Música frente a la adversidad

Sonido contemporáneo, con raíces folclóricas. Bajo la dirección musical de Claudio Brachetta, la banda brilló.

Debería atenerme sólo a la música de esta fiesta, pero es algo difícil considerando todas las circunstancias que rodearon la realización de "Con el vino en la piel". Igual diré, de entrada, que la banda sonora de esta fiesta es de alta calidad: una visión musical contemporánea sobre raíces folclóricas, interpretada por músicos de excelente nivel.

Si pudiéramos abstraernos, entonces, del contexto de la problemática que se vivió detrás del escenario en los días de ensayo en el Frank Romero Day, hay que valorar que tanto la composición como la interpretación son hermosas. Pero es difícil desligar, sobre todo pensando que se está interpretando a un Tejada Gómez, que se está tocando un homenaje a Leonardo Favio. Seres que compusieron sus obras desde una perspectiva social.

Los músicos, durante meses de ensayo, dieron forma a una banda sonora sensible y poderosa. Más allá de que el off que subyace sea, en mi humilde opinión, retórica exaltada o vacua, por magia instrumental se salva. Los violines y los vientos alzan el vuelo, el despliegue sonoro de la percusión (en manos de Lamoladora trance colectivo) es sencillamente impresionante.

Las guitarras brillan en su virtuosismo cuyano y, junto a las voces de los Trovadores de Cuyo (que parecen surgidas de cavidades palatales desconocidas) aportan esa fibra telúrica que destaca por el abrazo con momentos orquestales de fusión y riesgo contemporáneo.

Un género tradicional como el malambo es revisitado con glissandos vertiginosos y voces huracanadas. Las sonoridades electrónicas se amalgaman con las percusiones para crear efectos óptimos. En distintos pasajes, las voces femeninas son un puente balsámico o protagonistas de las entrañas de la tierra.

Y luego, la cueca, la zamba arrancan con el pulso popular equilibrado del folclore tradicional. El vals dedicado a Armando Tejada Gómez es un momento emotivo. Pero lo interesante e innovador es la versión de "Hay un niño en la calle", la denuncia de Tejada en clave de rap.

Mientras la milonga canta, en su tono canyengue, "el dolor de saber que estamos solos, para aprender a sonreír" abre el segmento festivo de la tarantela inmigrante que contagia al público.

De allí, la zamba que reconoce el trabajo del tomero, el "dador de aguas", nos devuelve a los avatares de esta específica cosecha. Y la cueca cuyana también pone en valor nuestro elemento principal, el agua, que el pueblo mendocino no deja de defender ante el avance regional de las megamineras.

"Mañana hay luna llena, Nazareno, y rondarás los campos hecho lobo...". El parlamento de "Nazareno Cruz y el lobo", la película de Leonardo Favio, acompañado por una orquesta de lujo con , sin duda eriza la piel.

Bajo la dirección musical de Claudio Brachetta y la producción musical de Daniel Martín, la banda supo brillar. Quien haya sido el responsable de elegir a los músicos, acertó. Aunque no sólo conformaron un gran ensamble, sino un compacto grupo humano ante la adversidad y a pesar mismo de las decisiones de las autoridades. Cuán más hermosa hubiera sido si no hubieran tenido que pasar por la exhaustiva presión psicológica de tener que decidir si participar de una fiesta en la que no era respetada la integridad humana de sus participantes.

Ojalá, de aquí en más se respete a los artistas en sus decisiones como colectivo de trabajo y no sólo se priorice la voluntad de realizar un espectáculo para el afuera, sea como sea.

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