La vitivinicultura, en el ojo del huracán

La autora dice que la falta de uva provocará la suba del precio de la misma pero esto no ayudará a compensar la falta de rentabilidad de los últimos años.

Si tuviera que describir cómo se encuentra el sector vitivinícola hoy diría que en una calma tan real como la del ojo de un huracán. Por un lado, la luna de miel de Coviar con el gobierno actual; por el otro, la esperanza en el cambio que depositó el sector productivo en este nuevo gobierno.

Entre recuerdos de promesas de campaña y algunos anuncios de apoyo a la vitivinicultura más vinculados con la imagen del vino que con su triste realidad, estamos como aguardando el milagro... ¿Milagro? En realidad, para mí es como si viera un documental de National Geographic, de esos en los que se muestra al reino animal en su estado puro, cuando la raza más fuerte se come a la más débil y, de esta forma, se pone en “equilibrio” la naturaleza.

Acá hay que seguir el instinto porque al no haberse tomado ninguna medida de fondo, tendiente a mejorar estructuralmente la vitivinicultura, y con esto no me refiero a deshacerse de los más débiles, probablemente sea el “mercado” el que mejore los precios promedio de los últimos años, pero ¿a costa de qué? De que haya menos uva. Esto se traducirá, sin dudas, en menos ingreso para el sector. Obviamente el aumento de precio no compensará la merma. ¿Y el productor que no cosecha?

Si bien el último pronóstico de cosecha no anuncia una merma tan importante, la verdad es que los pronósticos del INV en muchos casos han sido como una profecía autocumplida: no importa lo que veamos nosotros, los productores en la cepa. Después el vino aparece al estilo bíblico de “Las bodas de Caná”. No por el agua sino por el milagro, el “milagro de la naturaleza”.

En fin, pero qué podemos opinar nosotros los productores, nosotros, los que creemos que el verdadero desarrollo no lo dan las escalas de producción, la tecnología, ni todos los conceptos ya desechados en lugares más adelantados que sólo consiguieron concentración de la riqueza, concentración de la tierra, superpoblación de ciudades, cinturones de pobreza, y tuvieron que salir al frente con conceptos nuevos de desarrollo rural territorial como la revalorización de la cultura.

No entiendo cómo, en otros lugares del mundo, se lucha contra la colusión o cartelización de empresas (Chile, EEUU, UE) y aquí no. En aquellos lugares luchan cuando dos o más empresas acuerdan políticas de precios, en perjuicio de terceros y evitando la libre competencia.

En cambio aquí, cinco o seis empresas se sientan a una mesa, ponen un precio para comprar la uva para mosto a los productores; se ponen de acuerdo aunque este precio no alcance a cubrir los costos del productor; negocian con el gobierno y, como si esto fuera poco, por ley estamos obligados a venderles una parte determinada de la producción, al precio que ellos quieren como ellos quieren.

No entiendo cómo es posible, que cueste tanto “contar el vino” cuando, a decir verdad, yo en mi casa tengo un recipiente que dice 1 litro, y cuando vuelco el vino ahí, cabe un litro. No entiendo cómo se ha llegado a esta situación estructuralmente tan grave, por lo que ahora se plantean cambios “estructurales”, cuando hemos tenido un Plan Estratégico Vitivinícola y por el que, en teoría, se lleva trabajando temas estructurales por 15 años, ahora esa misma gente sea la única que se escucha para hacer los cambios “estructurales”, porque la culpa es del productor.

No entiendo tampoco cómo el Presidente de la Nación viene a Mendoza y nos dice que apuesta a tener pobreza cero y quiere trabajo para los argentinos. Es que nadie le explicó que acá en la vitivinicultura nos “sobra” trabajo. Lo que necesitamos es algo que él como empresario va a entender: rentabilidad. Acá, en Mendoza, se trabaja mucho y no se gana nada.

Y por último, no entiendo tampoco cómo es posible que ahora el Gobierno de la provincia nos esté pidiendo que nos incorporemos a Coviar, cuando en sus campañas políticas criticaban el accionar de la misma a toda voz. Es que son ellos los que no entienden que nos cansamos y no importa qué nuevo trato tengan ahora.

Seguramente las tormentas han agravado la situación de la producción. Por lo tanto, por la gran falta de uva, los precios de las uvas subirán. Estamos frente a un gol de media cancha de Messi en el último minuto pero, cuidado, que el árbol no nos tape el bosque, es sólo es el ojo del huracán.

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