Lucas Margarit: “Uno va armando su propia tradición”

El poeta presenta “Bernat Metge”, un libro que indaga en torno a diversos personajes a partir de la biografía de un poeta catalán del siglo XIV. Aquí, Margarit nos cuenta más sobre esta obra.

El libro de Lucas Margarit, “Bernat Metge”, revela una poética exigente que articula nuevas formas de indagación en torno a personajes históricos y mitológicos. Una biografía de un poeta catalán del siglo XIV escrita por otro poeta en clave lírica. El resultado desmadra otra musicalidad, sentidos alternativos de sintaxis, nuevos vínculos con las palabras: otra conciencia poética. Fractura y continuidad, formas de innovar la lengua.

Margarit es poeta, docente e investigador en la cátedra de Literatura Inglesa de la UBA. Algunos de sus libros publicados son: “Círculos y piedras” (1992), “Lazlo y Alvis” (2001) y “El libro de los elementos” (2007). Entre sus traducciones cabe destacar “Enrique VIII” de William Shakespeare y “Poemas atómicos”, de Margaret Cavendish.

Este libro que motiva la charla tiene como eje a un personaje histórico de relieve: secretario en la corte de Juan I de Aragón, Bernard Metge. Él fue uno de los primeros representantes del humanismo del siglo XIV en las letras catalanas.

- ¿Qué te atrajo de este singular barcelonés?

- Siempre me han parecido fascinantes estos personajes lejanos: Telesio, Nicolás Flamel, John Dee y, claro está Bernat Metge. En el caso de este libro tomé al escritor catalán luego de haber leído “Los sueños”, que me pareció un libro por momentos cercano y por momentos extraño; y me pareció interesante poder armar un juego del mismo modo que él lo hacía con personajes de la mitología. Un autor que está también detrás de esta composición es Marcel Schwob y sus “Vidas imaginarias” o “La cruzada de los niños”, donde la historia parece descomponerse en pos de un artificio que permita romper con las cronologías, con cierta lógica. El vacío en las referencias biográficas es el espacio por donde la escritura se va intercalando para poder encontrar, a través de una nueva perspectiva, otra manera de constituir el personaje, las voces, la intimidad de Bernat en salas oscuras, entre los reflejos fantasmagóricos de la luz de las velas.

- En el plano lírico, ¿qué te interesa de la noción poética clásica?

- Tomo ciertos elementos mitológicos de la obra de Bernat Metge, los reelaboro cuando leo su obra. La tradición poética, la antigua lírica me interesan como formas de experimentación de su época y poder jugar con esas formas; tal como hago con los sonetos o las Cantatas, que es un género musical que me interesa mucho y que tiene preponderancia en el Barroco y el Clasicismo (Vivaldi, Galuppi, Hasse, Haydn, entre otros). Conocer el pasado permite, a su vez, poder establecer variantes en el uso de la palabra poética, incluso desarticulaciones de la sintaxis, etc. Como señalaba Pound, “make it new”, hacerlo nuevo y desde allí componer el canon personal, particular desde donde poder tomar elementos para la composición y para la reflexión sobre la palabra. Uno va armando su propia tradición, una tradición que muta continuamente y que parcialmente siempre ocupa algún resquicio cuando escribimos: Trakl, Pound, Jabés, Beckett, Góngora, Donne, Ungaretti, Sergio Corazzini, Olga Orozco, Madariaga, para nombrar algunos. Hay ciertos tonos a veces que se cuelan como ecos intransitables.

- ¿Qué exigencias se vincularon en el proceso de selección de estos momentos biográficos?

-No sabría decirte si son exigencias. Sí, hubo una selección que remite a una lectura precisa primero, pero tangencial después, donde esos nombres iban apareciendo en los borradores, en los fragmentos que iba escribiendo a mano en cuadernos, en las imágenes que iban apareciendo al tachar. Al tachar, me parece que se desvanece la primera afirmación para comenzar a configurar algún tipo de sugerencia. Son momentos que tomo de la vida y que me permiten, como decía antes, encontrar los silencios, los momentos, incluso de ensimismamiento de Bernat Metge, donde los documentos se deshacen, se desintegran.

Por eso es posible también el encuentro, ya no con los mitos del pasado, tal como lo señala en “Los sueños”, sino también con otro personaje, Próspero, que pertenece a otro tiempo y a otra geografía.

- ¿Cómo trabajaste el registro tonal para lograr esa eficaz cohesión rítmica?

