Osvaldo Pedro Cursi: en la memoria y el corazón de Anzorena

Fue el jugador símbolo del equipo de la Sexta en su época de oro de fines de los ’50 y ’60. Falleció en 1966 víctima de un cáncer cuando tenía solamente 27 años y se encontraba en la plenitud de su carrera deportiva. Se lo recuerda, y seguirá siéndolo así

Osvaldo Pedro Cursi: en la memoria y el corazón de Anzorena
Osvaldo Pedro Cursi: en la memoria y el corazón de Anzorena

Desde la misma fecha de su fundación, el 29 de abril de 1938, al lado del edificio de la escuela Pedro Ignacio Anzorena, la Asociación Deportiva Anzorena se convirtió en una de las instituciones pioneras de la práctica del básquetbol en la provincia.

Según los historiadores del club, las raíces de su formación se encuentran en el interés de un grupo de alumnos y de ex alumnos de ese establecimiento educacional  de conocer y aprender las reglas y movimientos de un juego que comenzaba a ganar adeptos y que se hacía cada vez más popular.

En aquel amanecer mucho tuvo que ver el espíritu emprendedor, voluntad y entusiasmo del entonces director del establecimiento, Napoleón Calderón, al que en un justo reconocimiento se lo honró como presidente honorario cuando se nombró la primera comisión directiva, que estuvo presidida por Humberto Arana acompañado por Pedro Femenía, Herrera y Rossi en otros cargos importantes.

La entidad nació como club de Ex Alumnos de la Escuela Pedro Ignacio Anzorena y eligió los colores rojos, blancos y azules para lucir en su camiseta.

En esa época la única actividad que se desarrollaba era la pelota al cesto porque las chicas de 5to. y 6to. grado participaban en distintos torneos intercolegiales.

Los propios vecinos, como los Cursi, los Paretti, los Gandolfo, los Vicente, los García, que entonces constituían una verdadera familia, apoyaron la idea de tener un club de básquetbol. Con mucho esfuerzo se compraron los primeros aros y se recuperaron viejos pizarrones que fueron utilizados como tableros.

Los recursos se lograron a través de una conscripción de socios y del valioso aporte de los vecinos más pudientes.  En sus inicios el club funcionó en un terreno anexo a la escuela, donde existía una chacra que pertenecía a la familia Anzorena que estaba inutilizada.

Los mismos historiadores recuerdan que cuando se trasladó la escuela por la venta de esos terrenos también se tuvo que trasladar la cancha. Los jóvenes deportistas consiguieron el actual terreno de la calle Olascoaga, a metros de Suipacha en dirección al oeste, donde entonces funcionaba un depósito del ferrocarril.

Se comprometieron a mantenerlo limpio, pagar los impuestos y cumplir con los plazos para adquirirlo de manera definitiva. Se recuerda que en ese lugar se construyó la primera cancha de mosaico que funcionó en Mendoza y se utilizó un salón contiguo como secretaría, vestuario y baño.

Los mismos alumnos preparaban la mezcla y ayudaron a levantar las paredes y colocar las baldosas del rectángulo. Para estimular a los estudiantes se invitó incluso a jugadores en actividad para que brindaran charlas e hicieran conocer el reglamento y las tácticas del juego.


Otros tiempos
Cuando Anzorena dio a luz eran otros tiempos en el básquetbol local. De bohemia, romanticismo, pleno amateurismo y un gran esfuerzo personal para poder jugar.

Salvo pocas excepciones, los entrenamientos se realizaban en horario nocturno porque la mayoría de los jugadores estudiaba o trabajaba durante el día.

Se disputaban dos tiempos de 20 minutos, había que saltar del medio después de cada doble, se marcaban muy pocos tantos, no existía la zona, se podía correr de aro a aro y los espectadores asistían muy bien vestidos, de traje, camisa con corbata y elegantes sombreros, al igual que las damas que se mezclaban entre el público.

Se jugaba con luz artificial y se utilizaba la pesada pelota número 6 de cuero,  sobre pisos de baldosas o de polvo de ladrillo de color bien rojizo, rústicos aros de gruesa estructura, cuando en muchas canchas no existían las tribunas ni las barandas de madera para separar a los jugadores de la gente.

Después de los entrenamientos  se prolongaba la camaradería y el compañerismo porque los deportistas se reunían  en la cantina del club para comer un sándwich y tomar una “bolita” (gaseosa) o un vaso de cerveza. Al igual que los domingos luego del partido, cuando compartían un asado o una picada con vermouth con sus familias.

