Marcos Carnevale: el director del exitoso film “Inseparables”

Es el tercer film más visto en el país desde su estreno hace dos semanas. Aquí su director cuenta intimidades del rodaje y habla, entre otras cosas, de su admiración por Fellini y del pueblito cordobés de Inriville, donde nació hace 52 años.

Mientras se espera la versión mexicana de "Corazón de León", tras adaptarse también en Colombia y Francia, y luego de que en 2014 su "Elsa y Fred" tuviera una remake estadounidense que protagonizaron Shirley MacLaine y Christopher Plummer, a Marcos Carnevale ahora le ha tocado adaptar la exitosa "Amigos intocables", el film de los franceses Olivier Nakache y  Eric Toledano que en 2011 fue visto en todo el mundo.

Sumando estos casos, Carnevale se ha convertido en el director argentino que ostenta el mayor número de remakes de sus propias películas en el extranjero, aunque ahora le ha tocado dirigir a él mismo una versión a su modo.

“Es como un karma eso de las remakes”, admitió Marcos con una sonrisa, mientras observaba que el fin de semana pasado, “Inseparables” había convocado a más de 114.400 espectadores en 195 pantallas.

La comedia protagonizada por Oscar Martínez y Rodrigo de la Serna no la tenía fácil este mes, ya que "El escuadrón suicida", el tanque de DC Comics, coincidió en la cartelera en la lista de estrenos.

No obstante, las críticas le dieron un buena plataforma de presentación, promediando con más del 60 por ciento de las buenas reseñas en los principales medios del país sobre un promedio de 100.

-Cómo fue tu encuentro con "Amigos inseparables", la original francesa?

-La vi en el cine cuando la estrenaron. Cuando salí pensé: esta es una película que hubiera elegido rodar porque tiene el tono de las que yo hago, eso de lo humano enfrentando distintas adversidades. Pasó el tiempo y una vez dos productores de Argentina Sono Films (Carlos Mentasti y Luis A. Scalella) habían comprado los derechos de la cinta francesa y pensaban que era justa para mí y obviamente les dije que estaba interesado en hacerla.

Ya desde ese momento, antes de ponerme a escribir, comencé a pensar quiénes podrían ser los actores para interpretar a los personajes de Philippe y Driss y sabía que Rodrigo de la Serna y Oscar Martínez podrían ser los indicados. Les dije a los productores que si podíamos contratar a estos actores yo estaba dispuesto a dirigirla. Sabíamos que elegir la dupla principal era clave para hacer funcionar esta historia de vínculos emocionales.

-¿Los viste compartiendo escenario en "Amadeus"?

-Si. Los había visto en esa obra y además soy amigo desde hace tiempo de Oscar y de inmediato le dije que me estaban ofreciendo adaptar aquella película. Él justamente me dijo que la había visto hacía poco y que le encantaba la idea y ahí nomás se prendió en el proyecto. Luego me tocó contactar a Rodrigo y ese fue el comienzo.

-Desde el ofrecimiento para dirigir esta adaptación y el estreno, ¿cuánto tiempo pasó?

-Pasó más o menos un año.  No podría alterar el espíritu de la película original, es decir, la trama central. Esa es una de las condiciones que los directores tienen cuando venden o compran derechos para adaptar un proyecto cinematográfico. Como por ejemplo "Elsa y Fred" y "Corazón de León", de las que se han hecho remakes en otros países. En el contrato tipo, lo primero que se preserva es el tono, el espíritu de la original. Podés cambiar escenas, agregar o quitar personajes pero lo esencial tiene que quedar expresado.

-¿Cómo fue ese proceso?

-En un principio dije que sí al proyecto porque sabía que era una historia que trata un tema universal, que puede ocurrir en la China, acá o en cualquier otro país del mundo, y eso ya presentaba una facilidad a la hora de la adaptación,  a diferencia de otras películas que son muy localistas y que apuntan a una cultura equis, por eso ahí ya se hace más difícil.

La relación de dos seres humanos es el punto central y lo primero que hice en realidad fue olvidarme de la película francesa para no hacer una copia. A través del guión pensé que esto ocurría en Buenos Aires, imaginada dentro de nuestra propia idiosincrasia y con un tono de humor que más tiene que ver con nosotros.

-¿Qué escenas te divirtió hacer y qué otras te llevaron más tiempo?

-El rodaje tuvo distintos momentos. Por ejemplo, la secuencia rodada en el Colón no fue tan complicada de hacer desde lo técnico como había pensado desde el principio, pero resultó ser para mí de las más divertidas. El ámbito era tan sacro para tener a ese animal sentado ahí diciendo todas esas barbaridades que dice el personaje de Tito. Tenía el valor equivalente de estar insultando en una iglesia. Después me gustó rodar la carrera del auto por la ciudad y la persecución con la policía tomando el túnel de El Libertador.

-En la escena del cumpleaños en la que se salta de la música clásica a "Bombón asesino", se reseña el cruce de las dos clases sociales. ¿Cómo la pensaste en relación con la que aparece en el guión original?

-Fue en esa escena en que se notó más el acento de una adaptación. En la original, por ejemplo, ellos bailan en esa misma escena un tema de  Earth Wind & Fire. Debía encontrar ese equivalente local entre aquel personaje que venía del Este africano, Driss, con el que se presentara acá.

