Mocoroa, el laboratorio de Bermúdez

El mítico gimnasio de la cuarta sección en dónde Paco Bermúdez moldeó a grandes campeones: desde Nicolino Locche a Pablo Chacón.

Carlos Bermejillo -sobrino de don Paco, su persona de confianza durante años en la dirección y administración de la tradicional Casa Bermúdez de venta de artículos deportivos que ubicaba en la calle San Luis en el centro de la ciudad, porque a mediados de la década del 90 cerró sus puertas-  e Ismael Omar Dabín- el último presidente del Mocoroa, entrañable amigo personal del recordado maestro en aquel grupo que además integraban los periodistas Ernesto Cherquis Bialo -también conocido como Robinson- redactor de la revista El Gráfico, Jorge Mortola, del diario Crónica, obviamente Tito Lectoure -promotor del Luna Park- Beto Massara y Cacho Monet- evocan con infinita nostalgia aquel viejo sueño de mediados de los años 40 de Francisco Bermúdez, de tener su gimnasio propio para transmitir todo lo mucho y bueno que había aprendido del boxeo.

Ahora que peinan canas y que la memoria del inolvidable don Paco les trae cientos de recuerdos de aquellos tiempos en que el boxeo se hacía cada vez más popular en la provincia, don Carlos y don Omar evocan con infinita nostalgia cómo nació, por increíble coincidencia el mismo día del grave terremoto de San Juan -el 15 de enero de 1944- en la esquina de Estrada y 9 de Julio de ciudad el Mocoroa Boxing Club, así llamado en homenaje a Julio Mocoroa, un liviano platense por quién don Paco había sentido una profunda admiración.

Carlitos Bermejillo cuenta que la pelea inaugural del Mocoroa,  ese sábado 15 de enero del 44, fue entre el mendocino Mario Díaz y el cubano Buides Mora. También nombra a los primeros presidentes de la institución: Eleodoro Astudillo y Edesio Barraquero.

Maestros europeos. En el libro "Crónicas de Guantes", publicado en octubre de 2008 -un completo y muy valioso trabajo de investigación sobre la historia del boxeo en la provincia- el periodista deportivo Roberto Suárez Díaz se ocupa de la gran influencia que dejaron los primeros maestros que llegaron a la provincia, la mayoría europeos, contratados especialmente o que se radicaron por un tiempo o definitivamente cuando se encontraban en viaje a Chile, para brindar clases sobre la técnica del boxeo y de defensa personal, donde privilegiaban la guardia de brazos semi extendidos, el cuerpo erecto, la posición de piernas muy abiertas, con movimientos más bien lentos y de larga distancia, en el que sólo prevalecían dos golpes: directos y swing.

La nómina incluye -desde 1910 en adelante- a los franceses Charles Perrín, profesor de grandes aparatos y gimnasia sueca y Luciano Chavrín, ambos egresados de la Escuela de Cultura Física Normandía; hacia 1916 el inglés Jack Murray, en 1919 el francés Abel Bersac, ex militar en su país; y en las décadas del 30 y del 40 el uruguayo Ramón Souto, el italiano Augusto Viotti, el francés George Mayer, el belga Armando Shaker y el cubano Cirilín Olano.

Quienes dieron sus primeros pasos como instructores en distintos locales que abrieron especialmente, además de clases particulares, enseñanzas que más tarde continuaron en la Sala de Armas del Club de Gimnasia y Esgrima (social, de la calle Gutiérrez) y el Jockey Club.

Con posterioridad funcionaron el gimnasio de Andrés Rodríguez y Ricardo Villaluso, donde también se realizaron los primeros combates entre mendocinos, los que luego se extendieron al Babilonia y al Pascual Pérez. La academia de Ismael Moreno y el Luis Ángel Firpo, donde justamente se relacionó don Paco Bermúdez al comienzo de su carrera como boxeador y luego como entrenador.

Primeros nombres. Por el Mocoroa mendocino, al cabo de cinco décadas, pasaron parte de los pugilistas más importantes de toda la historia del boxeo local. Los nombres de Alfredo Lagay -su primer pupilo en condición de profesional- su propio hermano Manuel Bermúdez, Florencio Sainz, Jorge Duarte, Roberto "Corchito" Domínguez que llegó a combatir con José María Gatica en los 40 , lo que motivó esta humorada del polémico "Mono", en uno de sus habituales desplantes, cuando Bermúdez aún era un desconocido en el Luna Park: “Aire, mendocino, aire…que al 'Corchito' ese te lo destapo yo" (ganó Gatica por abandono porque don Paco tiró la toalla sobre el final cuando se venía el KO) - Raúl "Pavito" Vargas -el ídolo de San Martín en los '50 -Francisco Gelabert- debió abandonar muy joven, en el mejor momento de su carrera, porque un problema hepático (tenía el hígado demasiado grande) le impedía respirar con normalidad después del cuarto round -y Luis Cirilo Gil- su primera gran obra maestra, la que le permitió abrir las puertas del entonces fascinante escenario de Corrientes y Bouchard. Omar Dabín compartía entonces con su gran amigo muchos viajes a Buenos Aires y recuerda el apodo que los diarios más importantes de la época -década del 50- entre otros Crónica y Crítica, le habían puesto a don Paco Bermúdez, al que llamaban “el tirador de toallas”, por la costumbre que tenía de arrojar la toallacada vez que alguno de sus dirigidos corría el riesgo de KO.