Era la época que los animadores del básquetbol local eran Mendoza de Regatas, Pacífico, Social Manuel Sayanca, Regimiento XVI, Atlético Arizu, Redes Argentinas, Martín Güemes, Honor y Patria, 9 de Julio y Godoy Cruz.

Luego se sumarían Andes Talleres, San José, Universitario, Anzorena, Atenas, Unión Vecinal Coronel Dorrego, Juventud Pedro Molina, Leonardo Murialdo, YPF, Obras Sanitarias, Villa Hipódromo, Olimpia, Agua y Energía, Israelita Macabi, Independiente Rivadavia y Guillermo Cano.

Los que posteriormente, durante varias temporadas, actuaron separados por la división que existió entre la Asociación Benjamín Matienzo y la Asociación Manuel Belgrano.


La historia
Tras haber ganado el ascenso en 1942 y obtenido en 1943 su primer título de campeón de primera división al superar a Atlético Arizu luego de dos intensas finales, la Asociación Deportiva Anzorena se consolidó en las décadas del 50 y del 60 como una fuerza de real poderío por su muy buen nivel de juego y excelente estado físico, constituyéndose en un adversario muy difícil de vencer y merecedor del mayor respeto.

Las campañas de 1957, 59, 60, 61 y 62 fueron las más notables de esos años y lo encumbraron entre los equipos de mejor producción y más alto rendimiento.

Incluso en el 57 se consagró campeón provincial al derrotar a General Alvear, San Rafael y San José y en el 62 obtuvo por primera vez el título de campeón del Gran Mendoza al vencer 93 a 92 a Universitario en una vibrante y emotiva final.


Los personajes señeros
Los nombres de Osvaldo Pedro Cursi, Juan Carlos "Lucho" Paretti, Oscar "Pelado" Tristán, Hugo Héctor "Chiquito" Muñoz (integró la Selección de Mendoza que ganó el título de campeón argentino en 1959 en Neuquén), César Dafra, Enrique Grippo, Hernando Barrios, Francisco "Piojo" Campanello, Leopoldo Benegas, Alberto Santiago Fortuna, Juan José Capello, Antonio "Zoquete" Neo, "Coco" Gandolfo, Alberto Neirotti, Juan Carlos Smovir, Enrique Romairone, "Tato" Lillo y el "Negro" Barrios son algunos de los referentes de esos años.

A los que se sumaron luego Mario Da Prá, Manolo Garcés, el “Pato” Rodríguez, Aquino Rodríguez, De Carlos, Velázquez, Eligio Negri, Lucio Fortuna, Alberto Mirábile y otros.

Cursi también jugaba al tenis y Campanello al fútbol en la reserva de Gimnasia y Esgrima. Un repaso a distintas crónicas de nuestro diario en esos tiempos de brillo y prestigio, cuando Osvaldo lucía el brazalete de capitán y la habitual camiseta número 8 sobre la piel, permiten descubrir un jugador de un alto espíritu de lucha, enorme temperamento y personalidad, de gran ascendencia sobre sus compañeros.

“El gigante de Anzorena” como muy bien lo definió el periodista y escritor Rubén Lloveras en su libro Historias y Relatos del deporte en Mendoza, editado en 2012.

"Ansiedad, vigor, voluntad y entereza"

Por esas cosas del destino Osvaldo Pedro Cursi nació el 24 de julio de 1938, tan solo 2 meses y 24 días después de la fundación de la Asociación Deportiva Anzorena el 29 de abril de 1938.

Por otra parte, antes que diera sus primeros pasos su familia se radicó en la calle Olascoaga 1783 de la Sexta Sección, apenas a una cuadra de las puertas del club porque su papá, Antonio, que estaba casado con Blanca Rosa Bianchinelli,  se había hecho cargo de la concesión de un hotel ubicado en las cercanías de la estación de trenes del Ferrocarril General San Martín, en calles Las Heras y Belgrano, a pocas cuadras.

Compartió junto con su hermano Orlando Alejandro una infancia muy feliz y creció, con todos sus anhelos y proyectos, a la par de la entidad que se convirtió en su segundo hogar, en el amor deportivo de su vida, como reconoció más de una vez después de alguna entrevista en sus años de esplendor.