En esa búsqueda decidí que Tito vivía en Lugano, en el corazón del conurbano bonaerense y a partir de eso debíamos encontrar el folclore de ese personaje y apareció la cumbia. Era algo que bailaría un personaje como el de Tito.

-Obviamente la química innegable que tienen Oscar y Rodrigo se luce en la pantalla, pero también lo hacen los personajes secundarios. ¿Cómo los fuiste bosquejando?

-Desde que empiezo a escribir voy pensando en los actores que podrían encajar con los personajes. En general, como productor, escritor y director, atiendo solo mi propio boliche. El “llamadito” en general a lo actores lo hago así, de manera informal. Les llamo para ver si están interesados y sé que no es lo mismo escribir para Alejandra Flechner que para Ana María Picchio. Cuando llegan al set los actores, ellos ya saben y yo sé cómo les calzan sus personajes. Como conozco a muchos actores escribo pensando en ellos.

-¿Cómo fue el rodaje?

-Filmamos este año. Un poco más de siete semanas de plan de rodaje. Los exteriores se ubicaron en la costa atlántica, en los balnearios de Cariló y Pinamar. Aunque estas escenas también las retocamos en posproducción, los colores de la arena y el agua para que fueran más expresivas visualmente.

-¿Cómo te sentiste durante el estreno?

-Te puedo decir que esta fue la primera vez que iba tranquilo a una premiere. Sabía que tenía una linda película y que era potente. Me sentí tranquilo y lo disfruté. Fue una fiesta con aplausos cerrados.

-¿Se te ocurrió alguna vez filmar en Córdoba? ¿En el pueblo de tu infancia?

-Si. De hecho tengo una historia pendiente que algún día la llevaré a cabo en Inriville (a 290 km al sureste de la capital de Córdoba). En realidad, al principio se llamó Villa Inri, en honor a su fundador, pero un día pasó Sarmiento, a quien le gustaba afrancesar los nombres, y se lo rebautizó así como se lo conoce hoy.

-¿Allí viste tus primeros largometrajes?

-Si, en un cine llamado San Martín.  En mi pueblo, como en otros parecidos, hay un solo edificio por cada necesidad: una sola escuela, una sola farmacia, una Municipalidad, todo alrededor de la plaza central. El cine era mi iglesia. Era como Toto viviendo en el Cinema Paradiso. Viendo desde la cabina de proyección y coleccionando los fragmentos de celuloide que se desparramaban en el piso. Después, como a los 10 años, mi viejo me compró una cámara súper 8 y comencé a filmar cortos caseros. Ya tenía  una vocación bastante firme.

-¿Qué películas te marcaron en esa época?

-Una que me marcó para siempre fue “La Dolce Vita” y morí con Fellini. Mis cortos comenzaron a parecerse a su estilo, obviamente sin entender nada de esos conceptos. Un día me llegó la dirección de Federico a mis manos, porque ya estaba bastante obsesionado con él e intenté enviarle un montón de cartas, aunque finalmente nunca las envié porque suponía que Fellini no se iba a tomar el trabajo de leerle las cartas a un niño de la Argentina en el momento en que él era considerado una auténtica estrella.

Pero cuando me mudé a Buenos Aires comencé a ahorrar plata, tomé tres años clases de italiano en la Dante Alighieri teniendo un objetivo firme y lo cumplí: un día  me fui a Roma, le toqué la puerta al viejo, pero salió una mucama y me dijo que Federico y Julieta se habían ido a un festival en Rotterdam. Como represalia le escribí una carta, esta vez en italiano, explicándole a Fellini todos los años en que había soñado por conocerlo.

-Fue una tragedia...

-Si, pero al tiempo, cuando volví a Buenos Aires recibí una carta de él. Fue una sorpresa enorme. Me dijo que podíamos vernos cuando quisiera y que me estaría esperando si volvía a Roma. Con el tiempo guardé otras dos cartas que él me envió. Las tengo archivadas bajo siete llaves.

Son un tesoro para mí. Él murió y ya fue, pero con los años me salió la oportunidad de hacer “Elsa y Fred” y me saqué las ganas de filmar en la misma famosa Fontana di Trevi y recrear la escena de “La Dolce Vita” allí, colocando la cámara en el mismo punto donde la había colocado Fellini, aunque sin Anita ni Marcello, pero con esos maravillosos actores que fueron China Zorrilla y Manuel Alexandre.

-¿Cómo has tomado la idea de rodar una remake cuando dos de tus películas fueron también remakes en otros países?

- Es como un karma (risas). Como te había dicho, cuando hice “Inseparables” en realidad me olvidé de eso. Y a veces ahora me pasa que digo que la película es totalmente mía y no lo es. Me olvidé que es una remake porque la siento muy propia. Y de mis otras películas que se hicieron remakes, primero tengo que decir que fue un verdadero honor para mí que una actriz como Shirley MacLaine interpretara a Elsa y que la dirigiera Michael Radford, un gran director.

Eso me hizo muy feliz. De todas maneras, es raro ver cómo otros directores miran de distinto modo lo mismo que vos miraste. Eso que tiene que ver con las interpretaciones personales y cómo van deslizándose de una estampa más latina a una más sajona. Después vi la versión de “Corazón de León” francesa y me pareció que está muy bien esa película. Después llegó la colombiana y se está esperando el estreno de la adaptación mexicana. Impresionante, ya que también la quieren hacer los coreanos y los japoneses.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA