No hay un único culpable

La derrota ante Arsenal en Sarandí golpeó fuerte en el Tomba. La goleada 3-0 dejó heridas muy profundas.

Según se supo horas después del encuentro, Carlos Mayor habría presentado su renuncia, pero la misma no fue aceptada por el presidente José Mansur.

El grueso del plantel volvió a Mendoza, pero el DT no lo hizo al igual que algunos jugadores. Por otro lado, la noche del lunes se produjo otra situación que no cayó bien en la intimidad del grupo. El técnico no cenó con sus jugadores, sino que se fue del hotel para hacerlo con su familia.

En un momento en donde hay que ponerle el “pecho” a la situación, este tipo de decisiones no suma, al contrario, resta. Ya había pasado algo similar cuando se suspendió el encuentro con Tigre, y se licenció al plantel durante un par de días.

“De esto se sale con trabajo”, afirman jugadores y DT. Y precisamente, más allá de las formas y los estilos, no parece que alcance por el momento.

Cuando los resultados se dan, todo está bien. Cuando viene la mala, es cuando no queda otra que aceptar las críticas, hacer una sincera autocrítica y redoblar el esfuerzo. No hay otra fórmula.

También está claro que la cuestión para Mayor, o cualquier otro DT, no era fácil. Con un equipo totalmente desarmado y apenas un par de refuerzos, el desafío era complicado.

Se dice que para tener éxito las tres patas deben estar unidas. Jugadores, cuerpo técnico y dirigentes. Hoy, en el Tomba éstas son responsables en igual porcentaje del presente, no hay únicos culpables.

Más allá de que se trate de un torneo de “transición”, en un fútbol argentino donde no se sabe bien cómo seguirá la historia el próximo año, una mala campaña puede ser catastrófica en un futuro cercano y después, no habrá tiempo para lamentos.

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