Las drogas sintéticas o “de diseño” ganan terreno en la provincia

No son masivas como la cocaína y la marihuana, sino que se consumen en un grupo social selecto. La Policía admite que es muy difícil detectarlas.

Las drogas sintéticas o “de diseño” ganan terreno en la provincia
Las drogas sintéticas o “de diseño” ganan terreno en la provincia

No son tan masivas como, quizás, la marihuana o la cocaína. Circulan en pequeños grupos, generalmente de confianza e integrados por personas de alto nivel adquisitivo. Y tampoco representan un porcentaje significativo en las estadísticas oficiales, tanto en las referidas a consumo problemático como en las de allanamientos y secuestros.

Sin embargo, las denominadas drogas sintéticas o “de diseño” (ya que se obtienen por procedimientos químicos, y entre las que se encuentran el LSD, el éxtasis y la ketamina, entre otros) están y se consiguen en la provincia.

Según testimonios recabados por Los Andes, los ámbitos más frecuentes en los que se consumen estas sustancias son fiestas privadas y algunos nocturnos. Aunque siempre en un círculo íntimo y de confianza. “Tenés que saber a quién tocar o a quién pedirle", indicó una de las fuentes.

“No hay ‘kiosquitos’ en los que se pueden comprar y a los que llega cualquiera, como ocurre con la marihuana y la cocaína. Justamente son en esos lugares donde se hacen los operativos. Pero las drogas sintéticas se manejan dentro de grupos de jóvenes que se conocen entre sí. Se mueven en un nivel muy reservado, en un grupo muy reducido y en silencio. Y eso es porque tienen un valor económico que hace que no cualquiera pueda acceder”, indicaron desde la dirección de Lucha contra el Narcotráfico, dependiente de la Policía.

Justamente esta nivel de reserva en su uso tiene que ver con el hecho de que sólo haya tenido lugar un gran operativo de decomiso de estas sustancias en lo que va del año. Ocurrió en Tupungato en junio y se secuestraron cerca de 200 dosis de LSD.

“No hemos tenido un incremento en los secuestros de drogas sintéticas en Mendoza”, resumió Alejandro Delgado, director de la mencionada dependencia policial.

En cuanto al consumo problemático, en hospitales públicos y en el Programa Provincial de Adicciones los casos de adictos a estas drogas tampoco representan un porcentaje significativo.

“En los efectores públicos, que es donde trabajamos nosotros, el consumo de drogas sintéticas aparece en el marco de otro consumo problemático, como puede ser el del alcohol. Esto es lo que se encuadra como ‘policonsumo’. Pero las drogas sintéticas en sí no surgen como un consumo problemático”, indicó Carina Stehlik, directora del Plan Provincial de Adicciones.

“No son sustancias que se consuman de forma asidua -como el alcohol, la marihuana o la cocaína-, ya que tienen mucho que ver con el contexto. Son de uso social y están más relacionadas con los jóvenes adultos, en un contexto no tan popular. Además, en el caso de presentarse en forma de consumo problemático, las consecuencias son mucho más grave, derivando rápidamente en cuadros clínicos e intoxicaciones inmediatas y severísimas, pudiendo ser letal”, resaltó Stehlik.

Tal como describe, las drogas de diseño están relacionadas a sectores de mayores recursos, puesto que son más caras. Al mismo tiempo, se elaboran en “cocinas” (laboratorios que pueden montarse en espacios reducidos), por lo que resulta más difícil controlar precisamente dónde se producen.

“Salvo ese gran operativo que hubo en Tupungato a mediados de año y que incluyó todo un seguimiento, no es muy común encontrar estas drogas en operativos. Hemos encontrado a personas con no más de 5 o 10 dosis, pero han sido casos de gente a la que se le hizo un control de rutina o por otro motivo y, de rebote, se les encontró eso. Las drogas de diseño circulan en contextos mucho más cerrados”, indicó por su parte Dicrán Baronian, también de la división de Lucha contra el Narcotráfico de la Policía.

Cambio de consumo

Sergio Saracco, director de Toxicología, explicó que las drogas sintéticas experimentan desde hace un tiempo un boom en materia de marketing y que esto tiene que ver con el concepto de cambios en el consumo. “Se apunta a ir llevando la tendencia de consumo hacia las drogas de diseño. Esto es porque tienen una producción más sencilla que las drogas de origen natural. La cocaína y la marihuana, por ejemplo, precisan de todo un proceso de producción que incluye el cultivo, el clima, la lucha contra las plagas. Y después tienen todo su proceso de elaboración.

Ambos ciclos significan todo un costo y variables difíciles de manejar. Atento a esto, se apunta a futuros clientes que cambien ese consumo y que se pasen al MDMA (éxtasis), al LSD (ácido lisérgico), al PCP (polvo de ángel) y al GHB (éxtasis líquido) -que es un derivado anfetamínico-, por ejemplo. La virtud comercial de estos productos es que pueden elaborarse en laboratorios pequeños y son drogas estimulantes, que tienen una sintomatología similar a la cocaína o la marihuana”, explicó Saracco.

Estas sustancias son llamadas “drogas del club” dado que se consumen en un círculo muy íntimo y su contexto suele ser un boliche o una fiesta privada. “En Mendoza y en todo el país, por una cuestión de proximidad, el consumo de marihuana y cocaína es ampliamente superior al de las drogas de diseño. Lo de la proximidad incide en que sea más barato, mientras que las de diseño tienen un costo superior en la región. Sin embargo, se está haciendo más cómodo vender estas sustancias”, aseguró.

De $ 200 a 300 la dosis

V. es una joven mendocina y contó a Los Andes cómo ha visto más de una vez a varios amigos y conocidos consumir sustancias como LCD y éxtasis en fiestas privadas (y no tanto).

“En uno de los boliches que estaba en la Arístides siempre pasaba el éxtasis. Era solo cuestión de saber a quién preguntarle y entrar en confianza. Incluso, sé de gente que vende marihuana, flores y cocaína, que también ofrece esas drogas”, contó la joven, que pidió absoluta reserva de su identidad.

V. indicó que hace poco también entendió por qué muchas veces, en ciertas fiestas, venden la botella de agua mucho más cara que cualquier otro trago. “Hay códigos muy especiales. Como algunas de esas sustancias se consumen con agua, hay lugares donde te venden el papelito pegado en la parte de abajo de la botella, todo junto”, sentenció.

La dosis de LSD oscila entre los 200 y 300 pesos y, teniendo en cuenta que el componente activo de esta droga está distribuido en un papel de tamaño similar a una estampilla, muchas veces se camufla en planchuelas con motivos infantiles dibujados. Esta droga causa efectos psicológicos, fundamentalmente alucinaciones.

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