Mendoza sin sistema de alerta sísmico

Especialistas señalan que contar con un sistema similar al de México no tendría mucho sentido porque la alarma y el sismo llegarían en simultáneo por la corta distancia que hay entre la zona poblada y las fallas.

Entre tantas noticias que dejó el trágico terremoto registrado en México el jueves último -de 8,2 ° y en el que murieron 90 personas-, una de las más destacables por su utilidad fue el funcionamiento del Sistema de Alerta Sísmica Mexicano (Sasmex).

Por medio de los 96 sensores ubicados a lo largo de toda la costa del Pacífico, la alarma se activó apenas se registraron las primeras ondas en la zona del epicentro y eso permitió que los habitantes del DF contaran con casi 2 minutos para evacuar sus casas o acomodarse en zonas seguras, y fue en el lapso comprendido entre el momento en que se activaron los altavoces y el movimiento llegó a la capital mexicana.

México y Japón son los dos únicos países del mundo que cuentan con este sofisticado y costoso sistema de alarmas, que no predice un movimiento antes que se registre (por el momento esto es imposible), sino que lo capta por medio de los sensores apenas comienza. Dependiendo de la proximidad con el foco del sismo, esta alerta posibilita dar aviso con una determinada anticipación a las poblaciones (mientras más lejos se encuentren del epicentro, mayor tiempo hay, aunque se trata de apenas segundos).

Especialistas mendocinos destacaron que si bien la zona sísmica en la que se encuentra posada Mendoza no cuenta con esta posibilidad, tampoco modificaría en gran medida el panorama ante un posible sismo fuerte o terremoto.

“En Mendoza podríamos tener un sistema de alarma como el mexicano, pero no tendría demasiado sentido. En el caso de los terremotos que se registran en Chile y se sienten acá, generalmente llegan con poca intensidad y no suelen causar grandes daños. Y con los movimientos que tienen epicentro en las fallas sobre las que está Mendoza y que sí pueden causar daño, prácticamente la alarma y el sismo llegarían en simultáneo y no cumpliría la función de alerta”, destacó el geólogo especializado en sismos y fallas geológicas, José Francisco Mescua.

El director de Defensa Civil de la Provincia, Daniel Burrieza por su parte detalló cuál es la tecnología con que cuenta Mendoza. “Tenemos 2 tipos de sensores, aunque no están en condiciones de utilizarse como alarma temprana. Por un lado, están los sismógrafos que hacen lecturas de la magnitud -escala Richter-, del punto de origen del sismo (epicentro), la dirección y también permiten detectar hasta que punto se sienten. Y por el otro están los acelerómetros, que miden la aceleración del movimiento sísmico y la intensidad -escala Mercalli modificada- y que calcula el daño que puede ocasionar a raíz de esto”, indicó Burrieza, y sostuvo que es precisamente por esto que la clave en regiones como Mendoza es trabajar en la preparación de la gente para el 'antes, durante y después' de un sismo.

“Hay muchísimo trabajo de investigación apuntado a una posible detección previa y quizás en algunos años ésta sea posible. Pero por lo pronto, hasta que no ocurre el movimiento y no se registra, no hay forma de predecirlo”, insistió a su turno el ingeniero del Ceredetec -Centro regional de desarrollos tecnológicos para la construcción, sismología e ingeniería sísmica- (UTN), Miguel Tornello.

Distintos

El especialista de Ceredetec destacó además que los sistemas como el que se activó durante el terremoto en Oaxaca (México) la semana pasada entran en funcionamiento apenas se produce el terremoto. “La onda sísmica viaja a entre 200 y 300 km/segundo, por lo que esa es la distancia que puede transcurrir durante el primer segundo del movimiento.

En Mendoza no existe un sistema de alarma así, ya que la diferencia de tiempo entre el registro y la llegada es ínfima. Quizás si el sismo es fuerte en Chile, podría llegar a funcionar un aviso”, destacó Tornello, quien también se refirió a los sismos que tienen epicentro en Mendoza. “Las fallas de Barrancas o de Potrerillos están muy cercanas, no tendría mucho sentido una inversión para este sistema de alerta. No daría tiempo para mucho”, acotó.

En la misma sintonía, Mescua se refirió además a la diferencia de suelo. “El DF mexicano está construido sobre una zona en la que antes había lagunas y pantanos. Tiene un suelo arcilloso, y es muy malo para la construcción. Generalmente la onda sísmica sale del centro y se van debilitando en la medida que van subiendo a la superficie. Pero en este tipo de suelo, las ondas vuelven a tomar fuerza y las consecuencias son peores”, explicó el geólogo.

