integración de un nuevo miembro en la familia.

Javier (42) contó su experiencia para poner en palabras lo que sucede a otros tantos miles de varones a los que les es negado su derecho (y deber) de participar con plenitud de su paternidad. Según confió el hombre, que es empleado de una casa de electrodomésticos del centro, cuando su hijo Benjamín nació hace dos meses casi no tuvo la oportunidad de asistir a su esposa luego de que le practicaran una cesárea.

Lo peor de todo -lamentó- fue que cumplidas las tres jornadas de licencia tuvo que retomar el ajetreado ritmo del comercio, que sólo le permite ver a su bebé por la noche, cuando retorna a casa casi exhausto. “Nosotros contamos con la ayuda de mis suegros para cuidar a mi señora y mi hijo mientras ella se recupera, pero no todos tienen esa suerte”, detalló con algo de optimismo.

Cambios familiares

De acuerdo a los datos del último Censo Nacional (2010), en la provincia hay 452.607 varones ocupados. De ese total, 69.508 son obreros y empleados del sector público mientras que 246.785 (tres veces más) prestan servicios en el privado. Otros 28.322 son patrones, mientras que 95.647 tienen un emprendimiento por cuenta propia y otros 12.345 trabajan con su familia.

Más allá de las cifras, la realidad muestra que la cotidianidad de las familias exige de cambios urgentes para adaptar las leyes laborales a las demandas actuales, por un lado, y a los derechos que tienen ellos de vivir su paternidad con plenitud.

En ese sentido, los especialistas se refieren a un cambio de paradigma en lo que concierne a la construcción de una familia, donde el varón requiere de una mayor integración y participación dentro del ámbito hogareño.

De hecho, su rol ahora no se limita a ser el proveedor y sostén económico, como lo era antes, sino que hoy aparece más visibilizado e involucrado que antes en la escena cotidiana, aunque aún exista una disparidad respecto de las tareas (trabajo doméstico y cuidado de niños y personas mayores dentro de la casa, entre otras funciones) que ellas cumplen dentro del hogar, tengan o no un empleo remunerado.

Adecuar las leyes

De allí que la importancia de adecuar las leyes a los cambios se plantee ya no como una necesidad, sino más bien como una urgencia. Desde el punto de vista de María Eugenia Salinas, especialista en coach ontológico, en la medida en que el Estado adecue sus políticas para garantizar el derecho de los varones a estar presentes en su hogar al menos dos semanas luego del nacimiento de su hijo, las organizaciones contarán con mayores niveles de satisfacción, lo que al mismo tiempo redundará en beneficios relativos a la motivación y la productividad del empleado.

“Ellos -por los flamantes papás- también necesitan adaptarse a los cambios que implica recibir a un nuevo integrante en la familia. Se requiere, de hecho, de una nueva reorganización en la que deben estar presentes”, indicó la especialista.

Para Salinas, una posible salida sería que el beneficio de la licencia por paternidad sea tenido en cuenta por la Administración Nacional de Seguridad Social (Anses), como lo es en la actualidad para las mujeres. “El sistema tributario podría contemplar estas situaciones”, deslizó. De este modo -indicó- las empresas no tendrían un impacto negativo en su fuerza laboral y, a la vez, los papás podrían estar más presentes al momento de asistir a su pareja a recuperar su bienestar.

Derecho legítimo

Acunar al bebé, cambiarlo, estar atento a sus requerimientos y disfrutar del rol paterno son, en definitiva, los primeros pasos hacia un sentimiento de apego “padre-hijo” que marcará la relación entre ambos.

Desde el punto de vista de la psicología, este proceso se configura como una dualidad que beneficia tanto al (o la) bebé como a su papá. En la medida en que el lazo de unión parental sea saludable, sobre todo en los años de la niñez, el futuro de ambos redundará en beneficios.

Para el psicólogo Daniel Venturini, en la actualidad se ha confirmado que el rol del varón en la crianza de los hijos es fundamental, ya que el comportamiento futuro de las personas depende de los esquemas mentales que haya construido en su infancia.

Sobre todo en los primeros meses de vida del pequeño/a es cuando se conforma el vínculo de apego pero además, en ese proceso, el niño o niña desarrolla su auto valoración, se siente querido y aprende límites.

Por eso, Venturini sostiene que la presencia del padre (en el caso de tenerlo) es un derecho tanto del niño como del adulto.
"Si no puede estar porque no tiene una licencia adecuada se pierde de momentos únicos e irrepetibles", explicó el especialista y mencionó la experiencia de países desarrollados donde las licencias por paternidad se extienden inclusive hasta seis meses (ver infografía).

“Esos son países que tienen mejores indicadores respecto de su calidad de vida”, comparó el psicólogo.

Verónica García, psicóloga especializada en niños, agregó que el vínculo padre-hijo se inicia inclusive desde el vientre materno, cuando el bebé comienza a ser capaz de oír voces y reconoce mediante la audición la presencia de otra persona, además de su mamá. Al nacer, el contacto piel a piel, ser mecido y acunado por esa persona que acompañó el embarazo, implica un gran beneficio para la construcción vincular.

“Por eso es muy importante que se apoye desde diferentes políticas a la unidad familiar. La presencia del papá es saludable para la pareja y para el bebé”, coincidió García.

Un problema nacional

La situación que viven miles de mendocinos que no pueden gozar de una licencia laboral adecuada tras el nacimiento de un hijo, es compartida por otros tantos a nivel nacional.

Una encuesta realizada por la Fundación UADE a mil personas de entre 18 y 40 años del Gran Buenos Aires y el Conurbano, indicó que la gran mayoría de quienes fueron consultados mencionaron la extensión de la licencia parental como una necesidad.

Así, 48,1% dijo que ésta debería ser más extensa y compartida debido a que la responsabilidad de cuidar de los hijos es de ambos padres. Un 33,7% expresó que el beneficio debería extenderse a al menos cuatro semanas, en tanto que 11,9% de los encuestados expresó que debería mantenerse como está y 6,3% planteó que la licencia debería ser mayor a 12 semanas.

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