Malvinas, conversaciones con los isleños (última nota)

Durante ocho días visité las Islas Malvinas y, mientras permanecí allí, conversé con numerosos isleños residentes en Puerto Argentino, para conocer sus opiniones sobre la presencia argentina en el archipiélago.

Es notable el creciente número de compatriotas que visitan mensualmente las Malvinas y a modo de ejemplo puedo decir que el avión de Latam que me transportó hasta el aeropuerto militar de Mount Pleasant tenía a bordo más de 180 connacionales. Entre ellos estaba el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel; el sacerdote Pedro "Pepe" Di Paola y Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo.

Esos diálogos confirmaron que sigue plenamente vigente el sentimiento antiargentino, ya expresado en el referéndum que tuvo lugar en 2013, cuyo resultado confirmó el deseo casi unánime de los residentes en las Islas de seguir siendo una colonia británica: 99,83%.
A continuación transcribo las opiniones de antiguos residentes en las islas, muchos de los cuales nacidos allí y con ancestros de cuatro y cinco generaciones de malvinenses.

David Eynom: "Un nuevo contingente de argentinos ha llegado a las islas con un mensaje de paz y de diálogo (obvia referencia a Pérez Esquivel). ¿Cuándo comprenderán que las únicas personas que perturban nuestra paz son los argentinos con su constante demanda de soberanía? La paz nunca vendrá hasta que Argentina cese de reclamar la soberanía y reconozca nuestro derecho a la autodeterminación".

Norma Edwards Obe: "Estoy muy preocupada con la laxitud que hay en el aeropuerto militar con los argentinos que llegan al país. La semana pasada llegó un vuelo privado (taxi aéreo) de un grupo de personas que dijeron que venían al cementerio de los argentinos en Darwin. Nadie los controló. Esto está muy mal. Es hora de tratar a los argentinos como se merecen y ponernos un poco más duros con ellos".

Eric M. Goss: "Comparto la opinión de otros de evitar vuelos desde Buenos Aires a las islas. Además no entiendo la presencia de Pérez Esquivel aquí mientras Argentina siga reclamando la soberanía de las Falklands. Los ‘desaparecidos’ no los encontrarán aquí. ¡Que se vaya a su país a buscarlos!"

Jan Cheek, legisladora y miembro de la Asamblea Legislativa: "Es una ironía que nos vengan a hablar de derechos humanos cuando no nos reconocen el derecho de autodeterminación y cuando tuvimos que sufrir la brutalidad de una invasión en 1982".

James Bates; "Pongan el interés del pueblo primero. Ha venido un grupo de argentinos a nadar por la paz a las Malvinas. ¿Por qué no se van a nadar a su país y nos dejan en paz? ¿Por qué dejaron entrar a nuestro país (sic) a un grupo por la paz? (referencia a Pérez Esquivel). Debieron haber sido puestos en el avión que los trajo y devueltos a su país".

Tim Miller (propietario de los supermercados que hay en las islas): "Vienen en nombre de la paz y nos insultan. Tuvimos que tolerar 12 años de agresiones verbales del gobierno de los Kirchner después de que se había llegado a un acuerdo del ‘paraguas de la soberanía’ en los años '90".

Luis Salazar (chileno, residente en las islas desde hace 17 años y ciudadano británico): "Ustedes los argentinos no son confiables. Eso ha quedado demostrado una y otra vez. Recuerdo cuando ustedes nos cortaron en Chile la provisión de gas que se habían comprometido a proveernos. Eso ocurrió con el presidente Kirchner. ¿Qué garantías tenemos de que no volverán a hacer de las suyas cuando cambien los gobiernos? Ninguna".

Todo lo dicho demuestra claramente que cualquier estrategia que se implemente desde nuestro país deberá tener en cuenta dos elementos clave: 1) Los isleños en general tienen un sentimiento antiargentino muy arraigado. 2) El electorado inglés en Gran Bretaña apoya casi incondicionalmente a los isleños lo cual no deja espacio a los primeros ministros, sean conservadores o laboristas, una mínima posibilidad de tratar temas de soberanía con los argentinos sin el acuerdo de los malvinenses,

En definitiva, estamos ante un problema de difícil resolución que para solucionarlo requerirá mucha paciencia, tiempo (quizá medido en décadas), imaginación y habilidad negociadora.

El sentimiento anti argentino se complementa con la idiosincrasia de los isleños. Doy un solo ejemplo que es sumamente elocuente. Visité en Puerto Stanley el cementerio local, comprobando que hay un elevado número de tumbas que datan de un período que va desde 1860 a 1950 de inmigrantes que echaron sus huesos allí. Hay una tumba en ese lugar que llamó poderosamente mi atención. En su lápida se puede leer: "Aquí yace Antonina Verela. Fallecida el 14 de febrero de 1869. Esposa de Pedro Verela, nativo de Sudamérica, que arribó a estas islas en 1830 y sobrevivió a la masacre de 1833 en Port Louis".

Es decir que para los isleños las Malvinas son "su país" y por eso reclaman el derecho de autodeterminación; los inmigrantes provenientes de Chile, Perú, Uruguay, Argentina, Brasil u otro país latinoamericano son -simplemente- "nativos de Sudamérica". Por otra parte, al igual que ocurre con el Museo de la ciudad al narrar la Historia de las Islas, a los argentinos sólo se los nombra como "los invasores" al referir el conflicto bélico de 1982. No hay una sola palabra dedicada al gobernador Luis Vernet ni al sargento mayor José Pinedo cuando fue expulsado por la fuerza de Malvinas en 1833 por los ingleses al mando del capitán John James Onslow.

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