Matteo Grazzi: “Para que la tecnología no destruya empleo hay que apelar a la creatividad”

Afirma que el Estado debe ayudar a desarrollar actividades. Cuenta cómo vienen trabajando y los problemas que hay a la hora de financiar un proyecto nuevo. Los desafíos y objetivos.

El funcionario del Banco Interamericano de Desarrollo llegó a nuestra provincia, invitado por la Unión Industrial de Mendoza (UIM) y se reunió con funcionarios del Ministerio de Economía, Infraestructura y Energía para comenzar a trabajar en distintos proyectos vinculados con la economía creativa, un sector que tiene potencial y posibilidades de desarrollo.

-¿Cómo se avanza en la economía creativa?

-Hay que saber que Economía creativa, en un concepto amplio, es la transformación de ideas humanas en bienes y servicios que son protegidos con propiedad intelectual. Esto está vinculado con la industria creativa como el cine, la fotografía y la publicidad que son principalmente creativas pero tienen que ver con la creatividad en industrias tradicionales.

El ejemplo más clásico es el de IPhone, en donde la parte tecnológica es pequeña con respecto al valor del bien; el gran valor es el diseño. Esto se puede aplicar a cualquier cosa.

Diseño y otros insumos creativos son parte integrante del valor de cualquier bien o servicio que estamos produciendo. En todo esto la industria creativa juega un rol importante como los cluster audiovisuales y también en otras industrias.

"La industria creativa juega un rol importante como en los cluster audiovisuales y también en otras industrias."

-¿Qué está pasando con esto en Argentina?

-Buenos Aires es interesante, apostó por este tema en los últimos años.

-¿Cómo acompañan desde el BID el desarrollo de las economías creativas?

-Lo hacemos a través de tres ejes: el primero es lo que se hizo fuertemente en los últimos años que consiste en poner el tema en la agenda y en el debate público. Hasta hace 5 años no se hablaba de economía creativa.

El Banco propuso el concepto de economía naranja, por un libro publicado por colegas de de la oficina de Relaciones Externas que tuvo más de 4.000 descargas de la web y hay hasta ministerios que usan el nombre de economía naranja. Otro eje es la financiación de proyectos.

Lo hemos hecho en Chile, Paraguay y Caribe. Estamos empezando a financiar bastante. El tercer punto es producción de datos y conocimiento. Uno de los grandes problemas para hacer política pública basada en evidencia es producir esta evidencia y en economía creativa en general no hay mucha evidencia.

Tenemos datos macro pero no toda la masa de conocimiento que hay en otras áreas. Por ejemplo, he trabajado muchos años en programas de apoyo a la innovación empresarial. En Argentina trabajamos a través del Fontal. Una empresa tiene una idea de innovación o de un nuevo producto y el Estado interviene bajándole el costo de riesgo cofinanciando la primera investigación. Esto comenzó en los 60.

Hay una masa de conocimiento y sabemos que los programas tienen un impacto de corto, mediano y largo plazo y que finalmente, la plata que pone el Estado regresa con intereses altos en forma de retornos fiscales, crecimiento y empleo. Bueno, todo esto en economía creativa no está y son las cosas que el Banco quiere hacer y producir la base de datos y conocimiento.

-¿Cómo piensan hacerlo?

-Hay dos cosas: una es usar los datos que están y no se han usado. En una estrategia de corto plazo se pueden ver las encuestas empresariales que están con una óptica distinta.

Estamos trabajando con colegas del Banco en Chile para complementar la inversión en I+D, entonces los resultados preliminares que tenemos es que una empresa que invirtió en Innovación y Tecnología y también en diseño, tiene un retorno más alto; se complementa esta tipología de inversión. Si invierte en TIC el retorno es más alto.

Entonces para tener una empresa más productiva, debido a que el déficit de productividad es un problema en la región, a nivel micro las empresas deben diversificar inversión e invertir en esas actividades que tienen que ver con conocimiento y tecnología. Ésta es una línea de trabajo.

La segunda es tratar de impulsar a los países a generar datos para hacer mejores investigaciones. Estamos trabajando con una agencia inglesa, publica-privada, para usar las fuentes no tradicionales también porque es difícil encontrar estudios que se basen en las fuentes tradicionales que son las encuestas o censos. Entonces vamos a las no tradicionales con la información que se produce en Twitter y Facebook.

-¿Cuál es su visión sobre el avance tecnológico en la economía y las consecuencias en el empleo?

-En general el avance tecnológico y la innovación suele tener dos efectos: destrucción de empleo y creación y generación de empleo. Esto está en la naturaleza de cualquier avance tecnológico desde la revolución industrial. Cuando aparecen nuevos productos, también pueden generar empleos que no existían y destrucción con la automatización.

Lo que tienen que ver es que si la tecnología genera o no más trabajo del que destruye, y eso tiene que ver con la creatividad humana. Por eso es que vemos que los trabajos que no van a ser remplazados por tecnología ni por la inteligencia artificial son los trabajos ricos en creatividad humana.

Para que la tecnología no destruya empleo, sino que genere trabajo, es necesario apelar a la creatividad y dar a los jóvenes y a los que ingresan al mercado del trabajo, algunas capacidades que son basadas en creatividad y no apostar al trabajo repetitivo que puede ser remplazado por la tecnología.

-No todos tienen la capacidad de ser creativos ni reciclarse en el momento...

-No estoy de acuerdo en que no todos pueden ser creativos. Ayer veía a un experto en educación que decía que todos los niños nacen creativos. Es difícil dar una respuesta porque la tecnología es algo distinto y especial.

Sí habrá dificultad para personas que están en la fase final de su vida laboral porque ahí es más difícil encontrar capacidades que no han sido la base del trabajo que han realizado en los últimos 30 años. Ahí hay que ver mecanismos de protección social que puedan facilitar la reinserción o transformación en esta tipología de trabajo.

Perfil Matteo Grazzi

Es especialista de la División de Competitividad e Innovación en el Banco Interamericano de Desarrollo.

Se unió al BID en 2009, trabajando como Research Fellow en el Departamento de Países Andinos. Antes trabajó como consultor economista de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas (CEPAL, Santiago de Chile) y como investigador en el Centro de Investigación sobre Estudios Latinoamericanos y de las Economías en Transición (ISLA) de la Universidad Bocconi, en Milán.

"Ciencia y arte no son un hobby"

El punto más importante es que hay actividades creativas culturales que entran a ser parte de una política de desarrollo, dice Grazzi. Explicó también que durante muchos años, las actividades científicas han sido vistas como hobby de países ricos.

En la región tenemos serios problemas para que haya dinero en ciencia y en arte también porque se las ha visto como actividades elitistas. Se veía que el que estudiaba ciencias o arte era parte de la más rica de la sociedad. La idea es romper el paradigma y ver que no es el resultado de una sociedad que está bien, sino que son excepciones.

Entonces lo primero es que se entienda esto. Creo que está cambiando. Vemos que las iniciativas que hay en la región nos están dando la razón.

También hay que ver que el sector público tiene un rol importante. Nosotros, como Banco, vemos que el sector público debe intervenir cuando falla el mercado para que el beneficio de la intervención pública no sea individual y sea más alto y no sean subsidios por razón política. Entendemos que hay que identificar la falla de mercado y en este sector de la economía creativa hay muchísimas fallas, hay asimetría informativa.

Si alguien tiene una idea es difícil que tenga financiación y los bancos tampoco entienden el negocio. Hay complicaciones con las copias, las ideas y el conocimiento son fáciles de copiar. Hay problemas de apropiabilidad de la propiedad intelectual que no es una patente, sino que es una protección de diseño. Vemos que hay muchas razones para que el Estado apoye esta economía.

Para poder apoyar el desarrollo de esta economía, hay que lidiar con muchos actores y no son sólo con los creativos o productores, sino también con el ecosistema creativo que es el Estado, los intelectuales y dos actores muy importantes: uno son los sectores tradicionales y no sabemos si entienden la generación de valor que genera la creatividad y no es fácil ni siquiera en las empresas tecnológicas.

Hay ingenieros que hacen robots y se quejan porque no encuentran mercado, y después, cuando ves el problema es que el robot asusta a los niños.

Los ingenieros o científicos no veían la importancia del insumo creativo y sólo veían la importancia de la mejora técnica. El reconocimiento de trabajo creativo en los sectores tradicionales es algo en que el Estado debe intervenir. Y lo otro es la relación con el cliente final. No es sólo un tema de empresa. El usuario final es el que da el valor al uso de los bienes y servicios y ahí está la dificultad de elaborar al instante algo que tiene valor después.

Si tengo una máquina, sé que va a depender de la acogida del público pero sé que tiene el costo de un motor y demás. Entonces tengo una idea del rango de valor del bien.

En el caso de los bienes creativos es más difícil. Una película puede ir bien o mal, depende de los que la vieron. Hay maneras para saber y por eso vemos el Hombre Araña 10, pero los pequeños productores, cuando apuestan por una película, no saben qué sucederá con su película y ahí hay problemas con la financiación.

Es difícil que un banco aguante los fracasos, por esto es que está el productor y consumidor al mismo tiempo y se hace eso para bajar el riesgo.

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