Paritarias: el Gobierno mueve piezas y Macri recibe a las tres CGT

Impuesto a las Ganancias, asignaciones y fondos para obras sociales, a cambio de un reclamo menor: el menú del Presidente para las centrales sindicales. Fuera del convite, las dos CTA.

Dos meses después de haber asumido la Presidencia, Mauricio Macri recibirá finalmente mañana en la Casa Rosada a una delegación sindical que incluye sólo a los máximos dirigentes de los tres sectores en que sigue dividida la CGT, en las vísperas de la entrada del calendario de negociaciones paritarias que aparecen complicadas por la inflación.

El jefe del Poder Ejecutivo estará acompañado por su jefe de Gabinete, Marcos Peña, por el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, y el vice de esa cartera, Ezequiel Sabor, en la reunión a realizarse desde las 16.30. El Gobierno preveía concretar esa reunión a finales de diciembre, pero fue postergada por desacuerdos internos entre las dos CGT: hasta semanas atrás pareció encaminada su unificación e incluso llegó a fijarse para la segunda semana de enero la realización de un “congreso unificador” en Mar del Plata, del que no se tuvo noticias.

Por el lado sindical fueron invitados y confirmaron su asistencia los jefes de las tres CGT, hasta el 10 de diciembre pasado, enfrentadas por su alineamiento político: Hugo Moyano (CGT Azopardo), aliado de Macri desde la campaña electoral, y el metalúrgico Antonio Caló (CGT Alsina), alineado con la administración de Cristina Fernández; más el también opositor jefe de la CGT Azul y Blanca, el gastronómico Luis Barrionuevo.

Del mismo modo irán: los “gordos” Armando Cavalieri (Comercio) y José Luis Lingeri (Obras Sanitarias); el titular de la estratégica Confederación de Sindicatos del Transporte -Catt-, Juan Schmid (Dragado y Balizamiento), y el macrista, a la vez que titular del Partido Fe, Gerardo “Momo” Venegas (Uatre, trabajadores rurales).

De este modo sólo fueron convidados a la mesa los dirigentes de las distintas fracciones en que está dividida la histórica CGT. Afuera quedaron, sin que se diera alguna explicación, los dos sectores en que está dividida la CTA (Central de Trabajadores Argentinos): la kirchnerista de los Trabajadores, de Hugo Yasky, y la Autónoma, enfrentada al anterior gobierno, de Pablo Micheli.

“Juntarse con quienes siempre están dispuestos a arreglar es un viejo vicio de los gobernantes”, coincidieron ayer Yasky y Micheli, palabras más, palabras menos, en explicar los motivos de su exclusión.

“Es un tanteo inicial, apenas un primer round”, confió ayer a este diario un cercanísimo colaborador del Presidente. Buscó así bajar las expectativas generadas en torno al encuentro, el primero de Macri con el sindicalismo, después de las medidas con las que atendió los reclamos del sector empresarial desde el inicio de la gestión.

También en momentos en que el aumento a definir en las próximas paritarias y la posición gubernamental al respecto generó polémica. “Prudencia”, por tratarse de “un año de transición”, pidió Macri a los sindicatos, el sábado pasado, desde Jujuy. Sucedió después de que a mediados de la semana pasada, el jefe de Gabinete tuvo que salir a negar que el Gobierno quiere aumentos paritarios de entre 20 y 25%, como un rato antes lo había dicho Triaca hijo.

La misma fuente se encargó de anticipar que, por supuesto, el Presidente no irá más allá de un pronóstico político-económico para sugerir a los jefes sindicales que no haya aumentos paritarios por encima de la inflación prevista (20-25%). También para deslizarles que podría haber acuerdos con cláusula de revisión semestral, una idea que cobra fuerza en el Gobierno y en los sindicatos, hasta en la CTA de Yasky: si a mediados de año la inflación no está en línea con la previsión anual de gobierno, podría dispararse por acuerdo paritario uno o dos aumentos hasta fin de 2016.

“Pero Macri no hablará de porcentaje de inflación ni de nada que se le parezca. No hay techo para las paritarias y el Gobierno quiere que las mismas se desarrollen libres, con la menor intervención posible del Estado”, remató aquella fuente.

Macri recibirá a la delegación sindical con la confirmación de un conjunto de medidas ya anticipadas a Moyano en el encuentro secreto que tuvieron la semana pasada en Olivos y con las que confía en morigerar los reclamos en paritarias.

La primera: el envío para su inmediato tratamiento en el inicio de las sesiones ordinarias de un proyecto de ley modificatorio de Ganancias que llevará a 30 mil pesos netos el mínimo a partir del cual los asalariados pagarán ese impuesto. Aunque hay sectores sindicales que recuerdan el compromiso de campaña de eliminar ese impuesto (Schmid se lo memoró a Triaca cuando éste recibió a la Catt la semana pasada). Semejante cambio representaría “una conquista” de los jefes sindicales para quienes pagan ese impuesto.

La segunda: para los asalariados con menores ingresos (ergo, que no pagan Ganancias), el Gobierno dispondrá la universalización y un aumento de las asignaciones familiares. La tercera, y quizás la más tentadora a los ojos de los jefes sindicales: el reparto a las obras sociales sindicales de los entre 25.000 y 30 mil millones de pesos mensuales del Fondo Solidario de Redistribución (FSR) al que van a parar los aportes de los trabajadores registrados.

El primer guiño en ese sentido favorable a los jefes sindicales sucedió la primera semana de Macri Presidente cuando al frente de ese organismo fue designado Luis Scervino, hasta entonces director médico de una obra social sindical enrolada en la CGT de Caló.

Scervino es quien, por decisión política del Poder Ejecutivo, puede disponer que el destino de esos multimillonarios recursos deje de ser el FSR, como sucedió durante el kirchnerismo, y vuelvan a las obras sociales en beneficio inmediato de los gremios más numerosos, como Comercio, Sanidad, Construcción y el mismísimo Camioneros.

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