Pablo Piantino: “Siempre es un placer volver a Mendoza”

El bailarín mendocino radicado en los Estados Unidos llega a la provincia para dictar un seminario de danza clásica y moderna desde el próximo martes. Aquí habla sobre su exitosa trayectoria y su nueva faceta de docente.

A sus 42 años, Pablo Piantino puede darse el lujo de decir que ha cumplido su sueño. Bailarín consagrado en los escenarios más importantes del mundo, ha sido aplaudido en la Royal Opera House de Londres, el Palais Garnier de la Ópera de París y el Teatro Mikhailovsky en San Petersburgo.

Aunque, claro, antes de radicarse en los Estados Unidos, donde estudió en la Juilliard School de Nueva York a instancias del maestro Héctor Zaraspe para luego pasar a formar parte del San Francisco Ballet y de la aún más prestigiosa compañía Hubbard Street Dance Chicago, entró por concurso abierto al Ballet estable del Teatro Colón y permaneció allí tres años.

Desde que dejó Mendoza, a los 15, Pablo Piantino no ha parado de crecer y si bien volvió a su provincia un par de veces como bailarín, hoy lo hace como docente para dictar un seminario de ballet clásico y danza moderna tanto para profesionales como para estudiantes.

“Hace 26 años que me fui y siempre trato de volver al menos una vez por año -nos cuenta- para ver a mis padres y otros familiares que tengo repartidos entre Mendoza y Buenos Aires”.

Como buen hijo de artistas (sus padres son los reconocidos actores y bailarines mendocinos Alberto Piantino y Ana María Nani), Pablo heredó sus dotes desde la cuna. “Ellos me apoyaron siempre -sigue Pablo, y recuerda que su abuelo Nono les decía a sus padres:

“Ustedes trabajan para convertirse en artistas, pero el Pablito ya nació artista”.

Porque desde los 9 años el chico supo mostrar un talento inusual, subido a algún escenario teatral con su padre o en su paso por el coro de Niños y Jóvenes de la UNCuyo, hasta llegar a conocer al que se convertiría en su gran amor: la danza.

-¿A qué edad empezaste a estudiar ballet?

-A los 14, con Octavio Chintolesi, pero después conocí a Zaraspe, que vino a dictar un seminario en Mendoza, y eso me cambió la vida. Su modo de enseñar te llega al corazón, te impregna con su amor por la danza.

-Gracias a él entraste en la Juilliard School...

-Sí, te imaginás el empujón que fue eso. Ahí aprendés de todo, no sólo a bailar. Para llegar a ser un gran bailarín tenés que dominar también técnicas de actuación, saber de vestuario, de sonido, de pintura y hasta cómo hablar con la prensa. Es todo un mundo y realmente me abrió la cabeza.

-Y evidentemente te acostumbraste a vivir en los Estados Unidos...

-Si te mueve una pasión intensa te acostumbrás. Si en cambio lo único que te moviliza es hacer plata, en algún momento te vas a querer volver. La vida en Estados Unidos es muy distinta a la de Argentina. Es otro idioma, otras costumbres, otra forma de ver las cosas. Si no tenés un objetivo claro que te sostenga, es difícil echar raíces fuera del país donde uno nació.

Y las raíces de Pablo Piantino en los Estados Unidos ya son inquebrantables, porque está casado desde hace varios años con la bailarina norteamericana Penny Saunders, también del Hubbard Street Dance Chicago, con quien tiene un hijo de tres años.

-¿Extrañás algo de Mendoza?

-A mis padres, aunque trato de verlos por lo menos una vez por año o ellos van a verme allá. Pero mi vida ya está hecha en los Estados Unidos. Allí tengo mi propia familia y puedo vivir de mi pasión que es la danza, aunque ahora a los 42 años ya estoy casi retirado y me dedico más a la docencia.

Desde 2015 en que terminó una maestría en Pedagogía de la Danza en la Universidad de Washington, Pablo imparte clases de ballet clásico y danza contemporánea en la compañía Hubbard Street Dance Chicago y en el Joffrey Ballet. Parte de lo que hace allí es lo que intentará mostrar en Mendoza en el seminario que dictará los próximos martes y miércoles en el Estudio de Danza de Marta Lértora (ver ficha).

-¿Ahora te dedicás exclusivamente a la docencia?

-Sí, desde hace unos cuatro años que enseño full time. Hay que tener en cuenta que la vida útil de un bailarín se termina entre los 40 y los 45 años, por eso es bueno tener otras herramientas de trabajo a la hora de colgar las zapatillas.

-Pero saber cómo enseñar también es todo un desafío...

-Sí, por supuesto, no cualquiera está capacitado para esa tarea. Yo tuve la suerte de tener grandes maestros que supieron transmitirme, además de la técnica y los conocimientos necesarios, una forma de enseñar y de hacer llegar la información que se te quedan grabadas.

Eso no lo podrías hacer si no sentís pasión por lo que hacés. Por eso yo, como maestro, trato de aplicar esas enseñanzas para compartir las experiencias vividas con aquellos que el día de mañana van a ocupar mi lugar.

La idea es ayudar en la creación de nuevas generaciones de artistas, que tanta falta le hacen al mundo de hoy.

-¿Le darías algún consejo a los jóvenes bailarines que están empezando en Mendoza?

-Sí, básicamente que se jueguen por lo que aman. Pero que no busquen exclusivamente el triunfo o la fama. El verdadero triunfo está en buscar la felicidad, esa es la única manera de lograr una carrera maravillosa. Es una bendición poder vivir de lo que uno realmente ama.

Experiencia profesional

El repertorio bailado por Pablo Piantino es muy extenso. A lo largo de su carrera ha interpretado obras de Marius Petipa, George Balanchine, Kenneth McMillan, John Cranko, Mark Morris y Van Manen.

Como parte de la compañía Hubbard Street Dance Chicago durante los años 2005 y 2013, tuvo la oportunidad de trabajar junto a notables artistas como Twyla Tharp, Nacho Duato, Mats Ek y Ohad Naharin. Y la lista continúa.

La ficha

Clases de Ballet Clásico y Danza Moderna
Para:
estudiantes y profesionales.
En: Estudio de Danzas de Marta Lértora (Clark 389, 5ta Sección).
Día: martes 17 y miércoles 18. 
Horario: de 10 a 13 (ballet) y de 15 a 18 (danza moderna).
Inscripciones: Martes 17 a partir de las 10.

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