Favorecido por su altura y su excelente físico, Osvaldo también podría haber jugado al fútbol o al tenis, sin embargo se inclinó definitivamente por el juego de los dobles cuando a los 11 años ,en 1949, comenzó a jugar en  cadetes infantiles junto a otros chicos del barrio con los mismos sueños.

Entre ellos su entrañable amigo y compañero, el “Pelado” Oscar Tristán, uno de sus confidentes, al igual que sus padres Antonio y Blanca, cuando en setiembre de 1965 se le diagnosticó una grave enfermedad que progresivamente minó su salud.

Pese a su pasión por el deporte, nunca descuidó sus estudios primarios y secundarios, que completó en el colegio Don Bosco como un excelente alumno, muy aplicado e inteligente.

En octubre de 1963 contrajo matrimonio con Nelly Julia Díaz y en enero de 1965 nació Osvaldo Sergio, Osvaldito en la intimidad del hogar, el hijo de ambos.

Al momento de su muerte se desempeñaba como empleado administrativo de la Sucursal Mendoza del Banco de Italia y Río de La Plata.


Homenaje
Los Andes lo despidió con una sentida columna en su edición del día domingo 10 de abril de 1966, postrer homenaje que hoy recordamos textualmente con admiración y respeto: "Un eficiente valor pierde el básquetbol de esta provincia: ansiedad, voluntad, vigor y entereza fueron los atributos que exhibió Osvaldo Pedro Cursi en su carrera deportiva. Identificado con el básquetbol desde la niñez, dedicó sus mejores años a esa disciplina.

Y lo hizo bien, dejando en quienes lo vieron actuar un grato recuerdo, su amor por la entidad que lo cobijó, la Asociación Deportiva Anzorena, que hoy siente con profunda pena la desaparición de uno de sus mejores valores.

Ha sido tan grande y desinteresado que aún en las postrimerías de su vida, hace apenas algunos días atrás, preguntaba las novedades, el futuro de su club, para saber, para interiorizarse.

Sus amigos más cercanos, los que forjaron con él el famoso equipo del 57 –Benegas, Paretti, Fortuna, Tristán, Soria, Dafra, Barrios y Campanello– han detenido hoy su agitado andar para arrimarse al compañero de todos los días, para ofrecerle el postrer homenaje.

La Asociación Deportiva Anzorena, ante el infausto, ha entornado sus puertas identificándose con el ámbito familiar, pues es evidente que tiene algo de paterno, ya que Cursi se inició en ese club”.

“Con su fallecimiento pierde el básquetbol mendocino a uno de sus jugadores de mayor garra. Su alto espíritu de lucha quedó reflejado en los campeonatos oficiales ganados por la Asociación Deportiva Anzorena en los años 1957, 1959, 1960 y 1961. En 1962 fue también campeón provincial de campeones y del Gran Mendoza.

Como integrante de los combinados mendocinos actuó en La Pampa, Formosa y San Juan, exponiendo siempre un gran entusiasmo, que inyectaba a sus compañeros. Cursi desaparece a los 27 años de edad: el deporte, en particular el básquetbol, está de duelo por su fallecimiento”.

Durante años la entidad de la Sexta Sección lo recordó con un torneo anual que llevaba su nombre.

Aquel histórico: 93 a 92

La siguiente es la síntesis del inolvidable triunfo que la Asociación Deportiva Anzorena logró sobre Universitario en tiempo suplementario por 93 a 92 el 2 de julio de 1962 en el estadio Pacífico, para proclamarse por primera vez campeón del Gran Mendoza, título que se disputaba por tercera vez y que enfrentaba a los campeones de la Asociación Benjamín Matienzo y la Asociación Manuel Belgrano.

El tiempo reglamentario había finalizado igualado 79 a 79.

Al día siguiente Los Andes brindó una amplia cobertura del partido con textos y fotos en la que sobresalía una imagen del capitán Cursi llevado en andas por su hinchada y sosteniendo en sus manos la copa que habían ganado.


Anzorena (93): O. Cursi (2) – Cap –, C. Paretti (18), H. Muñoz (28), E. Grippo (25), J. Smovir (18), S. Fortuna (2), M. Barrios y J. Lillo. DT: Juan Martínez.


Universitario (92): A. Fredes (19) – Cap -, J. Balmaceda (10), C. García (31), E. Peralta (10), D. Llarena (18), R. Torres (4) y S. César. DT: Alberto Pablos.


Arbitros: Faustino Centurión y Fernando Anfuso


Recaudación: $ 8.630

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