De esta manera, el especialista indicó que el Sasmex es ideal para quienes viven en el DF, puesto que se activaron los altavoces y mucha gente pudo ponerse al resguardo en los segundos previos.

Burrieza, de Defensa Civil, también se refirió a las circunstancias del país de América del Norte y a las diferencias con lo que ocurre en esta región geográfica. “El terremoto en el sur de México tuvo epicentro a 400 kilómetros del DF, y por eso quienes viven en la ciudad tuvieron poco más de un minuto para ponerse a salvo. Pero quienes vivían más cerca, tuvieron 10 segundos como mucho desde que lo tomaron los sensores hasta que llegó. No es de gran utilidad para quienes están cerca”, resumió el funcionario.

En México este sistema se implementó a partir de la década del 90 y a raíz de las consecuencias del terremoto de 1985. En este país, los 96 sensores están vinculados a una central que recibe la alerta, evalúa el vibrado de cada uno de ellos y activa la alarma. En Japón, en tanto, el sistema está más perfeccionado y los nodos están colocados en la plataforma submarina. Es un sistema más costoso, pero dadas las condiciones, algunos sensores se han tenido que instalar a 200 metros de profundidad.

En ambos casos, lo primero que detecta el sensor son las Ondas P (primarias) que permiten calcular como van a ser las Ondas S (secundarias).

“Chile no tiene este sistema de alertas, porque -dadas las características- podría avisar entre 10 y 15 segundos antes, la distancia es muy corta y no es tiempo suficiente. Otra gran diferencia es que en México hay muchas construcciones que no son sismo resistentes, por lo que una de las principales medidas de prevención es evacuar las viviendas dado el gran poder destructivo”, indicó Burrieza, quien explicó que esta tecnología está sincronizada para que la alarma interrumpa la transmisión de las radios y la televisión, además de sonar en los altoparlantes.

Prevención y acción

Ya hecha la diferenciación entre las características regionales (Mendoza y Chile) y lo que ocurre en México, el director de Defensa Civil hizo hincapié en la prevención y en la preparación de la ciudadanía.

“La capacitación en Mendoza tiene que apuntar a la reacción de la gente antes, durante y después de un sismo. Por ejemplo, en el antes es clave que los pasillos o vías de evacuación -ya sean de una casa, el trabajo o una oficina pública- estén despejados y bien demarcados, que no haya lámparas o televisores colgados que puedan caerse y significar un peligro”, destacó Burrieza.

Asimismo, el funcionario se refirió a ciertas creencias erróneas que es clave erradicar. “Siempre se ha dicho que ponerse debajo del marco de una puerta durante el sismo es seguro. Pero si la puerta tiene vidrio arriba, eso es un peligro y hay que evitarlas. La posición correcta para cubrirse debajo de una mesa firme no es en cuclillas -deja la espalda expuesta-, sino en posición lateral fetal, apoyándonos sobre el lado izquierdo y con la mano sobre la cabeza”, acotó el director de Defensa Civil. También resaltó que una vez que pasa el movimiento, no hay que salir caminando con las manos sobre la cabeza -otro error común-, sino que hay que ir con las manos alertas para poder reaccionar ante algún imprevisto y no perder el equilibrio.

Burrieza también insistió en la necesidad de tener siempre lista y accesible la mochila de emergencia (con linterna, alimentos no perecederos, agua, velas, encendedor y fósforos), prevista para transcurrir 72 horas.

Manual, aula virtual y plataforma para el 2018

El director de Defensa Civil, Daniel Burrieza destacó que se está trabajando permanentemente en capacitaciones y simulacros en las escuelas (con la DGE), en instituciones públicas y también en conjunto con la Dirección de Agricultura y Contingencias Climáticas (DACC).

"Hemos generado cursos de formadores en los 18 municipios, actualizado los planes de riesgo y estamos trabajando en un aula virtual y un manual de Defensa Civil, que actualmente está en la Legislatura. La idea es que esto comience a aplicarse en las escuelas con el inicio del ciclo lectivo 2018", resumió.
Además, destacó que están trabajando en una plataforma de administración de información relacionada a la prevención ante situaciones de viento Zonda, nevadas y sismos (entre otras contingencias)y que también apuntan a lanzarla el año próximo.

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