Mundo actual y futuro

Prospección geopolítica

Éste no es un trabajo de astrología ni de futurología. Sólo pretendo, a partir de las circunstancias vigentes, hacer una labor de prospección geopolítica que nos permita descorrer un poco el velo de los hechos por venir, partiendo de nuestra realidad objetiva y concreta.
Nadie puede negar la fragilidad del sistema del mundo contemporáneo que nos hace añorar los "tranquilos años de la Guerra Fría", la bipolaridad vigente en aquellos años y la racionalidad de los contendientes que proporcionaba un "orden" ahora ausente. Este orden fue remplazado por la anarquía de una multipolaridad desafiante que ignora reglas y modos de vivencia consolidados por años de civilización.

¿No será, precisamente, que lo que se halla en quiebre es nuestra ancestral y largamente aquerenciada civilización occidental y cristiana?

Además, la potencia que más la representa se halla también en crisis, es un imperio en decadencia. El solo hecho de reconocer, a destiempo por otra parte, que Rusia pudo influir de modo decisivo en el resultado de las últimas elecciones presidenciales en los EEUU, es una clara muestra de la incompetencia de sus poderosos servicios de inteligencia, como aconteció con el mayor atentado que sufriera en su propio territorio, el de las Torres Gemelas. Se critica a la Argentina por su falta de avance, encubrimiento, etc. Yo me pregunto ¿avanzó mucho más la primera potencia del mundo frente a los sucesos del 11-S?

El especialista ruso Konstantin Sivkov considera que los conflictos locales librados en varias partes del mundo son resultado de cambios globales y el establecimiento de un nuevo orden mundial. Pero agrega a continuación que en la historia no hubo ningún caso en que se haya establecido un nuevo orden mundial, sin guerras.

¿Es que ahora no estamos viviendo en un conflicto armado casi generalizado? Son numerosos los autores, analistas y dirigentes políticos y religiosos que consideran que estamos peligrosamente cerca o ya envueltos en los horrorosos pliegues de la Tercera Guerra Mundial. Entre otros, piensa así el jefe de la Iglesia Católica, el argentino Francisco. En rigor, él mismo es una acabada muestra del “antimodelo” en el ámbito religioso.

¿China y Rusia vs Occidente?

En cuanto a los escenarios posibles de esa hecatombe mundial, los especialistas divergen, pero el más “popular” es el que señala la revista Time, el conflicto entre EEUU y China, esta última con la posible alianza de Rusia. El Gigante Oriental no tiene, sin embargo, ningún interés inmediato en participar de un conflicto armado de esa magnitud; sólo -por ahora- quiere seguir creciendo. Además porque es plenamente consciente de sus vulnerabilidades estratégicas, como el vasto litoral marítimo abierto hacia el Pacífico, donde radican sus principales centros neurálgicos de producción manufacturera y el mayor ecúmene poblacional. Ese estratégico espacio puede ser atacado desde submarinos sumergidos a más de 5.000 km de distancia; pueden retroceder hacia su vasto interior como hicieron cuando los atacó Japón. Pero ahora las condiciones han cambiado, en particular la tecnología bélica, la que todavía es superada ampliamente por la primera potencia mundial y por la OTAN. Otra grave deficiencia de China con respecto a EEUU es la perentoria necesidad de abastecerse de alimentos y recursos del exterior por vía marítima. Más problemático y peligroso es su presunto socio, Putin, quien, al igual que Norteamérica, posee todos los recursos en casa. En cuanto a este último, a quien calificamos de “neoestalinista” en nuestro libro “Gorbachov- Yeltsin-Putin”, por su ambición desmedida y sin escrúpulos por reconstituir el ex imperio soviético.

Otro riesgoso escenario: Oriente Medio, Siria e ISIS

Más riesgoso se presenta el panorama por el lado de Oriente Medio y Siria, donde juegan y combaten diversos intereses que han convertido a Siria en un queso gruyere por la acción de bombas y misiles que han llegado a quemar sus tierras de laboreo.

Entre los principales actores de esa contienda, se destacan los yihadistas islámicos que, a diferencia de otros grupos terroristas, decidieron tener un Estado propio, por lo que optaron por ocupar parte del territorio de dos países en dificultades: Siria, envuelta en una feroz guerra civil, e Irak, anarquizada al extremo por la intervención de los EEUU que aniquilaron a su hombre fuerte, el dictador Saddam Hussein.

Este ejército yihadista, ISIS -una derivación de Al Qaeda- surgió con armamento de última tecnología de la noche a la mañana, con más de 30.000 hombres y mujeres dueños de un salvajismo y criminalidad nunca vistos hasta ahora.

Visto que en el enfrentamiento abierto con la coalición de países que los combaten a la larga llevaban las de perder, sin abandonar esta lucha dispersaron sus huestes por el mundo con una criminalidad que puede calificarse de “bajo costo” para ellos, pero que provoca graves atentados con una amplia secuela de víctimas y una repercusión mediática muy grande que genera espanto y miedo en todo el mundo, objetivo perseguido por estos émulos del demonio.

El duro futuro que nos aguarda

En resumen, no creo que los principales países del concierto mundial provoquen a sabiendas una conflagración mundial. Pero el clima existe, la pólvora también y las manos metidas en el conflicto de Siria son muchas y con propósitos diversos. Un error, una confusión, pueden ser la chispa que genere un incendio. Recordar cómo se produjo la Primera Guerra (ver mi libro El gran genocidio. La Primera Guerra Mundial). Además ahora se agrega una nueva e impredecible figura a la farándula de los grandes líderes: Donald Trump, que no es el más indicado para conducir a la gran potencia en estos tiempos turbulentos (amigo de Putin y apoyado por éste en su campaña electoral, no por razones de amistad sino para colocar en la presidencia de los EEUU a un incompetente). Por otra parte, el tumor maligno que se ha enquistado en el seno de la humanidad continuará matando inocentes y sembrando el terror. Los yihadistas que hacen uso y abuso de los versículos del Corán que incitan matar a los “infieles” continuarán demoliendo la frágil resistencia de nuestra civilización, erosionada por el hedonismo, la plutocracia y la sodomía. Hay que tener en cuenta que su pérfido accionar obedece a un doble objetivo: político y religioso.

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