También Bermejillo acerca otra anécdota, en la que cuenta como llegó Cirilo Gil al Mocoroa: “Lo trajo la madre cuando tenía 10 años y le dijo al tío: 'se lo traigo porque es usted, señor Bermúdez. Mi hijo quiere boxear y antes que se agarre a las piñas en la calle es mejor que aprenda en serio”. Cirilo fue después uno de los boxeadores más serios y responsables que dirigió”.

Época de oro. En una segunda etapa, mucho más rica y brillante que la anterior, en las décadas del 60 y del 70, ahora con una indiscutida proyección a nivel olímpico y mundial, verdadera época de oro para el pugilismo mendocino, surgirían del Mocoroa referentes de la calidad técnica, personalidad y trayectoria de Carlos Alberto Aro -durante años la mejor izquierda del país- Miguelito García, Juan "Mendoza" Aguilar, Jorge "Aconcagua" Ahumada, Nicolino Locche, Juan Domingo Corradi, Manuel "Cholo" González, Roberto "Manopla" Sosa y el cordobés de Villa María -Gustavo Ballasque se formó con don Paco y que también se consagró como campeón mundial.

El brillo se extendió a los '80 con otras figuras relevantes como Soria, Narváez y Estrella, entre los más destacados, hasta la fulgurante aparición de Chacón, que debutó como amateur de la mano de Bermúdez en 1992 en Coquimbito, frente a Oscar Pedrero.

Don Carlos comenta que "Pablito llegó en carretela al Mocoroa, allá por abril de 1989, cuando tenía sólo 13 años y comenzó a trabajar con el tío y con  Ricardo Bracamonte, quién luego asumió la responsabilidad de dirigirlo en la etapa de su consagración como campeón mundial". 
"El Maestro Cerró la Escuela" fue el título del artículo de la revista El Gráfico cuando en enero de 1993, 49 años después de su fundación, el Mocoroa Boxing Club pasó a ser un hermoso recuerdo, quizás el más bello de la historia del boxeo mendocino. /José Félix Suárez, Especial

La breve historia del "Bulldog Platense"

Pese a que fue un boxeador calificado de “distinto” desde el comienzo de su campaña, de alta técnica, fino y elegante, con un gran dominio del ring, siempre con su estilo clásico y ortodoxo, además de que era una persona muy culta y preparada, como lo demuestran sus estudios de química y farmacia en la Universidad de La Plata -donde había nacido un 25 de octubre de 1905- luego de haber completado el ciclo primario y el secundario en el Colegio Nacional, Julio Mocoroa había sido bautizado por el periodismo especializado como “El Bulldog Platense”, acaso también por su mirada desafiante y dominante arriba del cuadrilátero.

Casado con María Cecilia Bottaro tuvo una hija -Hebe- y tres nietas -Graciela, Adriana y María Laura- que no pudo conocer porque murió muy joven, a la edad de 25 años, el 9 de abril de 1931, en la plenitud de su vida y su carrera, víctima de un fatal accidente automovilístico en la ruta entre La Plata y la Capital Federal cuando viajaba a suscribir el convenio de su combate revancha con Justo Suárez, ídolo de esa época, conocido como “El Torito de Mataderos”.

Julio Mocoroa fue campeón Latinoamericano de peso pluma en 1923 y campeón Argentino de la misma categoría en 1926, al vencer por KO en el primer round a Olivio Gulle. Al año siguiente ese título quedó vacante hasta 1930 porque Mocoroa, que debía exponer su corona ante Julio César Fernández , incumplió el contrato respectivo y no se presentó sin causa justificada.

En 1924 había sufrido otra amarga experiencia  porque había sido derrotado por Pedro Quartucci en la final de la eliminatoria para representar al país en los Juegos Olímpicos de 1924 en París, Francia. Quartucci ganó la medalla de bronce en esos Juegos y años después se convirtió en un respetado actor de radio, cine y teatro en la Argentina.

Como profesional Mocoroa realizó 23 combates, con 18 triunfos - 6 por KO - 2 empates y 3 derrotas. Entre 1926 y 1927, el momento de su mayor esplendor, venció a los europeos Doménico Bernasconi y Antonio Ruiz y al chileno Luis Vicentini y empató con Henri Scille.

Para las crónicas de la época su derrota por puntos frente a Justo Suárez, el 27 de marzo de 1930, en la vieja cancha de River Plate, donde se recuerda en el improvisado ring side la presencia de Carlos Gardel, no había sido del todo justa, por lo que se esperaba con gran expectativa la revancha que nunca llegó.

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