Murió Irma Abraham, la "madama tucumana" que inventó haber visto a Marita Verón

Tenía 89 años y era dueña de tres conocidos moteles. En 2012 declaró en el juicio por "Marita" Verón.

Irma "La Turca" Abraham, también conocida como la "Madama Tucumana", murió a los 89 años. Era dueña de tres conocidos moteles de Tucumán y en 2012 declaró en el juicio por María de los Ángeles "Marita" Verón.

"La Turca" había llegado desde Siria en 1932 junto con sus padres. Se casó dos veces y tuvo un tercer compañero, aunque sin dar el "sí". Si bien no tuvo hijos biológicos, se hizo cargo 10 niños como si fueran propios.

En los años '70 fue propietaria de El Paraíso en San Javier y luego fue dueña de los moteles Sideral, Halley y OVNI. Este último, ubicado en El Manantial, fue el primero en abrir y hace unos años se transformó en un hotel familiar para poder afrontar los impuestos.

Durante cuatro décadas en el negocio afirmó que tuvo que aprender a modernizarse. "Recuerdo que me resistía a poner películas porno (en los moteles), pero tuve que traerlas porque la gente la demandaba. También fui pionera en incorporar el jacuzzi y el kamasutra. Con esto último tuvimos una mala experiencia: un hombre grande, habrá tenido 90 años, casi se nos muere de un paro cardíaco, así que decidimos sacar ese servicio", confesó durante una entrevista que le realizó el diario tucumano La Gaceta.

Desopilante relato

Insistió en declarar ante la Justicia que Marita Verón había ido a verla dos días antes de ser secuestrada y prometió revelar lo que supuestamente le había dicho. Pero el relato fraguado, sumamente breve, no sirvió ni siquiera a los abogados defensores de los imputados por la desaparición de la hija de Susana Trimarco.

Sostuvo que Marita la llamó por teléfono para encontrarse con ella, y se reunieron en su auto, cuando iba camino al Cementerio del Oeste. El fiscal Manuel López Rougés quiso saber cómo se había vestido la testigo: “Muchas veces salgo en camisón, me pongo el 'tapamugre', así que no me acuerdo si me había puesto el pantalón, o ropa de vestir, o el 'déshabillé'”.

Inventó que Marita le contó “que estaba cansada del trato que le daba su madre”, y “que su madre le ha dicho que no iba a tolerar que le criara otra hija más”. “En pocas palabras, me dijo mucho”, trató de convencer, para justificar un diálogo de “20 minutos a media hora” en el que Marita no le pidió nada. Y negó tener ninguna información sobre su destino.

Sus comentarios espontáneos generaron sonrisas entre el público, e incluso en la madre de la víctima. Como cuando contó, por ejemplo, sus actividades en los albergues transitorios.

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