Los robots invaden los trabajos industriales

Antes las personas se adaptaban a la innovación. Hoy es la tecnología la que se adapta a la manera de pensar y resolver problemas de cada persona.

Comencemos por una verdad que la mayoría de nosotros conocemos: en los últimos 200 años la tecnología ha ocupado masivamente puestos de trabajo donde pensábamos que la presencia del ser humano era indispensable.

Continuemos con otro dato de la realidad y que, si bien es información que todos tenemos, nuestro miedo al futuro nos impide procesar adecuadamente: con cada cambio tecnológico se crearon más y mejores puestos de trabajo e, incluso, alcanzó para cubrir el acelerado crecimiento poblacional en el siglo XX.

Sin embargo, algo está cambiando. A pesar de que se suele pensar que la automatización afectará al capital humano, los trabajadores valoran la tecnología y el 87% de los consultados opina que los beneficiará en su trabajo en los próximos cinco años.

Entonces, la pregunta correcta sería: ¿qué hay de nuevo?

La respuesta tiene dos facetas que demandan especial atención.

Por un lado, el proceso de tecnificación es el más acelerado que se haya visto en la historia de la humanidad. El ritmo y la escala del cambio no tiene precedentes. Hace sólo dos décadas, prácticamente no existía Internet y la telefonía era muy básica. Ni hablemos de robots, chatbots, algoritmos, inteligencia artificial, etc. En etapas anteriores teníamos generaciones enteras para reentrenar a la gente.

¡Ahora los cambios se miden en meses!

La segunda faceta que hace a esta evolución tecnológica única es que invade lo que creíamos único en el ser humano: su inteligencia, raciocinio y hasta su capacidad de aprender.

Los robots virtuales y la inteligencia artificial invaden trabajos industriales y administrativos. El denominador común es la rutina: si una tarea es rutinaria y con reglas claras (aplica a una conciliación bancaria, un ensamblado e incluso manejar un auto), el ser humano seguramente será remplazado por la tecnología.

Antes, las personas tenían que adaptarse a la tecnología. Con cada cambio, debían reaprender a hacer su trabajo y a pensar en términos mecánicos. Ahora, la tecnología es la que se adapta al sujeto: a su forma de pensar, a sus procesos creativos, a la manera de resolver los problemas y de aprender.

En la Cuarta Revolución Industrial, como se ha llamado al momento histórico del que formamos parte, la persona es el centro y por eso, el sistema educativo es clave.

El proceso de transformación de los robots virtuales y la inteligencia artificial invade trabajos industriales y administrativos.

Ahora, surgen las preguntas: ¿qué hacemos? ¿cómo prepararnos mejor para el trabajo del futuro? La respuesta es vital: con educación.

Los avances tecnológicos y el futuro del trabajo demandan personas con una gran capacidad de análisis pero también de creatividad, con inteligencia emocional y empatía.

Involucrarnos tempranamente y con urgencia en la formación de habilidades creativas, de interacción humana, artísticas, tecnológicas, científicas e ingenieriles, funcionará no sólo como un amortiguador de los problemas de empleo sino como un generador neto para aquellas sociedades que lo entiendan y dediquen esfuerzos conjuntos para reformular su sistema educativo: un aula de hoy, en prácticamente cualquier lugar del mundo, es casi igual a las de 1980, y sus métodos son similares.

Instituciones como IDEA, por ejemplo, trabajan en estos temas y la toma de conciencia en la necesidad de abordar la producción del conocimiento y la aplicación de la innovación como elementos clave para fortalecer el posicionamiento global de la Argentina.

Es importante cuestionar el mito que dice que el trabajo futuro es sólo para los tecnólogos: tareas creativas, el arte, cine y teatro, la educación, el cuidado de la gente mayor o con enfermedades crónicas (que aumentarán con la longevidad) son trabajos que crecerán.

No hay en el horizonte cercano máquinas que nos remplacen. En resumen, hay un futuro optimista para el empleo, pero requiere cambios importantes en nosotros. CC

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