San Rafael: elaboran pan artesanal como en una panadería profesional

Un panadero sanrafaelino donó varias máquinas industriales al centro de educación de adultos (Cebja) 3-245, del barrio El Molino, porque supo del interés de aprender dicho oficio por parte de los estudiantes.

Los deseos de aprender y superarse, junto al altruismo de un sanrafaelino, se conjugaron para que un grupo de jóvenes estudiantes de un  Cebja (Centros de Educación Básica de Jóvenes y Adultos) encuentren en la institución la posibilidad de conocer un oficio y abrir así una alternativa laboral.

Es que a la propuesta del taller de panificación del Cebja N° 3-245 “Juan Pi”, ubicado en la calle Federico Cantoni al 151 del barrio El Molino, San Rafael, se sumó la generosidad de Hugo Medaura, un panadero que conoció la escuela, decidió darles una mano y donó varias máquinas para que los chicos realicen panificación y repostería.

A partir de esta iniciativa,  y con la colaboración constante de Medaura, los docentes de la escuela decidieron iniciar gestiones ante las autoridades escolares para que los estudiantes puedan obtener una salida laboral calificada.

Dos meses después de la primera visita a la escuela, Hugo volvió con un regalo: una batidora, un horno industrial y una sobadora. Estos implementos permitirán facilitar el proceso de enseñanza y aprendizaje de las chicas que asisten al taller, que este año está integrado por más de diez jóvenes mujeres que a veces concurren a clases incluso con sus pequeños hijos, porque no tienen con quién dejarlos.

“El horno ya lo tenía y compré la sobadora para la escuela, mientras que la batidora es el aporte de Germán Caristía, que es de Mendoza”, contó Hugo.

Además, junto a su compañera Laura, en forma permanente entregan ingredientes básicos para esta tarea, como harina, para colaborar en “darles a los chicos la oportunidad que otros no pueden tener”.

Y propusieron también que aquellos egresados que demuestren compromiso, responsabilidad y dedicación al aprender el oficio puedan ser empleados en alguno de los dos locales de Hugo o de varios de sus colegas que aceptaron el compromiso.

Salida laboral

Los jueves en la tarde es el horario de este taller que conduce el docente Roberto Teruel. Entre risas, pero en completo orden, se siguen las instrucciones del profesor para ir elaborando prepizzas que luego se venderán para recaudar fondos destinados a reemplazar elementos e ingredientes necesarios para dar continuidad al taller.

También elaboran raspaditas y tortitas con azúcar que  se dan en el refrigerio que brinda la escuela a sus 53 alumnos, la mayoría proveniente de El Molino, un barrio con muchas carencias y necesidades. Sin embargo, su recetario es amplio ya que suelen hacer budines, pastafrola, facturas y pan árabe, entre otras cosas.

“Nos sirve mucho lo que aprendemos acá, tanto para la casa como para venderlo. Yo por ejemplo hice todo para un cumpleaños con lo que nos enseñó el profesor, también pan árabe para las hamburguesas de mi familia”, afirmó Soledad, una de las jóvenes alumnas.

“El año pasado elaborábamos para nosotras, este año vendemos las prepizzas”, expresó Jorgelina, otra de las chicas, mientras colocaba con sus compañeras las tortitas que estaban por hornear.

“Hacemos cosas dulces con recetas que nos trae el profe, pero elegimos qué nos gustaría realizar”, indicó Soledad. Y agregó: “Lo bueno es que el profesor nos da pequeños secretos que muchas veces no salen en las recetas”.

Para las jóvenes, este taller les abre las puertas para iniciar un pequeño emprendimiento propio: “Uno ve que se puede hacer, no hace falta tener grandes máquinas, hasta ahora aprendimos todo de modo artesanal y funcionó -explicaron-. Aprendemos incluso a reutilizar cosas que podemos tener en la casa, como hacer los moldes con latas de arvejas o de picadillo de carne”.

“Es un taller con apertura a la comunidad, aún para aquellos chicos que ya terminaron la escuela”, dijo Teruel. Y si bien en poco tiempo podrán contar con las máquinas instaladas y aprenderán a utilizarlas, señaló que siempre les resalta a los estudiantes que “a veces sólo basta con las manos y aprovechar lo que se tiene, incluso un pequeño espacio, para emprender algo que nos genere ingresos”.

Un equipo comprometido

El Cebja N°3-245 “Juan Pi” funciona en la calle Cantoni al 151 y comparte edificio con la escuela 4-195 “El Molino”. Asisten a él 53 alumnos y cuenta con un aula satélite en el mismo barrio, que transitan las trayectorias escolares de primer y segundo ciclo, y primer año del secundario.

En este centro educativo, a cargo de la directora maestra María Encarnación Juárez, además de las materias curriculares se dictan diversos talleres como costura, artesanías, panificación y teatro.

“Buscamos que los chicos tengan un lugar donde además de aprender estén contenidos. Muchos después que terminaron la escuela vuelven, vienen con sus hijitos”, señaló la directora.

Y destacó que trabaja con un grupo de docentes muy comprometidos con su trabajo, que además de desempeñar las actividades de su área buscan colaborar con el resto de la escuela.

Es el caso de Belén Villalobos, la profesora de Educación Física, que en la búsqueda de recursos invitó al panadero Hugo Medaura, quien les donó las máquinas.

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