- Como decía Charles Olson, hay un ritmo que tiene que ver con la respiración. Esto es lo que va a imponerse en el momento que elijo una forma particular. Esa cohesión nace también de escuchar muy de cerca en el momento de escribir, cada palabra, y sobre todo también, de escuchar en el momento de tachar.

- Tras la lectura de este libro, ¿es Metge un materialista, un escéptico, un hereje?

- Me gustaría pensar este personaje desde una visión materialista, en el sentido en que está en continuo contacto con cosas: el pergamino, las velas, las piedras, la montaña. Esta experiencia es la que lo conduce a la conformación de su escritura poética. No sé si se lo podría pensar como un hereje. Sí, en cambio, como un escéptico; ya que está preguntando, pone en duda los límites y los aspectos de la fe que ha heredado de su tradición. Un materialista, porque parece consciente de que debe plasmar, fijar en la materia, una experiencia del espíritu, una experiencia del vacío y una experiencia de la duda. Lleva en sus manos su cuaderno, seguro con las tapas roídas y los bordes desgastados, y allí se entrecruzan el tiempo con su fugacidad y la presencia con su palabra, muchas veces triste o melancólica. Quizá esa melancolía venga de la imposibilidad de imaginar de manera certera el límite entre la vida y la muerte, entre las voces o entre la naturaleza y la imaginación.

- ¿En qué medida existe una relación entre la poesía y los principios éticos y morales?

- La poesía no va a eliminar las carencias de la gente más necesitada, pero tampoco es su función, para eso debería funcionar el Estado. Creo también que la poesía, en su afirmación y presentación, invierte modos de construir sentido y en este aspecto creo que se apoya en algún tipo de principio ético; permite observar el mundo desde otro lugar que no tiene que ver con el engaño y lo absoluto (todo absoluto es un engaño por eso necesita una imposición), sino con la reflexión y la duda.

- Según tu criterio, ¿qué es lo más importante que tiene para ofrecer una obra de carácter poético?

- Lo más importante es la imagen de desarticulación de una serie de formas dadas y de allí la duda como manera de conmoción. Incluso formas cerradas y acabadas, como el soneto o el romance medieval, pueden funcionar como desarticuladores de modos de pensar y percibir el mundo y de allí también la tradición de la palabra poética. Es en este momento en que la palabra se aleja de esa referencia arbitraria y se instala en otro lugar donde la comunicación, ¿es posible? O mejor aún, ¿qué tipo de relación entre emisor y receptor se establece?, tal como se preguntaba Mauthner. Pregunta que va a ser llevada a un ámbito lúdico, por ejemplo, en la poesía del primer Ribemont-Dessaignes, o en la poesía fonética de un Schwitters.

- ¿Qué es lo que te atrae del lenguaje, específicamente, de la era isabelina?

- Me he dado cuenta de que, tanto en este período como en el Siglo de Oro español, se producen formas de innovación que son fascinantes. Los debates entre Góngora y Quevedo en España; los de Thomas Campion y Samuel Daniel sobre el uso de la rima en Inglaterra, son debates no sólo formales sino también ideológicos que responden, entre otras cuestiones, a las relaciones que establecen los poetas con los objetos que los rodean. Las discusiones sobre el uso de la lengua vulgar que vienen desde Hue de Rotelande en el siglo XII, pasando por Dante y luego la Pléiade, y que se replica en la Inglaterra del siglo XVI, responden a la presencia de lo cotidiano en la poesía, a la identidad que da el habla de todos los días, a la inmediatez del mundo que circunda a los poetas. Es un período, como el de comienzos del siglo XX, en el que el lenguaje poético es llevado a un extremo en el campo de la reflexión. La cantidad de poéticas, retóricas y defensas de la lengua y de la poesía, entre ellas la de Sir Philip Sidney, nos lleva a preguntarnos por la naturaleza de la palabra poética, ya sea como fractura o como continuidad.

- ¿Para cuándo la publicación de tu esperado ensayo sobre la obra poética de Samuel Beckett?

- Esta pregunta me permite también poner en evidencia ciertos aspectos editoriales. Las veces que he intentado publicar este trabajo, que es mi tesis doctoral, me han dicho que hubiera sido mejor si tratara sobre el teatro de Beckett, que la poesía no tiene tanto interés, etc.; lo cual muestra cierto perfil conservador por parte de los editores. Asimismo, junto con otros integrantes de la cátedra de Literatura Inglesa (en la UBA), continuamos con la edición de la revista “Beckettiana”, de la Facultad de Filosofía y Letras, que es la única publicación dedicada a este autor en castellano, lo cual implica una puesta al día constante respecto de su obra.

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