Nuestra mirada: por qué "El ciudadano ilustre" no pudo con el Oscar

El film argentino pese al éxito de taquilla y las buenas críticas, era mala candidata para el Oscar. Aquí, nuestros subjetivos 'por qué'.

Aclaremos algo de entrada: no sólo se quedó afuera "El ciudadano ilustre", sino también otras películas que tenían, sin dudarlo, con qué competir desde la perspectiva del lenguaje. Y el por qué de estas exclusiones cumple casi al pie de la letra con los estándares que Hollywood precisa de las películas que no pertenecen tan claramente al mainstream (el gusto de la cultura de masas).

"Julieta" de Pedro Almodóvar (que en Mendoza tuvo un éxito inusitado en el Cine Universidad, con varias semanas de exhibición) se convirtió en uno de los films celebrados del 2016, porque el realizador manchego volvió a su tono de melodrama, pero desde una perspectiva clasicista y aggiornada a la industria -"a lo europeo", claro- que empezó a probar a principios del 2000; con películas como "Hable con ella" o "La mala educación". Con "Julieta" consiguió la fórmula casi como con ninguna de las anteriores. Pero, para el Oscar -aquí está la primera regla-, si vas a hacer clasicismo industrial de alto rendimiento con tono europeo, mejor que te celebramos en Cannes o Berlín; que es donde se vende ese tipo de cine. Para clásicos, ya está Clint Eastwood.

Otra que quedó afuera de esta carrera por Mejor película en Habla No Inglesa es la del chileno Pablo Larraín, "Neruda". Tenemos aquí la segunda regla que talla en las 'Normas Iram para el cine' que es el Oscar: "ya elegimos a este director latino para sumarlo a nuestras huestes del mainstream puro y duro: ese nos lo dejamos, es de los nuestros". Así las cosas, su película vale como credencial, pero a las audiencias del 'american way dream' los devaneos personales de Pablo Neruda no les hacen ni cosquillas.

El año pasado sucedió exactamente lo mismo con el argentino Damián Szifrón: "Relatos salvajes" sí pasó el cedazo de las nominaciones, porque su guión era más pregnante en esos públicos, aunque no tenía chances de ganar tampoco por los mismos motivos que "Julieta". No obstante Szifrón está trabajando ahora en el mismísimo corazón de Hollywood, en el tanque "El hombre nuclear". Ya nos enteraremos qué otro superhéroe le toca en suerte a Larraín además de "Jackie" con Natalie Portman.

"Elle", de Paul Verhoeven, que también tenía serias chances, se instala en los mismos casilleros de criterio que los films anteriores: para qué explicar más.

ARGENTINA NO LE PEGÓ NI EN EL PALO

El caso de "El ciudadano ilustre" es diferente al de los que venimos detallando. Es que la tragicomedia de Mariano Cohn y Gastón Duprat no es una narración clásica de industria con tufillo extranjero (como "Julieta"), ni una con pretensiones de fórmula estrictamente hollywoodense: es una excentricidad.

El contraste del escritor porteño europeizado, con la particular argamasa artística devenida del resultado el mestizaje cultural argentino, si bien es "el tema" logradísimo de la película, sólo tiene referencia con la geografía que mira hacia el sur del mundo, a la 'Madre Patria' que nos conoce (estamos convencidos de que este film sí ganará en su categoría de los Goya) y no mucho más. ¿Qué sabe, qué entiende, un espectador estadounidense -o globalizado, que para el caso es lo mismo- sobre las 'muestras de pintura' de los pueblitos del gran Buenos Aires? ¿Cómo puede reírse de un asunto que es tan absolutamente regional? Así las cosas, aunque "El ciudadano ilustre" (como "El artista" o "El hombre de al lado") hace una pregunta universal respecto a qué es el arte, qué es un artista, qué es el éxito y otros asuntos colindantes, la perspectiva de mirada es tan localista que, para el Oscar, no rankea (aquí tenemos otra norma más para apuntar).

La prueba que le da pie a esta afirmación es lo que pasó en nuestra taquilla con la película (en Mendoza, específicamente): se estrenó en las multisalas, el público no acompañó como se esperaba y se levantó de las grillas. Cuando fue nominada para el Oscar volvió a esas mismas carteleras y ahí sí: fue taquillazo. Corolario: nosotros, los mendocinos, también somos público globalizado, que no sabe de regionalismos o particularidades artísticas, hasta que la misma prensa y la maquinaria de la industria nos dice: "fijate en esta, que cotiza en Hollywood" (¡un entrenamiento de audiencias, un apunte para la educación por aquí!).

Tampoco la excelente decisión de Duprat y Cohn de apostar al realismo cinematográfico (que empezaron los rumanos con un éxito arrollador e incluso encuentra en nuestro film un sutil homenaje a "Bucarest 12:08") fue suficiente para que "El ciudadano ilustre" le ganase a otros experimentos lingüísticos en el mismo sentido; como el del iraní Asghar Farhadi y su "The Salesman". Farhadi viene de Irán y es un director que ya tiene nombre ganadísimo en los círculos internacionales: Cohn y Duprat recién ahora se hacen notar.

Estos son, a nuestro criterio subjetivísimo y en muy generales líneas, los motivos por los que estas películas, que tenían grandes chances de competir en la meca de la industria, quedaron relegadas. ¿Son malas?: en absoluto. ¿No merecen estar en ese podio? Más que no "merecer", diríamos que no "eligieron aspirar". Los Oscar son premios a la excelencia de producción, desde los términos del estándar cinematográfico (en el sentido de: máquina, industria y mecanismo) y estas películas no tienen sus tuercas ajustadas para tal fin: se jugaron por otros rumbos, tan lícitos e interesantes como ese, pero distintos.

Y, ya que estamos, arriesguemos nuestro pronóstico sobre cuál será la ganadora en este rubro del Oscar (todas las nominadas han pasado ya el filtro de la solvencia constructiva en su narración): nos jugamos por la alemana "Toni Erdmann", de Maren Ade (los periodistas del norte vienen celebrándola especialmente); o la del canadiense Xavier Dolan, "It's only the end of the world"; porque Dolan es el mimado de la prensa y la industria internacional (con total justicia: es un narrador formidable) y ya ha colado sus films en HBO a través de Cinemax -un ejemplo- sin por ello resignar un milímetro de estilo y personalidad en sus películas. ¿Y vos, a quién vas a votar?

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