Las clases que no se olvidarán

Una de las voces fundamentales de la crítica literaria, la docente y ensayista Josefina Ludmer, murió a los 77 años.

“En sus clases nos instaba a asomarnos a algo oscuro que hay en la literatura, nos exigía que nos entreguemos a ella, que hagamos de nuestros temores o vacilaciones instrumentos para leer: ¿Se puede pensar esto? ¿Se puede decir? ¿Hasta dónde se puede hablar en literatura? Nos exigía una entrega zen (o psico-analítica, o narcótica) a esa experiencia. Porque para Josefina la literatura nunca fue ni objeto, ni sujeto; sino experiencia, desafío; la posibilidad de que existieran mundos”, contaba Ariel Schettini.

Josefina Ludmer fue la profesora. No sólo por la cátedra de Literatura Latinoamericana en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA sino por las clases “clandestinas” que supo dar en su casa tras el golpe militar.

A su modo, formó una escuela paralela a la que llamaron, entonces, la “Universidad de las Catacumbas”. Volvió a la UBA recién en el ‘84, tras el retorno de la democracia. Para entonces ya había recibido una beca de la Universidad de Princeton y la prestigiosa beca Guggenheim en la categoría Teoría Literaria.

Ludmer integró la nueva corriente de críticos que planteó nuevos objetivos y modos de lectura.

Algunos de sus libros son “El género gauchesco. Un tratado sobre la patria” (1988), “El cuerpo del delito. Un manual” (1999), y “Aquí América latina. Una especulación” (2010) y el volumen “Clases 1985. Algunos problemas de teoría literaria”.

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