Mendocinos que construyen el país desde lo cotidiano

Estudiantes, trabajadores, padres y madres de familia que en su búsqueda por dejar algo positivo a la sociedad, compartieron de qué modo hacen honor a la Patria desde sus vivencias cotidianas.

Cumplir 200 años como una Nación independiente no sólo significó para los mendocinos la celebración patriótica más importante que hayan vivido. Lejos de limitarse a prender en su pecho una escarapela o pintarse la cara, para muchos la jornada de ayer sirvió para darse lugar a la reflexión.

Fueron estudiantes, trabajadores, padres y madres de familia los que, en su búsqueda por dejar algo positivo a la sociedad, compartieron de qué modo hacen honor a la Patria desde sus vivencias cotidianas.

Entre la multitud que ayer colmó la plaza Independencia para festejar el Bicentenario (ver aparte), Silvina Aguirre (18) detuvo su trayecto e hizo lugar a la autocrítica. Mientras la voz de Juan Carlos Baglietto resonaba desde el escenario, la joven detalló que ni bien termine el secundario, estudiará para ser maestra.

Según confió, su vocación no le surgió al azar. Todos los días, a primera hora de la mañana, ella se toma el colectivo que la traslada desde su casa en Los Corralitos (Guaymallén) hasta el centro y de allí, toma otro ómnibus para llegar a la peluquería de Luján de Cuyo donde trabaja algunas horas como ayudante.

Con ese dinero ayuda a sus padres y costea algunos gastos propios, según comentó.

Para ella, la manera más efectiva de dar lo mejor al país es rescatando los valores positivos que sus padres le inculcaron de niña. Mirando hacia el futuro, ella desea transmitir eso a los más chicos. “Creo que la docencia me va a permitir cumplir ese sueño”, dijo ilusionada Silvina, antes de integrarse a una extensa fila y comprar sopaipillas en uno de los puestos de comidas tradicionales que rodearon la plaza.

A medida que las canciones de autores latinoamericanos se escuchaban en vivo en la voz de Baglietto, familias, parejas y grupos de amigos recorrieron el paseo, tendieron una manta en el pasto y visitaron las diferentes carpas para -por ejemplo- sentarse a compartir unos mates.

Entre las cerca de 7 mil personas que ayer colmaron la plaza Independencia, Claudio Ávila (41) paseaba junto a su esposa Marina Pico (37) y su hijo Tiago (7). Para él, una manera de contribuir con la construcción de la Nación es nada menos que “empezando por casa”.

Claudio trabaja en la construcción. Ilustró que tal como lo hace en su labor cotidiana, en su hogar busca cimentar valores perdurables.

“La honestidad, el respeto por el otro, el amor a la Patria y la solidaridad, son aspectos que no podemos desatender como padres; ése es el mejor legado que podemos dejar”, reflexionó el hombre y aseguró que el motor que lo hace levantarse todos los días a las seis de la mañana para ir a trabajar, es justamente su familia.

A pesar de que no siempre es sencillo mostrar una sonrisa, Roxana Tavanera (45) rescató que a pesar de cualquier problema personal, está el respeto hacia el otro. “Cuando tratás bien a la otra persona todo cambia, se nota una mayor predisposición”, aseguró la mujer desde su experiencia como empleada administrativa. Para ella, el esfuerzo y el compromiso hacia el prójimo son esenciales.

Mientras disfrutaba de la tarde sentada en uno de los puestos de comida, Paula Lamagna (26) se tomó unos minutos para dar a conocer su punto de vista a Los Andes. En su caso, las horas del día se reparten en el trabajo que desempeña en una panadería de Ciudad y la crianza de sus dos pequeños hijos.

En uno y otro lugar, ella dijo buscar la manera de rescatar siempre lo positivo para poder seguir adelante. “Ésa es mi manera de hacer honor a la Patria; trabajando y dando una buena educación a mis hijos, con valores, siempre teniendo presente el respeto hacia los demás”, expresó esta mamá, que se esfuerza para aprovechar al máximo cada minuto del día.

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