Orden versus desorden

Israel ataca con su moderna fuerza aérea a las milicias islamistas en Gaza mientras éstas lo hacen con cohetes e incluso drones de fabricación casera. Las grandes potencias del mundo del orden deberían tener el poder de detener la proliferación del mundo

Durante ya cierto tiempo he argumentado que siempre resulta útil el estudio del conflicto israelí-árabe porque, para la guerra mayor de civilizaciones, es lo que fuera de Broadway es para Broadway. Muchas cosas empiezan ahí y después van a Broadway.

Así que, ¿qué hay en escena fuera de Broadway en últimas fechas? El conflicto israelí-árabe se ha convertido en una miniatura del cisma más relevante en el mundo actualmente: el cisma entre el “mundo del orden” y el “mundo del desorden”.

Israel enfrenta actores que no son estados, vestidos de civil, armados con cohetes y drones de fabricación casera, anidados entre civiles en cuatro de sus cinco fronteras: Sinaí, Gaza, Líbano y Siria. Además, lo más notorio con respecto a esta jugada es que el medio tradicional para llevar orden es inefectivo a todas luces.

Israel, una mini superpotencia, sigue atacando con fuerza a las variopintas milicias islamistas en Gaza con su moderna fuerza aérea, pero los militantes palestinos con enorme poder, apuntalando herramientas baratas de alta tecnología, siguen regresando con cohetes de fabricación casera e incluso un dron de la misma hechura. Antes solía ser necesario un contrato con Boeing para obtener un dron. Actualmente puedes fabricarlo en Gaza.

¿Qué hacer? Para empezar, sería magnífico si las grandes potencias del mundo del orden -Estados Unidos, Rusia, China, Japón, India y la Unión Europea- fueran capaces de colaborar para detener la proliferación del mundo del desorden. Ciertamente esto es necesario. Sin embargo, las perspectivas para eso son limitadas. En últimas fechas, ninguna potencia quiere ponerle encima las manos al mundo del desorden porque todo lo que se gana es una factura. E incluso si efectivamente lo quisieran no sería suficiente.

En mi opinión, la única manera en que Israel puede reducir verdaderamente la amenaza de los cohetes de Hamas es si los palestinos de Gaza exigen que se detengan los cohetes. Seguro, Israel puede infligir suficiente dolor sobre toda Gaza para obtener un cese el fuego, pero eso nunca dura. La única forma sustentable de hacerlo es que Israel se asocie con palestinos moderados en Cisjordania para formar un próspero Estado allá, para que los palestinos de Gaza se despierten cada día y le digan al nihilista Hamas: “Nosotros queremos lo que tienen nuestros primos de Cisjordania”. Los únicos controles sustentables son aquellos que vienen del interior.

Es así como los militares estadounidenses derrotaron a la versión anterior del Estado Islámico de Irak y el Levante, o EIIL, cuando los yihadistas tomaron en su mayoría el control de la provincia Ambar de Irak, entre 2006 y 2007. Estados Unidos se asoció con los líderes tribales de musulmanes sunnitas que no querían el Islam puritano, o que sus hijas fueran obligadas a casarse con fundamentalistas, o renunciar a su whisky.

Sin embargo, nosotros no solo los armamos. Mediamos un acuerdo de armas compartidas, poder compartido y valores compartidos -con respecto al futuro de Irak- entre esas tribus sunnitas y el presidente gobernante de Irak, el chiíta Nouri al-Maliki. Eso fue lo que puso fin al desorden yihadista allá por 2007.

Y después, ¿qué hizo Al-Maliki tan pronto como los estadounidenses nos marchamos de Irak? Dejó de pagarles a milicias tribales de sunnitas e intentó arrestar a políticos sunnitas de tendencia moderada. En vez de acrecentar los cimientos que nosotros sentamos de compartición del poder, Al-Maliki los arrancó. Es por eso que el EIIL descubrió que era muy fácil entrar. Los iraquíes sunnitas no iban a pelear para el gobierno de Al-Maliki. Nada de confianza, no se comparte el poder. Nada de orden.

Colonos judíos en Israel han hecho todo lo que estuvo en su mano para construir más asentamientos y socavar la confianza palestina de que Israel comparta alguna vez suficiente poder para que surja un estado palestino en la Ribera Occidental (Cisjordania). Además, la dirigencia moderada y secular de los palestinos en Cisjordania ha demostrado muy poca valentía con demasiada frecuencia para alcanzar un punto medio en el momento crítico.

Así que no existe una sola alternativa atractiva de Cisjordania para el nihilismo de Hamas. Israel, los palestinos moderados y Al-Maliki desperdiciaron en su totalidad la calma de los últimos años. Además, Al-Maliki y los dirigentes de Israel ahora insisten en eliminar por completo las amenazas militares que enfrentan de radicales; antes de reconstruir o reconsiderar cualesquiera de las alternativas políticas que ellos mismos contribuyeron a echar por la borda. Eso no funcionará.

Patrick Doherty, autor de A New US Grand Strategy en la revista Foreign Policy, argumenta que si se ven las respuestas tradicionales al mundo del desorden tanto por EEUU como por otros dirigentes, se nota que hay muchos “controladores y alteradores pero no constructores. Nuestros líderes fueron entrenados en las tácticas de control de la Guerra Fría, también conocidas como ‘manejo de crisis’. Así que no causa sorpresa que nosotros estemos usando nuestro poder solo para protegernos del riesgo y conservar un deteriorado statu quo. Sin embargo, ahora necesitamos que nuestros líderes sean constructores con visión suficiente para moldear un orden internacional sostenible; así como apoyar a líderes regionales comprometidos con lo mismo”.

El control, nota Doherty, seguramente es mejor que el caos. Pero, como hemos visto con los controladores que Estados Unidos ha tendido a adoptar en Egipto, Irak e Israel, su tipo de control “tiende al estancamiento y a los excesos, ya que el poder se concentra para contrarrestar las fuerzas del caos”.

Cuando todos los viejos medios de control vertical están cada vez menos disponibles o son cada vez más caros (en un mundo de gente fuerte y tecnologías fuertes, ser un caudillo no es lo que solía), líderes y su gente van a tener que acoger con el tiempo una nueva y más sustentable fuente de orden, que surja de abajo hacia arriba y esté construida sobre poder, valores y confianza compartidos. El liderazgo será sobre la manera de cultivar ese tipo de orden.

Sí, sí. Sé que suena tan difícil que parece imposible. Pero, cuando aislados habitantes de Gaza pueden fabricar sus propios drones, el orden no se da ya con facilidad.

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